Se prevé que la cantidad de personas con diabetes en todo el mundo se duplique, y con creces, en las próximas tres décadas: se estima alcanzará a 1.300 millones de personas para 2050, según una investigación publicada en The Lancet.
Así, la relevancia de esta enfermedad a nivel global es indudable, al mismo tiempo que la creciente evidencia científica destaca que acumular tiempo sentado por espacios prolongados es perjudicial para la salud cardiometabólica. Y dado que la diabetes es una enfermedad metabólica, los hallazgos de un metaanálisis (investigación sobre la base de datos y resultados de muchos estudios sobre el mismo tema), publicado en la revista Sports Medicine en febrero de 2022, no deberían ser pasados por alto tanto por las personas que padecen esta enfermedad, como por los profesionales de la salud, que deberían incluirlos en sus recomendaciones.
Los investigadores Universidad de Limerick, Limerick, Irlanda, y de la Universidad Metropolitana de Manchester, Reino Unido, concluyeron que caminar después de comer puede reducir un 17% los niveles de azúcar en la sangre.
Concretamente, el metanálisis de siete ensayos cruzados aleatorios que tomaron muestras de adultos de ambos sexos (mayores de 18 años) que tenían sobrepeso predominantemente o participantes con obesidad encontró que caminar con poca intensidad atenúa significativamente la glucosa posprandial (después de la comida) y la insulina en comparación con permanecer sentado o de pie.
“Las breves interrupciones frecuentes de estar de pie atenuaron significativamente la glucosa posprandial en comparación con estar sentado durante mucho tiempo; sin embargo, se encontró que caminar con poca intensidad representa un descanso superior para la actividad física —detallaron los autores del trabajo en la publicación—. La viabilidad y las implicaciones longitudinales de romper el comportamiento sedentario con caminatas de intensidad ligera deben investigarse en un entorno de vida libre”.
Lo que sucede, según explicó la profesora de biología celular de la Universidad Complutense de Madrid Carmen Sanz, es que “después de comer, los nutrientes (entre ellos, la glucosa) pasan al torrente sanguíneo desde el intestino y se elevan los niveles de azúcar en el organismo”. “Al realizar ejercicio, en este caso pasear, el músculo en contracción consume este tipo de azúcar “para aportar energía a las células y disminuye la necesidad de insulina”, agregó.
En el estudio, los investigadores compararon los efectos de una caminata ligera tras la comida frente al impacto de permanecer de pie. Y vieron que, aunque la segunda opción podría mejorar los niveles de glucosa posprandial, la primera era más eficaz. Quedarse de pie provocaba una reducción de un 9,5%, mientras que caminar, de un 17%. “Los efectos serían aún mejores si, además de pasear, se incorporara la práctica regular de deporte”, sugirieron.
La diabetes tipo 2 tiene un alto componente hereditario —hasta un 50%—, y dado que la enfermedad también se asocia, en un elevado porcentaje, con la presencia de obesidad, “la actividad física puede reducir el riesgo de padecerla y mejorar la condición física de quienes ya la sufren”, según los especialistas.
Los investigadores propusieron la inclusión de descansos en el trabajo para hacer caminatas ligeras. Lo ven más viable que la práctica de actividad física de moderada a vigorosa en el entorno laboral y plantean esta práctica como alternativa a aquellas personas para las que está contraindicada.
Preocupan las cifras de diabetes en todo el mundo
Se trata de una enfermedad metabólica crónica, caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre como resultado de la falta de insulina o la disminución de su acción. La insulina es una hormona que segrega el páncreas, cuya función es regular la glucosa en el organismo. Y según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés), más de 37 millones de personas en los Estados Unidos tienen esta enfermedad.
Como mencionaron los expertos de un trabajo reciente publicado en la revista The Lancet, se prevé que la cantidad de personas con esa enfermedad se duplicará en todo el mundo en las próximas tres décadas.
“La diabetes es una de las principales causas de muerte y discapacidad en todo el mundo y afecta a las personas independientemente del país, el grupo de edad o el sexo”, alertaron los autores en el trabajo, al tiempo que señalaron: “En 2021, había 529 millones de personas que vivían con diabetes en todo el mundo, y la prevalencia total de diabetes global estandarizada por edad fue del 6,1%. La prevalencia total de diabetes, especialmente entre los adultos mayores, refleja principalmente la diabetes tipo 2, que en 2021 representó el 96,0% de los casos de diabetes y el 95,4% los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) a nivel mundial”.
Y concluyeron: “La diabetes sigue siendo un problema importante de salud pública. La diabetes tipo 2, que constituye la mayor parte de los casos de diabetes, se puede prevenir en gran medida y, en algunos casos, es potencialmente reversible si se identifica y se trata en las primeras etapas del curso de la enfermedad. Sin embargo, toda la evidencia indica que la prevalencia de la diabetes está aumentando en todo el mundo, principalmente debido a un aumento de la obesidad causado por múltiples factores. La prevención y el control de la diabetes tipo 2 sigue siendo un desafío constante”.