Ante la elevada inflación y la pérdida del poder adquisitivo, muchas personas comenzaron a cambiar los hábitos de consumo para achicar sus gastos, principalmente, los relacionados a lo estético. Las peluquerías y salones de uñas se ven cada vez más golpeados.
A la caída de clientela, se le suma el costo del alquiler, los servicios públicos y de los productos que cada vez son más caros. Así, las peluqueras y manicuras hacen malabares para llegar a fin mes, lo que puede provocar pérdidas de puestos laborales al no poder afrontar los gastos -según publica TN-.
Verónica, peluquera de un reconocido salón de belleza, comentó que en enero y febrero el sector parecía repuntar, pero en la segunda quincena de marzo las sillas volvieron a estar vacías. Sin embargo, ella indicó que esta situación se originó durante la pandemia.
Estos datos fueron registrados por el INDEC en enero. Durante el primer mes del año, el rubro que más aumentó fue “Bienes y servicios varios”, al anotar un alza mensual de 44,4%.
Verónica relató que hoy atiende tres clientas al día y meses atrás eran ocho personas. “Antes las clientas que se atendían cada 15 días comenzaron a venir cada un mes o las que se hacía reflejos cada tres meses lo estiran hasta los seis meses”, relató Verónica. Hoy, muchas mujeres comenzaron a teñirse solas en sus casas y para algunas, ya no se trata de un gasto “indispensable”.
En el salón de peluquería, Verónica comenzó a notar que gran parte de las clientas ahora optan por hacerse reflejos, que tiene una duración más prolongada y poder achicar los próximos meses su presupuesto.
Antes, según contó Verónica, compraban los productos de cuidado capilar, hoy solo asisten a la cita y se van con las “manos vacías”.
En abril, hay que desembolsar $40.000 para corte y tintura. Mientras que para otros servicios como balayage o batido de color, por encima de los $75.000.
Hacerse las manos, un “lujo”
La situación de las peluquerías es similar en los salones de uñas. Camila contó que notó una caída en su clientela después de las Fiestas en su local ubicado en la zona norte del conurbano bonaerense.
“Al principio estaba tranquila porque iba cubriendo los huecos rápidamente, pero hoy ya no resulta tan fácil poder llenar esos espacios”, comentó. La manicura remarcó que llega a realizar la mitad de los servicios que realizaba en diciembre.
La mayoría de sus clientas iban cada 20 y 25 días a realizarse el servicio, pero hoy se redujo la cantidad porque “les está costando llegar a fin de mes y tienen que hacer recortes”. Otras directamente decidieron realizarse una remoción y volver en otro momento.
Con respecto a sus servicios, tuvo que aumentar la lista de precios cada uno o dos meses. Hoy oscilan entre los $15.000 y $7900. A la hora de comprar los insumos que tuvieron incrementos “desmedidos” optó por renovar los “más básicos” y dejar de lado “otros lujos como la paleta de colores y brillos o decoraciones novedosas”.
Ante la baja del consumo, las manicuras se reinventan
Frente a la pérdida de clientas y para poder sobrellevar sus gastos, Camila y otras manicuras comenzaron a reinventarse. “Estoy incursionando en proyectos con mayor rentabilidad, como comenzar a tatuar”, relató.
Es el caso de Antonella que comenzó a realizar uñas postizas personalizadas, también conocidas como press on nails que se colocan con pegamento y cuestan $5000 en promedio.
La manicura explicó que son requeridas por aquellas que no pueden asistir a una cita en el salón o no pueden costear los servicios como semipermante, kapping gel o uñas acrílicas y no quieren dejar de tener sus uñas prolijas.
Se venden en un kit que incluye 10 uñas soft gel personalizadas y reutilizables, palito naranjo y pegamento. Tienen una duración de aproximadamente 15 días. De esta manera, pueden sumar un ingreso extra sin abandonar su oficio.