Según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (la serie más completa que existe sobre trabajo registrado en el país), el total de trabajadores ascendió a 12.283.000 personas en junio. Si se analiza la composición, la mitad desempeñaron su actividad en el sector privado en relación de dependencia; un cuarto fueron registrados como asalariados del sector público y el resto se divide entre monotributistas (13%), trabajadoras de casas particulares (4%), monotributistas sociales (3,3%) y autónomos (3,3%).
Los datos de empleo no fueron inmunes a la caída de la actividad económica. En junio, la economía registró una caída de 6,7% según el Indec, el peor resultado mensual del que se tenga registro desde julio de 2009. La composición de la caída estuvo centrada fundamentalmente en tres sectores, que explicaron casi 90% de la contracción: actividad agrícola, industria y comercio.
Esta merma de la actividad tuvo su réplica en el empleo y, solo en junio, se destruyeron 21.200 puestos de trabajo en comparación con mayo en la medición desestacionalizada. Es el tercer mes consecutivo que se registran resultados negativos respecto del mes previo.
La mayor pérdida de empleo se concentró en el sector privado, fundamentalmente entre los trabajadores en relación de dependencia. En este caso, la contracción fue de 13.100 personas. El sector público, en tanto, registró 5700 empleados menos que en mayo. Y los monotributistas sociales también aportaron al achicamiento de las personas registradas, aunque en este caso el desplome fue de 9400 personas –según publica El Cronista-.
A diferencia de meses previos, en los que la destrucción de empleo estaba focalizada en algunos sectores (principalmente la industria), en junio diez de las 14 ramas de la actividad que sigue el Ministerio de Trabajo tuvieron menos empleados que el mes previo. La contracción más fuerte fue en la industria manufacturera (-0,5% mensual y -2,1% interanual), pero también se sintió fuerte en la construcción (-0,7% mensual) por una menor inversión en obra pública.
A contramano, las modalidades de registro que crecieron en comparación con mayo fueron los monotributistas, que incorporaron 5200 personas en el mes, y las trabajadoras de casas particulares, que sumaron 3100 trabajadoras. Esto último se debe, según explicaron funcionarios del Ministerio, a las políticas de registración llevadas adelante por esa dependencia y por la AFIP.
A nivel interanual, también hay noticias grises para la administración nacional. Si bien en el total de trabajadores se registró un 1,1% por encima de junio de 2017, cuando se miran los asalariados del sector privado solo crecieron a un ritmo de 0,5% (+29.600 empleos en términos absolutos). En ambos casos, se vio una fuerte desaceleración desde abril.
Para los trabajadores, además de un panorama más complicado en el mercado de trabajo, las malas noticias llegan a sus bolsillos. El poder adquisitivo del salario sintió un fuerte cimbronazo, al caer 4,3%, porque el salario promedio creció en junio a un ritmo de 25,2% interanual mientras que la inflación fue de 29,5%.
Con el resultado de junio, se cierra un primer semestre con datos malos para la administración nacional. En la primera mitad de 2018, el resultado neto en materia de empleo arroja un saldo negativo de 23.900 puestos de trabajo. Si se compara con el mismo periodo de años anteriores, los números cobran un matiz aún peor: tanto en 2016 como en 2017, el acumulado de los primeros seis meses del año había arrojado resultados positivos (+25.979 y +100.600, respectivamente). Esta base deja un piso complicado para la segunda parte del año, en la que se calcula que el golpe a la actividad será aún más profundo que el visto hasta el momento.
Una pista respecto de la situación a futuro puede encontrarse en la Encuesta de Indicadores Laborales que el Ministerio de Trabajo realiza todos los meses entre 3000 empresas de los principales conglomerados urbanos del país. Allí se detectó que las expectativas empresarias de creación de empleo se encuentran, por segundo mes consecutivo, en los valores mínimos desde febrero de 2014, el mes siguiente a la devaluación que había provocado una suba del dólar del 23%.