Luego de perder un embarazo, una pareja terminó atendiéndose en un dispensario municipal, ya que las farmacias no le querían otorgar la medicación.
Juan Pablo Calarco y Leticia Paz tienen un hijo de cuatro años y la ilusión estaba puesta en un segundo hijo que estaba por llegar. Sin embargo, el embarazo se detuvo en las 11 semanas y el panorama cambió.
El 27 de febrero dos ecografías confirmaban la mala noticia, se atendieron en la clínica donde estaba su obstetra y fue ella quien les informo de los pasos a seguir para la expulsión del feto. Ellos tenían la posibilidad de elegir si querían que se haga de manera natural o a través de la medicación.
Decidieron acudir a la medicación y con una receta fueron a la farmacia de su barrio a comprarla. “Cansados por una mañana de estudios, tristeza y nervios, acudimos a la farmacia donde atienden a nuestra obra social. Y nos encontramos con que una farmacia de Avenida Fuerza Aérea no vende ese fármaco por una decisión particular de la farmacia”, indicó Juan Pablo en un post de Facebook donde reveló lo sucedido.
Luego de lo sucedido dejó asentada su situación en un libro de quejas y continuó buscando farmacias que atendieran su obra social, tras varios intentos, desistieron, pues la gran mayoría no lo vendía. Lo que más les molestó fue el modo despectivo con la que les decían que no lo vendían.
“La despersonalización es horrible, lo hice público porque no quiero que le pase a otra persona. Es un momento muy doloroso donde necesitás una solución, no andar buscando un medicamento por mil farmacias”, agregó Juan Pablo.
Finalmente, una doctora de un centro de atención primaria de salud de la zona norte de la ciudad de Córdoba se contactó con ellos y les dijo que acercaran el lunes al lugar. Allí les dio la información y la medicación que necesitaban y desde el Colegio de Farmacéuticos se enteraron del episodio y explicaron que no pueden obligar a ninguna farmacia a venderlo.