El diputado nacional Sergio Wisky no podrá cumplir este año su sueño de ser el gobernador de Río Negro. Ante una elección que se perfila imposible, ya que los dos favoritos son el peronista Martín Soria y el actual gobernador Alberto Weretilneck, la decisión de la Casa Rosada fue entregarle la candidatura al radicalismo y la representante de Cambiemos en la disputa será Lorena Matzen.
El radicalismo supo gobernar la provincia durante tres décadas, hasta el triunfo de Carlos Soria, cuya gobernación duró apenas 20 días: la madrugada del 1º de enero de 2012 fue asesinado por su esposa, Susana Freydoz, después de una discusión. Lo sucedió su vice, Alberto Weretilneck, líder de un partido minoritario de la provincia pero que consiguió posicionarse en el mapa político.
El vice, convertido en gobernador por la mezcla de la fortuna y la desgracia, apenas tres semanas después de asumir supo jugar sus cartas: se convirtió en el máximo dirigente de Juntos Somos Río Negro, una firma de sello propio, y consiguió la reelección al vencer a Miguel Ángel Pichetto en 2015.
Pero la mala elección en 2017 confirmó que el partido se agota en su líder: si Weretilneck no es el candidato, pierde. Por eso es que el mandatario decidió ir por la reelección, al ver que las encuestas daban favorito a Martín Soria, hijo del fallecido gobernador.
En contra de sus propias palabras, Weretilneck se lanzó en los últimos días por un tercer mandato y desató una polémica: la Constitución Nacional prohíbe tres mandatos consecutivos de un mismo gobernante, pero no aclara qué ocurre si el primero de esos mandatos fue como reemplazante del gobernador electo.
Desde Casa Rosada observaban la complejidad del tablero que se presentaba en Río Negro. Con dos candidatos ajenos al partido con posibilidades de quedarse con la gobernación (Soria y Weretilneck), llevar un nombre propio a competir traería como consecuencia nuevos conflictos con el radicalismo en el armado nacional. Por eso, según pudo saber El Canciller, Marcos Peña decidió llamar por teléfono a Wisky, abanderado del PRO en la provincia, y bajó su candidatura.
La decisión tomada por la Casa Rosada le dio vida a una UCR que había pasado de gobernar durante tres décadas a obtener apenas el 3% de los votos -y el cuarto lugar- en 2015. Aunque la jugada pueda servir para evitar nuevas fisuras con el radicalismo nacional, supone un duro golpe al PRO local, que deberá abroquelarse detrás de Matzen y su partido, tanto en la fórmula de la gobernación como en el armado de las listas electorales.
En tanto, aún debe definirse si será una elección bipolar o de tres frentes, ya que en los próximos días la Justicia deberá decidir si permite o no la candidatura de Weretilneck. Si se le permite jugar al actual gobernador, las chances de Martín Soria se verán reducidas; si se impone una traba judicial, el candidato del kirchnerismo podría imponerse por una ventaja importante frente a Matzen. Al mismo tiempo, si los tres son candidatos (Soria, Weretilneck y Matzen), la última podría quitarle algunos votos al actual gobernador, dividiendo el voto opositor al kirchnerismo distrital.