Hasta para los curtidos argentinos, que cotidianamente nos manejamos desde hace casi un año con una inflación que supera al 50% anual, con experiencias de más del 3.000% en 1989 y del 23.00% en 1990, se torna difícil imaginar cómo se las arreglan en el día a día los venezolanos para convivir con un índice anualizado de incremento de los precios del 445.482,2% como el de junio último.
De ahí que la propuesta de pax cambiaria que incluye 2,5% mensual de inflación (casi 35% anualizado), apenas 30 días antes de las PASO, sea mostrado como la panacea por quienes tienen el corazoncito en la reelección de Mauricio Macri.
El periodista Willy Kohan publicó en el diario La Nación el cálculo que hizo el estudio de Miguel Ángel Broda sobre el costo de los planes de estímulo al consumo que asumió el Gobierno para intentar influir en el humor ciudadano en vísperas del comicio: $200.000 millones, entre créditos de la ANSeS a jubilados y beneficiarios de los planes sociales, congelamiento de tarifas, Ahora 12 y estímulos para la compra de 0 km.
Basado en la última medición que hizo la consultora especializada en consumo W, su director, Guillermo Oliveto, afirma que las 12 medidas relevadas entre todas las clases sociales, 1.000 casos, 4 al 14 de junio, en todo el país, cuentan con un nivel de aprobación general promedio del 68%, e inclusive algunas llegan al 83%.
Entre las reacciones positivas que detecta últimamente, pone de relieve que los shopping centers registraron un crecimiento en sus ventas que osciló entre 8% y 10% en pesos, bien por encima de la inflación mensual.
Es lo que pudo apreciarse el pasado fin de semana largo en esos grandes centros comerciales, abarrotados de público, sobre todo con chicos, en los patios de comida y los cines aunque con no tanto movimiento en las tiendas.
Se trató de una gran mayoría urbana que, no pudiendo aprovechar las ofertas de miniturismo, concurrió masivamente a esos lugares calefaccionados de entretenimiento a despuntar las frías jornadas.
Mucho menos perceptibles, hubo también algunos repuntes estadísticos en algunas ramas industriales y de la construcción, cuyo gran mérito residió en cortar la racha adversa de muchos meses que acumulaban.
De peor en mal
En tal sentido, Jorge Herrera escribió en Ámbito Financiero que “la economía viene de un 1° trimestre para el olvido, con una caída del 5,8% interanual, donde la demanda doméstica se derrumbó 12% y el consumo privado 10,5%, y otro tanto la inversión (-25%)”.
Para el inicio del 2° trimestre, el INdEC detectó una mejora de 0,8% en la actividad respecto de marzo.
Poco y nada si se tiene en cuenta que el Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI) luego mostró en mayo un retroceso del 6,9% respecto del año pasado y en los primeros 5 meses del año amasó un saldo negativo de 9,8% en comparación con el mismo período de 2018.
El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (Isac) por una parte dio -3,4% de caída de respecto al mismo mes de 2018, acumulando -8,9% interanual en los 5 primeros meses, pero yendo a la serie desestacionalizada podría verse crecimiento, del 2,3% respecto a abril: el índice serie tendencia-ciclo registró una variación positiva de 0,9%.
La sutileza que encierran los números es que aparecería un incremento del 12,1% contra diciembre de 2018, el nivel más bajo.
De ahí que el área de Hacienda vislumbre que se vienen mejores tiempos, y se apoya en ese aspecto en que los permisos de construcción fueron los más altos desde mayo de 2017.
De ser así, el EMAE de la 2° parte del año lo registrará.
Por ahora, Índice Construya le da un baño de realidad: la venta de insumos para la construcción cayó en junio 13,9% en la comparación interanual y los despachos de cemento portland se contrajeron 11,3% en el mismo mes.
De modo que, pese a los brotes verdes identificados por el aparato de propaganda oficialista, el cierre del semestre tanto para industria como para construcción será objetivamente negativo.
Ha sido la consecuencia de la combinación entre falta de liquidez, elevadas tasas de interés y menor demanda.
La Administración Macri apoya su optimismo en proyecciones, a falta de datos objetivos que lo avalen, salvo subrayar que las caídas se han estado atenuando en 11 de los 16 sectores industriales –según publica Urgente 24-.
De todos modos, el ejemplo que brindan no es representativo porque se centra en el rubro refinación de petróleo, uno de los privilegiados del modelo, que revirtió la baja de 8,6% interanual en abril a un crecimiento de 2,9% interanual en mayo.
El comportamiento esperable en el caso de la industria es que sigan en retroceso, sectores particularmente afectados como la metalmecánica, automotriz, textil y sectores conexos.
Y acerca de la construcción, las previsiones no serían nada halagüeñas si se toma como referencia que las recesiones en esta actividad duran entre 10 y 14 meses y, en consecuencia, todavía falta remontar la cuesta.
Hilando fino, aunque fueron 3 de los 12 insumos para la construcción los mejoraron su desempeño: hormigón elaborado (17,9% interanual), yeso (16,4%) y cemento Portland (4,3%), todos ellos se relacionan con el inicio de las obras.
Por otra parte, también, abre un crédito a los pronósticos optimistas el crecimiento del 22,9% interanual en mayo de los permisos para obras privadas (que suelen anticipar la dinámica del sector con un rezago de alrededor de 6 meses), que alcanzaron el mayor valor desde mayo de 2017, con 899.000 metros cuadrados.
Mucho más importante que estas sutilezas estadísticas será la sensación de movimiento que perciba cada ciudadano en su radio de acción y si cree que, de verdad, es un brote verde o, como sucedió en las anteriores oportunidades, espejismos demolidos por el crudo tránsito de los efectos conducentes.