El total de fallecimientos desde el comienzo de la pandemia en el país asciende a 9.184 y el de casos positivos a 86.500. No obstante, el incremento diario de infectados fue de 7,4%, frente al 8% registrado el jueves.
Italia anunció este viernes un récord de cerca 1.000 muertos en 24 horas por el coronavirus, una cifra que ningún país había alcanzado hasta ahora, según los datos oficiales de la Protección Civil. Con un aumento de 969 con respecto al jueves, el número total de fallecimientos suma 9.134, casi el triple que en China, el país en el que surgió el brote, comenta INFOBAE.
No obstante, los contagios se están desacelerando. El incremento fue del 7,4%, el más bajo desde que se desató la pandemia hace un mes. El número total de casos positivos confirmados asciende ahora a 86.500. A su vez, 10.950 personas ya han sido dadas de alta.
El Instituto Nacional de Salud (ISS) sugirió cautelosamente este viernes que las medidas de confinamiento para frenar la propagación de la enfermedad podrían dar pronto sus frutos. “Quiero ser claro en un punto. Aún no hemos llegado a la cima”, dijo el director del instituto, Silvio Brusaferro. “Hay señales de una desaceleración, lo que nos hace creer que estamos cerca, podríamos llegar a un pico en los próximos días».
De todos modos, el virólogo Fabrizio Pregliasco advirtió que eso no se traduciría en una relajación de la cuarentena. Una disminución de los casos “debería fortalecer el deseo de continuar», afirmó. «No debemos bajar la guardia”.
Brusaferro dijo que cualquier levantamiento de las prohibiciones a la circulación tendría que hacerse con extrema precaución. “Tendremos que tomar medidas cuidadosas durante algunos meses para evitar que la curva epidémica vuelva a subir”, dijo.
El confinamiento total en Italia entró en vigor el 9 de marzo, extendiendo las estrictas medidas puestas en marcha anteriormente en franjas del norte, primer foco del brote en la península. El Primer Ministro Giuseppe Conte dijo la semana pasada que las medidas tomadas para cerrar escuelas, bares y restaurantes y restringir el movimiento tendrían que ser prolongadas más allá de la fecha original de finalización del 3 de abril, sin especificar hasta cuándo.
Las autoridades regionales del norte de Italia advirtieron en las últimas horas que los hospitales aún estaban bajo una enorme presión. “Hemos alcanzado el punto de saturación en terapia intensiva, a pesar de haber duplicado el número de camas”, dijo el jefe de la región de Piamonte, Alberto Cirio.
“Si esta tasa no baja, corremos el riesgo de no poder lograrlo”, dijo, al tiempo que apeló urgentemente a la adquisición de más respiradores. El número de médicos muertos por el virus aumentó a 44 el viernes, con casi 6.500 trabajadores de la salud infectados, informó el ISS.
La última víctima fue la doctora Annamaria Focarete, de 70 años. Una colega llorosa dijo a la agencia de noticias AdnKronos que “con su espíritu de lucha parecía haberlo vencido”. “Entonces, una superinfección la atrapó”.
Los médicos y enfermeros militares que luchan contra la enfermedad en los hospitales de campaña recibieron el agradecimiento del Ministro de Defensa de Italia, Lorenzo Guerini, quien dijo que estaban haciendo que el país se sintiera orgulloso. “La batalla es todavía larga, tenemos mucho trabajo que hacer, pero juntos lo lograremos”, dijo a través de Skype. Sin embargo, advirtió que “se requerirán más sacrificios” antes de que lo peor haya pasado.
“La penumbra se profundiza hora a hora. El apoyo psicológico para los médicos en este momento no solo es necesario, sino indispensable”, dijo el cirujano Liberato Aceto del hospital Santissima Annunziata en Chieti, al este de Roma. “Las condiciones son cada vez más difíciles en las áreas reservadas para los pacientes de COVID-19”.
Fue particularmente difícil no poder tranquilizar a los que estaban atrapados por la enfermedad y temían por sus vidas, según dijo. El equipo de protección sanitaria que llevaban los médicos obligados a mantener la distancia en la medida de lo posible creaba “una barrera… una distancia emocional”, y les impedía hacer incluso el más básico de los gestos.