Está muy activo para canalizar descontentos; apoya a Macri pero reclama cambios.
Sus oficinas, con vista a la calle Callao, volvieron a poblarse casi a toda hora de dirigentes, nacionales o distritales, todos con la preocupación como denominador común. «No trabajo más ni menos que siempre, la diferencia es que los que los atendían hasta hace poco ahora no les dan bolilla», suele decir a sus íntimos Enrique «Coti» Nosiglia , el eterno operador radical, que disfruta de un silencioso «reverdecer» en la consideración de muchos de sus correligionarios.
Entre imágenes de Arturo Illia y Raúl Alfonsín , Nosiglia se ha transformado otra vez en el «protector» de candidaturas radicales en todo el país. Apoya a quienes, como Martín Lousteau o Ramón Mestre, siguen buscando un lugar bajo el sol de Cambiemos aún a pesar de la resistencia de lo que él denomina el «entorno» que rodea a su amigo, el presidente Mauricio Macri. Pero también se toma el tiempo para recibir a candidatos a legisladores provinciales o a gobernadores, convencido-según quienes lo frecuentan-de que «la suma de acuerdos tácticos que busca el Gobierno con peronistas amigos en las provincias no construye mayorías para cambiar las cosas».
Cerca de Coti cuentan que el influyente caudillo silencioso aún no perdió del todo las esperanzas de convencer a Macri sobre la necesidad de habilitar unas PASO en las que el Presidente compita contra Lousteau. «Un segmento de los votantes de Cambiemos, que está desencantado, quiere tener un canal para encauzar esa queja.
Hay que retener esos votos, porque no llegamos a la elección en las mejores condiciones», repitió Nosiglia en ámbitos reservados.
Según transmitió a sus hombres de confianza, Macri nunca desechó del todo la idea, que para él «fortalecería al Presidente, porque seguro ganaría las PASO con un porcentaje de votos mayor». Su enojo desde las sombras apunta a Marcos Peña -que lo considera parte de la vieja política- y «aquellos que en vez de cuidar al Presidente piensan en 2023. Pero no hay 2023 sin 2019», según contaron a su lado. También recela de algunos radicales que, como el gobernador de Jujuy Gerardo Morales, le dijeron en la cara que descartan la opción Lousteau. «¿No será que Gerardo quiere ser candidato a presidente en 2023?», se preguntó un dirigente de una provincia clave que lo visitó esta semana.
Así como defiende a Lousteau a quien no imagina como candidato a senador como pretende el macrismo-Nosiglia juega sin medias tintas por Ramón Mestre en la convulsionada interna radical cordobesa. «La culpa primaria es de la UCR, pero siempre en nuestro partido las decisiones pasaron por los afiliados», repite, en crítica directa a la negativa de la Casa Rosada -y su rival Mario Negri- a convalidar una interna, prevista para el 17 de este mes y finalmente suspendida.
«En Córdoba es antipático que la selección de un candidato pase por Buenos Aires», apunta Coti, quien además aprovecha el escándalo cordobés para pasarle facturas a una vieja rival: Elisa Carrió . «Apoya a Negri porque es su amigo, pero comprometió a actores que no tenían nada que ver como Horacio Rodríguez Larreta «, disparó el dirigente según se pudo saber a través de diario LA NACION. Con Carrió, que cada vez que puede lo acusa de formar parte de la «Argentina corporativa y de negocios», las diferencias son irreconciliables. «Hacemos política de manera diferente. Ella cree en el culto a su personalidad, los radicales creemos que la historia la construyen los pueblos», se lo escuchó decir en los últimos días.
Del mismo modo, Nosiglia defiende a Daniel Angelici , su «ahijado» político (a quien recomendó ingresar a Pro, allá por 2004) de las feroces críticas de Carrió. «En 2017 Lilita fue con el Tano en la lista, que no joda», afirma uno de sus incondicionales, y recuerda que las listas fueron consensuadas con Rodríguez Larreta, que a su vez tenía un acuerdo con el presidente de Boca Juniors y hoy precandidato a presidente de la UCR porteña.
Nosiglia apoya, al igual que la conducción de la UCR nacional encabezada por Alfredo Cornejo, a los candidatos radicales a gobernador en provincias dónde gobiernan peronistas amigos de la Casa Rosada. «Tengo el derecho a la duda, porque ellos prefieren acuerdos tácticos con (Juan) Schiaretti, (Gustavo) Bordet o (Gildo) Insfrán, y bueno, sacrifican a los radicales», susurra el veterano caudillo cuando le preguntan por las elecciones que vienen.
Más allá del apoyo a radicales «díscolos», Nosiglia defiende la pertenencia de la UCR en Cambiemos y su apoyo al Presidente. «Hay que cuidarlo, porque el hilo es muy corto, y si el PJ se une vamos a sudar la gota gorda», pronostica en charlas privadas. Ahí vuelve a pegarle a Carrió. «¿ Decir que un ministro (Germán Garavano) es un imbécil no es lastimar al Presidente?», se pregunta.
Desde el sector que le responde, y que integran desde su hijo Juan Nosiglia hasta dirigentes porteños como Hernán Rossi o Emiliano Yacobbiti, hacen una lista de errores de la Casa Rosada: la promesa de «lluvia de inversiones», el «no haber hablado de la herencia más claramente», el dejar en el Estado a exfuncionarios kirchneristas «que te boicotean la gestión». Y en el terreno judicial, donde «Coti le dijo cien veces a Macri que los cambios en la Corte Suprema iban a generar ruido», se lamentaron.
La lista de facturas impagas será expresada en la próxima Convención Nacional, en boca de los dirigentes que le responden. «Pero vamos a ser lo más racionales posibles, porque no podemos tensar demasiado la cuerda», advierte un dirigente que recibió directivas precisas de su jefe, fuera del alcance de los flashes desde que dejó de ser ministro de Raúl Alfonsín, hace casi treinta años, pero siempre influyente.