Los narcos modifican las camionetas para agregarles torretas armadas, refuerzos de acero y arietes, en lo que el ingenio popular rebautizó como «narcotanque».
En busca de reforzar aún más su arsenal, los cárteles de droga mexicanos modifican estas famosas camionetas, muy populares en Estados Unidos, para sumar elementos como arietes, placas de acero de 10cm. de grosor soldadas al chasis y torretas para disparar ametralladoras.
Este tipo de vehículos modificados ya son empleados por los narcotraficantes durante los enfrentamientos armados con la policía. El Cártel de Jalisco Nueva Generación, una de las organizaciones criminales más temidas en México, fue uno de los primeros en implementar su uso.
Estas camionetas modificadas son identificadas por las fuerzas de seguridad mexicanas como «monstruos», «rinocerontes» o «narcotanques» y verlas por las calles de algunas ciudades y pueblos de México refleja la lamentable evolución de la guerra contra el narcotráfico que se lleva a cabo en el país gobernado por Andrés Manuel López Obrador.
¿Cómo son los «narcotanques»?
Como se mencionó, los denominados «narcotanques» son camionetas modificadas por los grupos del crimen organizado que suelen marcar el exterior de los vehículos con sus iniciales o con patrones de camuflaje, lo que suele dificultar su distinción de vehículos militares oficiales.
En su interior, estas camionetas suelen ser lujosas, incluyen una variedad de luces y botones similares a los de una cabina de mando y cuentan con asientos metálicos donde los delincuentes armados pueden apoyar sus rifles a través de agujeros para apuntar al exterior. Algunos cuentan con escotillas similares a las de un tanque.
Muchos de estos vehículos son blindados, según precisó el analista de seguridad Romain Le Cour a The New York Times, y suelen contar en su interior con armas como fusiles de francotirador Barret calibre .50, capaces de penetrar el acero, lanzacohetes y granadas propulsadas con capacidad para derribar helicópteros militares.
Su arsenal también puede incluir drones equipados con explosivos a control remoto y minas anti-vehículos de carretera, un armamento que fue utilizado en julio durante un ataque en Jalisco y dejó un salgo de seis muertos.
«Los monstruos son la manera de enviar el mensaje: ‘Soy el que manda y quiero que todos vean que yo soy el que manda'», sostuvo Le Cour, experto de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, y agregó: «Son grupos comando que buscan replicar a las fuerzas especiales en la forma en que están armados, cómo están entrenados y cómo lucen».
Jorge Septién, experto en balística y armamento radicado en Ciudad de México, remarcó que la propagación de este tipo de vehículos es otra evidencia de que los criminales del narcotráfico «harán lo que sea para tratar de imponer por medios violentos su dominio contra grupos adversarios y contra la autoridad».
Si bien se cree que estos peligrosos vehículos surgieron en México hace poco más de una década, su desarrollo ha progresado a pasos agigantados, impulsado sobre todo por la participación de miembros de unidades especializadas militares dentro de las organizaciones criminales.
En junio, la Fiscalía General de la República en el estado de Tamaulipas, en la frontera con Texas, informó sobre la captura y destrucción de 14 camiones monstruo, hecho que se produjo luego de la destrucción de otros 11 vehículos similares en febrero.
Estas polémicas camionetas suelen ser ensambladas en talleres rurales por mecánicos de los cárteles, quienes suelen dedicarse a modificar automóviles con el objetivo de contrabandear cargas ocultas de droga a través de las fronteras. Para blindar una camioneta estos utilizan placas de acero, las cuales son trabajadas por cinco o seis hombres durante 60 o 70 días por un costo cercano a los 117.000 dólares.
«Este tipo de vehículos blindados supera por mucho a los armamentos estándar de la policía mexicana», sostuvo un análisis realizado por el medio estadounidense Small Wars Journal sobre conflictos interestatales.
Cabe recordar que estos «narcotanques» son ensamblados a partir de camionetas estándar populares, como la Ford Lobo, equivalente a la Ford F-150 en Estados Unidos, y la Ford Raptor, aunque los delincuentes también suelen utilizar «variantes de camiones de volteo» y vehículos todoterreno ligeros como la Chevrolet Tahoe.
De todas formas, a pesar de su gran armamento y desarrollo, estas camionetas tienen ciertos defectos, ya que la presencia de placas de acero las convierten en vehículos lentos y difíciles de maniobrar, sobre todo en entornos urbanos, motivo por el que suelen averiarse frecuentemente y terminan abandonadas en las calles.