“Yo se que me quieren meter preso, pero se equivocan, yo no soy Zanola”, afirmó Hugo Moyano en una reunión reciente con su grupo de confianza, que compartió unas miradas como para dejar helado al más plantado. El líder de la CGT ya no se engaña. Detrás de los tres allanamientos a la obra social de camioneros ordenador por el juez Claudio Bonadío, intuye la mano del gobierno.
Es que su caso es calcado al del líder de los bancarios Juan José Zanola. Como él, enfrenta una investigación por la presunta participación de su gremio en la llamada mafia de los medicamentos que se dedicaba, por ejemplo, a falsificar historia clínicas de afiliados con enfermedades terminales para cobrar los subsidios del APE. Y al igual que el bancario, Moyano tiene a su mujer como directiva de la obra social.
Como se sabe, Moyano es acaso el único dirigente del país al que los Kirchner no logran colocarle el cascabel. Y pero aún, es uno de los pocos que se puede jactar de haberle ganado al ex presidente casi todas las pulseadas que trascendieron. La última de ellas la que libraron por la presidencia del PJ bonaerense, que el camionero asumirá en las próximas semanas.
Movida que tiene al borde del infarto a los intendentes del Conurbano que crease o no, objetan al camionero por cuestiones de “imagen”. Sobre todo, les corre sudor frío por la espalda, cada vez que Moyano menciona la posibilidad de postularse a gobernador.
“El problema con Moyano es que pone primera y no para, si realmente quiere ser candidato a gobernador ¿Quién se lo va a impedir?”, afirmó a La Política Online uno de los intendentes más importantes de la provincia, quien agregó: “Ya es difícil ir con la boleta de Kirchner, ahora, una boleta Kirchner-Moyano es ilevantable”.
La pelea con De Vido
No es un secreto que el verdadero ministro de Trabajo de este gobierno se llama Julio de Vido. Desde los inicios del proceso kirchnerista, el titular de Planificación se ocupó de llevar personalmente las negociaciones más delicadas con el movimiento obrero, que le reconoce los favores prestados con elogios de improbable comprobación del estilo: “Julio es el ministro más peronista del Gobierno”.
Como sea, esa trabajada relación entró en crisis durante la reciente gira de Cristina Kirchner por China. Allí, en pleno viaje, De Vido se enteró que Moyano estaba presionando fuerte para que se aprobara la creación del Ministerio de Transporte. No es un chiste. La pérdida de la Secretaría de Transporte le representaría a De Vido una sangría de recursos y poder mayúscula.
Para que quede claro, cuando Moyano pide un Ministerio de Transporte, lo que esta pidiendo es el control directo de los miles de millones de subsidios. Hoy la asignación de esos fondos depende de la firma del secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi y del ministro De Vido. Los pagos salen, pero a veces también se atrasan.
Si Moyano tuviera su ministerio sería como entregarle las llaves del Tesoro para que se sirva a voluntad. Es verdad que toda la línea de subsecretarios de Schiavi responde al camionero, pero también es cierto que todavía depende de la firma final de Julio de Vido. Incomodidad que se subsanaría con la creación de la nueva cartera.
En ese marco, la semana pasada se habló de un reemplazo de Schiavi por el subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, un hombre vinculado al gremio de La Fraternidad. De hecho, durante la gira por China, Luna y José María Olasagazti, el secretario privado del ministro, discutieron fuerte y casi se van a las manos.
Comos sea, en principio Cristina Kirchner no está para nada de acuerdo con crear el Ministerio de Transporte, pero esto no significa que el debate esté cerrado. Ya se sabe que el camionero es uno de los pocos dirigentes de la Argentina que logra imponerse sobre el matrimonio presidencial.
Fuente: lapoliticaonline.com