Tras el incendio, los cerezos y manzanos florecieron en la casa de los Mayorga, en Las Golondrinas.
Para doña Corina Méndez, “es un verdadero milagro y una luz de esperanza que nos alienta a la reconstrucción del hogar que se llevó el fuego”.
“Soy nacida y criada en el campo y es la primera vez que veo los árboles florecidos en este mes, ya que siempre ocurre en la primavera. Por allá ocurrió algo muy raro con un membrillo y también tiene flores un árbol de la madre. Como si fuera poco, andan dos gallinas con pollos nuevos”, graficó.
Tras aseverar que “no sé si tiene que ver con el incendio”, la mujer dijo creer “en un Dios grande y poderoso y esto para nosotros es un renuevo de la vida. Después de todo lo que pasamos el 9 de marzo, una vez más aprendemos de la naturaleza”.
Desde su óptica, “lo vivido en la Comarca Andina solo es comparable con el diluvio de la antigüedad que lavó la tierra y dejó todo limpio. Ojalá que este fuego haya limpiado todo lo malo”, reflejó al confesar su pertenencia a la iglesia evangélica El Faro.
Cabe señalar que en otras chacras de la zona también se registró el mismo fenómeno, al igual que el rebrote de pastizales sobre el manto de cenizas, luego de las lluvias.
Ya ingresando a los primeros fríos invernales en la cordillera, la lógica es que las heladas de mayo se lleven las flores y las yemas de los frutales, aunque “es un signo que nos adelanta una etapa mejor, de esto vamos a aprender mucho. El incendio fue un golpe muy pesado y hay que recuperarse. Hay vecinos que todavía no tienen el ánimo para comenzar a levantar algo, quizás sea porque no son muy conocidos. En cambio, nosotros fuimos muy bendecidos”, insistió.
“Nunca me enojé con Dios por el incendio, al contrario, le agradecí porque salimos con vida –agregó-, aquel día estábamos solas con mi hija y estábamos atentas al foco que venía por arriba de Las Golondrinas. Jamás imaginamos que pocos minutos iban a aparecer las llamas que llegaron desde Cerro Radal. Nos quemó todo, nuestra casa y la vivienda de mi hija. Salimos con lo puesto, no salvamos nada, en apenas minutos se fue el esfuerzo de 28 años de trabajo”. De igual modo, recordó que “por muchas noches no pude dormir. Me despertaba viendo otra vez las llamas que se venían por encima de los pinos, en medio de una sensación desesperante. Ahora ya estoy bien, no podemos quedarnos de brazos cruzados, una día hacemos una cosa y al siguiente otro, la vida sigue”.
A su lado, su esposo Abel Mayorga detalló que “también se quemaron los alambrados, las ovejas, las gallinas y los frutales de las cinco hectáreas que tenemos desde hace décadas. Vendíamos cerezas y hacíamos dulce y envasados, ahora hay que empezar todo de nuevo”.
Corina Méndez sumó que además “tenía un invernáculo donde hacia mis verduras, que me dejaban unos pesos todas las semanas. Apenas pueda, voy a levantar otro, porque la tierra es parte de mi vida”.
Ayuda solidariaAcerca de la ayuda recibida para reconstruir su hogar, precisó que “enseguida aparecieron los amigos, los pastores y los hermanos de la iglesia. Estoy muy agradecida de todos los vecinos, porque enseguida pusieron manos a la obra, otros aportaron materiales y un montón de elementos necesarios para volver a levantar las casas. Una familia de Francia nos pagó las ventanas y otra familia de Bariloche compró el techo y el machimbre”. “De otros lugares del país también mandaron su ayuda. De lo contrario, con mi jubilación y la de mi esposo no podríamos comprar todas las cosas perdidas. Todo lo material, de a poco, se va recuperando”, aseguró.
Al día siguiente del incendio, la familia completa “comenzó a sacar los escombros y enseguida nos pusimos a levantar nuevamente las paredes. Mi marido, mis hijos, mi yerno, mis nietos, chicos de 15 y 16 años paleando y haciendo mezcla, trabajando para tener pronto un hogar”, detalló doña Corina.
En referencia al aporte prometido por el gobierno, señaló que “un día vino una señora a decirnos que vayamos a la municipalidad, que nos iban a dar algo, quizás chapas o cemento. Fuimos y lo único que nos dieron fue unos metros de nylon negro. De ellos no tenemos esperanza. Lo mismo les pasó a otros vecinos. Todas las casas que se están construyendo son gracias a la colaboración de particulares y a la solidaridad del pueblo”, remarcó.
Fuente: Jornada