Se preparó para que fuera su Mundial. Y fue su Mundial. La rompió toda, hizo el gol más fantástico de la historia y le dio la alegría más grande a los argentinos. En tierras aztecas fue mito, leyenda, D10S. Barrilete cósmico, de qué planeta viniste…
Fue su momento de gloria. Diego Armando Maradona en su máxima expresión. El mejor de la historia, el gol del Siglo, el genio del fútbol mundial, barrilete cósmico, de qué planeta viniste. Cuando se hable de México 86 se hablará, por supuesto, de él. De su magia, de su gambeta, de esa Copa que levantó y besó, de esa alegría infinita, de ese instante que lo hizo eterno, leyenda, mito. D10S. Inmortal, aunque la noticia más dolorosa, más triste, más increíble, diga lo contrario.
Maradona se preparó para jugar su Mundial. Y fue su Mundial. El Mundial de todos los argentinos. Más allá de haberlo ganado por primera vez en 1978, que en 1986 haya sido con Diego, con sus dos goles a Inglaterra, con el gol más maravilloso de la historia, con la Mano de Dios, lo hace inigualable. Nadie jugó una Copa del Mundo como lo hizo él. Nadie. Por eso también fue el mejor.
Maradona, en su momento más sublime, la definición del gol de la historia. (Reuters/Juha Tamminen)
Ese partido con Inglaterra fue mágico, porque reivindicó la bandera argentina. La guerra de Malvinas todavía estaba presente. Y si bien era un partido de fútbol, él jugó por aquéllos chicos que murieron en la batalla. Por eso fue único, también. Porque defendía la celeste y blanca como nadie. Como un soldado. Como un héroe. Como el que más. “Era como ganarle a un país, más que a un equipo. Aunque no tenía nada que ver con esa guerra, sabíamos que a muchos argentinos los habían matado allá como pajaritos. Y esto era una revancha”, contó Diego de aquella gesta.
Otra imagen del Diez, el Azteca lleno, una postal para siempre (EFE)
El relato de Víctor Hugo quedará para siempre. Sublime, inolvidable, único, irrepetible. Pero hizo mucho más. Ese gol ante Italia para alimentar la clasificación a octavos. Esos dos goles a Bélgica en la semifinal, para dar el paso previo a la gloria. Ese pase único, magistral, mágico, celestial, a Burruchaga, para sellar el 3 a 2 contra Alemania. Para pasar a la historia grande del fútbol. Para hacerse leyenda. Para ser eterno.
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Su última declaración sobre esa Copa que lo hizo el hombre más famosa del Mundo fue en sus redes sociales, a 34 años de aquella conquista. «Cada vez que recuerdo algún campeonato (no tengo muchos, pero este es el más importante de todos), prefiero publicar una foto con los muchachos, una foto con el equipo. Así que pedí́ que me preparen algo así́. A todos mis compañeros les digo que son CADA DIA MÁS GRANDES, y que estoy muy orgulloso de ellos. De izquierda a derecha: Bilardo, Maradona, Ruggeri, Batista, Burruchaga, Giusti, Valdano, Pumpido, Enrique, Cucciufo, Olarticoechea, Brown, Borghi, Bochini, Pasculli, Clausen, Garré, Islas, Trobbiani, Tapia, Zelada, Passarella y Almirón. Y también: Pachamé́, Madero, Moschella, Echevarría, Molina, Onieva, Benrós y @Galindez86OK», publicó.Play VideoEl gol que le anularon a Maradona en México 86Play VideoEl video de Diego con imágenes del partido ante Uruguay en México ’86
Su imagen con la Copa en lo más alto, con el Azteca a pleno, será para siempre. Quedará guardada a fuego en el corazón de todos los argentinos. En cada uno de esos campeones, que fueron sus laderos de esas gestas inolvidables. De Bilardo, el técnico que lo consideró un hijo. Maradona siempre fue Maradona, pero en México 1986 lo fue más que nunca. El mayor ídolo del pueblo argentino. Dicen que una persona muere cuando dicen su nombre por última vez. Por eso, Diego, siempre serás inmortal.