Mataron a un jubilado de un balazo cuando salió a cerrar el portón de su patio

Gerónimo Pedro Madrid González era jubilado del rubro petrolero. El lunes, como todas las tarde, salió a cerrar con candado el portón de su patio, por la inseguridad del sector en donde vivía, en Huergo…

miércoles 18/08/2010 - 9:00
Compartí esta noticia

Gerónimo Pedro Madrid González era jubilado del rubro petrolero. El lunes, como todas las tarde, salió a cerrar con candado el portón de su patio, por la inseguridad del sector en donde vivía, en Huergo 3.869. En ese momento fue baleado desde la esquina de Las Violetas y Huergo. La Policía busca a los asesinos y se barajan dos hipótesis.

Un vecino de esta cuadra se transformó en la víctima número 21 de un crimen en lo que va del año en Comodoro.

El asesinato de un hombre de 64 años, ocurrido el lunes a las 19:15, en barrio San Martín, se convirtió en vigésimo primer homicidio registrado en Comodoro Rivadavia durante este año.

Gerónimo Pedro Madrid González era jubilado de la empresa de servicios petroleros “Emidio Cesarini” y muy respetado por sus ex compañeros de trabajo y sus vecinos. Se trataba de un hombre tranquilo, describieron quienes lo conocían.

Ayer en su velorio se podía escuchar de boca de sus vecinos: “nunca tuvo problemas con nadie”, “era una persona espectacular, excelente”,  “un hombre impecable” y “jefe de familia trabajadora”.

Madrid vivía en Huergo 3.869 del barrio San Martín, frente al jardín de infantes. En esa casa había criado a sus cuatro hijos y actualmente residía allí junto a su esposa y una nieta.

Todos los días, cuando el sol se escondía, Madrid cerraba con candado el portón que da a calle, debido a la inseguridad del sector. El lunes como presagiando su destino, le dijo a su nieta de tres años -con quien acostumbraba a salir a cerrar el portón-, que se quedara en el interior de la casa.

“Quedate a cuidar a tu mamá”, le dijo. La niña molesta y triste por no poder acompañarlo, se quedó sentada en la mesa. Serían las últimas palabras que escucharía de su abuelo.

Gerónimo salió de su casa y recorrió los dos metros que lo separaban del portón que da hacia la calle y cuando estaba por cerrarlo recibió un disparo en el tórax.

No alcanzó a cerrar el portón porque el balazo de un calibre 40 le perforó una de las arterias, traspasándolo de lado a lado. Madrid cayó en el patio ya sin vida.

Cuando sus familiares lo observaron tendido en el suelo, junto a las plantas de aloe vera, salieron a socorrerlo. Nadie hasta ese momento se había dado cuenta de que había sido víctima de un balazo. Llamaron a la ambulancia creyendo que el hombre había padecido de algún problema de salud.

“Incluso ni los médicos se dieron cuenta”, relató ayer a Diario Patagónico su hija. La que se percató de que Gerónimo tenía un disparo en el tórax fue su esposa, quien al agacharse para tocarlo observó el manchón de sangre que el hombre tenía en su pecho.

De ese modo, el cuerpo médico le dio intervención policial a la Seccional Séptima y División Criminalística quienes hallaron las vainas servidas en el lugar al igual que los plomos.

DOS HIPOTESIS
Nadie entendía por qué Madrid había sido víctima de un balazo. Ni su familia, ni sus vecinos.

Una de las hipótesis de sus familiares es que hace unas semanas habían ingresado ladrones a la vivienda de Madrid y como el dueño de casa los vio, el lunes habrían tomado represalias.

Es que el hombre recordaba sus rostros, pero no había hecho la denuncia para evitar problemas. “En una de esas podrían haber sido ellos”, sospechan sus familiares.

La policía baraja otra hipótesis: que Madrid haya sido víctima de una bala dirigida a un joven vecino que purga una condena de prisión domiciliaria por un homicidio ocurrido este año en el sector. Es decir, que Madrid podría haber quedado en el medio de un ajuste de cuentas.

Según las conjeturas policiales, los asesinos de Madrid llegaron a bordo de un automóvil a las inmediaciones de Las Violetas y Huergo. El verdugo se bajó del lado del acompañante y comenzó a disparar hacia la vivienda del vecino de Madrid. En ese momento él salió a cerrar su portón y recibió el balazo mortal.

Los asesinos escaparon, pero algunos vecinos hablaron y lograron darle datos precisos a la Brigada de Investigaciones por lo que al cierre de esta edición se esperaban novedades.

“Ahora no estás seguro ni dentro de tu casa. Acá no hay justicia porque los delincuentes entran por una puerta y salen por otra”, cuestionaba ayer Norma Madrid, hija de la víctima.

Mientras, uno de sus vecinos reclamaba: “acá todos vivimos inseguros. Tenemos que cerrar el portón, poner alarmas. Ya estamos acostumbrados. Seguimos sumando personas que pierden la vida por nada. Los jueces tienen que hacer su trabajo y a los delincuentes no dejarlos libres”.

“Todos tenemos miedo de hablar, te escuchan o te ven y toman represalias. Uno tiene hijos y familia, salís a laburar y no estamos seguros. Es terrible. Acá estamos acostumbrados a los tiros, tenemos un montón de patotas conocidas. Hoy los vecinos decimos basta. Ya estamos cansados”, reconocía otra de las vecinas de la calle Huergo, y amiga de la familia Madrid.

Una familia perseguida por la tragedia

El homicidio de Gerónimo Madrid representa la tercera muerte trágica ocurrida en su familia, ya que en 1997 habían asesinado a uno de sus hijos mientras que en 2001 falleció otro de ellos, a raíz de una presunta mala praxis médica.

El 1 de mayo 1997 Raúl Madrid resultó asesinado en un robo a mano armada.  Había ido a cargar combustible a una estación de servicio y a comprar bebidas.

Los ladrones no tuvieron compasión con él le dispararon directo al cuello. Sus amigos lo intentaron llevar desangrado hasta el Hospital Regional y chocaron. Ninguno de ellos sabía manejar.

Al autor le dieron 9 años de prisión luego de 3 años, recuperó la libertad. “Cuando fui a preguntar por qué estaba libre me dijeron que tenía hijos que mantener, pero él no pensó cuando mató a mi hermano que él también tenía tres chiquitos para darle de comer”, lamenta Norma Madrid.

Con respecto al otro hijo de Gerónimo fallecido, quien dejó de existir en 2001, la familia asegura que fue por una mala praxis en un sanatorio privado. “Ese caso fue tapado, porque nunca se encontró ningún examen, todo se perdió” asegura Norma.

De los cuatro hijos, a Gerónimo solo le quedaban dos. Con ellos intentaba disfrutar la vida, más allá de sus sinsabores, pero el lunes con una certera bala en el tórax le arrebataron la ilusión de ver crecer a sus nietos y bisnietos.

Fuente: Diario El Patagónico

Compartí esta noticia