La Justicia la condenó a prisión perpetua por cuatro crímenes, pero ella solo admitió el último.
TN – «En la vida lo que te va a salvar son esos ojos y nada más”, solía decirle su madre cuando se enojaba con ella. Sin embargo, seducir a los hombres nunca fue un problema para Margarita Celina Herlein, a tal punto que cuando se volvió tristemente famosa por sus crímenes la prensa la llamó “La Probadora de Hombres”. Entre 1962 y 1977 envenenó con un raticida a sus tres esposos y al menos un amante.
En esos años no era una opción viable el divorcio y Herlein directamente se deshacía de ellos.
Asesina serial
Margarita nació en 1936 en Coronel Suárez, pueblo de una importante colonia alemana donde recibió una educación de principios cristianos estrictos. Rubia, de facciones armoniosas y grandes ojos celestes, se casó por primera vez a los 17 años con Juan Gebel, un hombre bastante más grande que ella.
El matrimonio tuvo dos hijos, pero fue recién en 1958, tras el nacimiento del segundo bebé, que se produjo el quiebre en la mujer que marcó un antes y un después en su historia.
Según reconstruyeron las crónicas de esa época, ese fue el punto en el que para Herlein su vida se transformó repentinamente en “una película de mal gusto”.
Herlein buscó los brazos de un amante, un hombre llamado Carlos García, mientras empezaba a planificar en su mente las posibles formas que tenía para deshacerse de su marido.
Un accidente automovilístico en la ruta casi le ahorra el debut como criminal en 1962, pero Gebel logró recuperarse milagrosamente y puso a su esposa en jaque.
Sin ayuda del destino, Herlein recurrió al veneno. Unos meses después y según los registros médicos, el padre de sus hijos murió de un supuesto “cáncer fulminante”. No había ningún indicio todavía que pusiera en duda aquella versión.
Una muerte misteriosa y las segundas nupcias
La flamante viuda, con solo 26 años, se mudó con sus hijos a Olavarría para empezar de cero. Casi paralelamente desapareció en silencio de la historia Carlos García, el amante de Herlein. Tiempo después, se supo que había muerto “con síntomas algo complicados”.
En 1968, la mujer se casó por segunda vez. Lo hizo con Abel Vitale, un carpintero que le alquiló en un principio su casa cuando ella llegó sola con sus hijos al pueblo. Con el tiempo la conquistó y le ofreció casamiento.
La pareja tuvo una hija dos años pero, de nuevo, la llegada de la criatura movilizó en la madre el peor sentimiento. Cuando el carpintero murió, el 22 de octubre de 1972, el diario local El Popular de Olavarría indicó que “el diagnóstico de cáncer en la médula espinal y los huesos” no había convencido a sus familiares.
Otra sospecha y el principio del fin
El músico Juan Seitz fue otro de los hombres que cayó en las redes de la asesina. Se convirtieron en amantes durante los últimos años de Vitale y tras la muerte del carpintero, Herlein se aferró aún más a esa relación.
No obstante, tampoco el enamoramiento del violista duró demasiado y como en los casos anteriores se “enfermó” y murió en el hospital local.
La muerte de Seitz ocurrió en agosto de 1973. Para ese momento, la trágica suerte que corrían todos los hombres que se acercaban sentimentalmente a Herlein ya no pasaba tan desapercibida como antes, pero Ricardo Máximo Janush, su vecino, no pudo resistirse a sus encantos y se convirtió en su tercer esposo.
El último marido de Margarita Herlein, la última víctima
Herlein y Janush se casaron en abril de 1976. Fue el matrimonio más breve de la época. Menos de dos años después el hombre murió en el hospital municipal María Ferrer de la Ciudad de Buenos Aires.
Los médicos que lo atendieron hablaron de una dolorosa y fulminante enfermedad. Los familiares, en este caso, tampoco creyeron en el diagnóstico, pero no se resignaron.
Por el contrario, llevaron sus sospechas a la Policía y se ordenó una autopsia. El resultado fue revelador: Janush había muerto por la “ingestión progresiva de un poderoso raticida”.
Todavía no habían velado los restos de Janush que ya se habían empezado a hacer sentir las primeras especulaciones. Incluso, un diario de Olavarría publicó una nota que por primera vez encadenaba las sucesivas muertes de los hombres que rodeaban a Herlein y ponía el foco sobre los síntomas similares que sufrieron todos ellos.
El tiro de gracia, sin embargo, vino del seno de su propia familia. Un sobrino de Herlein fue quien la denunció formalmente en la Justicia a ella y a su hijo. Entonces recién, Herlein asumió toda la culpa y confesó que había envenenado a su último esposo.
Mientras cumplía la prisión preventiva, Herlein se enteró de que iban a exhumar los cuerpos de sus exmaridos. La suerte ya estaba echada.
La verdad salió a la luz
Los forenses encontraron veneno en los cuerpos de Gebel, Vitale, Seitz y Janush. Aún así, el único crimen que admitió Herlein fue el de la última de sus parejas.
El 3 de mayo de 1979, la Justicia condenó a Margarita Celina Herlein a la pena de prisión perpetua, sentencia confirmada por la Cámara de Apelación Penal dos meses después.
La envenenadora serial fue trasladada a la cárcel de mujeres de Azul donde, según cuenta la leyenda, le confió a otra de las reclusas que estar presa no le parecía tan malo: “Por lo menos, no tenés que pensar en si le gustás a los hombres o no. Por lo menos eso”.