El estallido social en Chile consume al país que no encuentra salida al conflicto. A pesar de las medidas anunciadas por Sebastián Piñera, las manifestaciones siguen replicándose a lo largo del país, con epicentro en la capital Santiago.
Los manifestantes arman barricadas en las calles, en las que prenden fuego para no permitir el paso de los agentes policiales. Los saqueos se replican en negocios e instituciones.
Si bien los violentos choques entre Carabineros y manifestantes no se han cobrado nuevas víctimas fatales –la cifra quedó en 22-, no hay indicios de que pueda llegar la paz al país trasandino a días de cumplirse un mes del comienzo del conflicto.
A un año del asesinato de Camilo Catrillanca, joven mapuche baleado durante un operativo de las fuerzas policiales, se llevarán a cabo más de 40 actividades en su memoria. Por redes sociales se convocaron más de una docena de concentraciones y vigilias a lo largo del país para conmemorar la muerte de Catrillanca.
Por otro lado, el mundo se hace eco de la gran cantidad de personas con pérdida de la visión debido a las salvajes represiones por parte de Carabineros. Dicha situación se refleja en los carteles de los manifestantes: «Nos quitarán la vista pero no la memoria», consigna uno de ellos.
En este escenario de máxima tensión, la fuerzas políticas apuran en el Congreso un acuerdo sobre una nueva Constitución que permita destrabar la crisis, la mayor desde el retorno a la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
