A través de un complejo esquema que imitó el formato de la red social, un hacker atacó a Sol Solnik para despojarla de su perfil que luego se convirtió en la cuenta de una barbería. El caso ya está en la Justicia federal, comenta INFOBAE.
“Primero me robaron el Instagram, después me hackearon el mail y finalmente el delincuente me acosaba pidiéndome fotos y videos míos para recuperar mis cuentas”, cuenta Sol Skolnik, de 33 años y empleada en un restaurante de Quilmes, que comenzó su calvario digital hace menos un mes cuando fue engañada por una de las mafias internacionales que se dedica a robar cuentas de redes sociales muy populares para luego cambiar los datos, borrar las fotos y venderlas en el mercado conservando el gran valor que poseen: los seguidores.
Hoy, su caso está denunciado en la Justicia federal. Su causa tramita en la fiscalía del fuero en Quilmes, a cargo de Adrián Rigonato. Sol todavía no pudo recuperar nada de lo que le robaron. Hoy, lo que era su cuenta está en manos de un comercio extranjero, una barbería, luego de más de una decena de cambios de nombre.
“En el momento sentís mucha bronca y al mismo tiempo la sensación horrible de que algo te falta, de que te robaron. Uno se acostumbra a interactuar por las redes sociales y yo particularmente transmitía buena onda por ahí por lo que te hace poner mal. Tratas de pensar que es solo una cuenta y listo pero no es tan así porque uno vuelca mucho de sí en esos lugares. Ni hablar todo lo que viví después con el robo del mail y el acoso de este tipo, mucha impotencia”, relata Sol.
El robo comenzó el 3 de julio cuando Sol recibió un mensaje directo en Instagram donde le decían que finalmente su cuenta estaba apta para ser verificada, es decir, de recibir el tan ansiado tilde azul que indica que la cuenta es “oficial”, que acredita su identidad.
“Yo lo había solicitado varias veces a través de la aplicación, entonces cuando me llegó el mensaje pensé que por fin habían visto mi pedido. El mensaje era de una cuenta que tenía el logo de Instagram y decía algo así como “Support IG”. Entré para chequear y tenía cientos de miles de seguidores que es lo primero que uno mira para corroborar. No vi nada raro y tomé ese mensaje como válido. Fue mi primer error”, continúa.
La cuenta de Sol tras el robo, con otro nombre.
El mensaje que recibió la víctima le indicaba que para realizar el trámite de verificación debía aportar los últimos 4 números de su teléfono celular para que, a través de un mensaje de texto, le llegue un código de validación de 7 cifras. Efectivamente llegó ese número a su celular, era el “5036633”. El siguiente paso era ingresarlo en el mismo mensaje directo de Instagram para, teóricamente, “comprobar” que era ella. Le hicieron repetir este paso cuatro veces y hasta llegaron a mandarle el código por WhatsApp e inclusive la apuraban diciéndole que “de lo contrario, no podemos ayudar a su cuenta y se desactivará permanentemente”.
“Este paso no tiene ningún sentido en si más que darle a la víctima la sensación de que es algo real y que efectivamente se está realizando el trámite”, dice Diego Migliorisi, especialista en cibercrimen.
Queda una duda: ¿cómo lograron tener el teléfono celular de Sol si ella solo había aportado los últimos 4 dígitos? “Hasta ahora es un misterio, posiblemente hayan obtenido su teléfono de una maniobra similar de hace algunos meses en la que ella hizo clic en algún link sin darse cuenta pero aún no lo sabemos”, señala uno de los investigadores del caso.
Lo cierto es que una vez que le aceptaron el código la hicieron ingresar a un link que la redireccionaba a un sitio con todas las características de Instagram: su tipografía, colores y logo. Ahí le solicitaba que ingresara usuario y contraseña. “La verdad que no me di cuenta, fui una boluda que caí. Parece que no te va a pasar nunca pero era todo tan real que me engañaron”.
Ya con la contraseña el delincuente se hizo de la cuenta de Instagram y cambio la clave, borró todas las fotos y modificó el nombre. Sol intentó reclamar y hasta suplicar en el WhatsApp al cual le habían mandado el código de verificación pero ya la habían bloqueado. “Te empezás a desesperar porque no entendes lo que está pasando. Encima como yo tenía un mail asociado a la cuenta, el chorro se la jugó y probó con la contraseña de Instagram a ver si era la misma en el mail y si, efectivamente, yo erróneamente tengo la misma clave para todo así que también se quedó con la casilla. Solo llegue a cambiar la de Facebook”, dice la víctima.
El nuevo dueño: una barbería.
La comunicación con el hacker
“Como yo tenía el mail instalado en mi celular, cuando esta persona ingresa en mi correo y empieza a cambiar los datos, me empiezan a llegar las notificaciones de los cambios hasta que modificó la contraseña. En uno de esos aviso que me hace la aplicación veo el número de celular que esta persona había asociado. Logré hacerle captura de pantalla y después de varios días de intentarlo me comuniqué con él”, asegura.
El número de teléfono que el hacker asoció al mail de Sol es de Turquía. Mientras ella intentaba hacer contacto con esta persona su cuenta de Instagram, según le contaron sus amigos que aún permanecían como seguidores, empezó a cambiar de nombre sistemáticamente.
Lo primero que hicieron fue sacar la foto de perfil y borrar el nombre de Sol y cambiarlo por “Steme Muhammed” aunque conservando las fotos. Luego terminaron borrando todo. Según los registros de la aplicación cambió 12 veces de nomenclatura. Hasta que finalmente quedó “Ace of Fades: Barber Shop & Academy”, un comercio en una referencia al clásico himno metálico del grupo Motörhead que promociona artículos de peluquería y que hasta incluso hace transmisiones en vivo vendiendo productos, aunque sin mostrar la cara.
“Cuando finalmente hablo con el hacker se empieza a hacer el desentendido, me dice que se trata de un error. Primero me cortaba después empezó a hablarme un poco más. Me decía que estaba en México, que él no sabía nada. Hasta que de pronto empezó a acosarme, me pedía constantemente fotos y videos para devolverme mis datos, hasta quiso varias veces que hagamos una video llamada que obviamente no accedí”, relata la víctima.
Cambios de nombre: las sucesivas identidades que atravesó la cuenta.
“La cuenta de Sol seguramente fue captada en Turquía y vendida a alguien en el mercado negro. Un dato importante es que de los 317 mil seguidores que ella tenía sólo se perdieron 5 mil. Esa es la proporción de perdida que calculan estos delincuentes. En el mercado negro el valor de una cuenta así es muy variable pero puede estar entre los mil y 30 mil dólares”, indica uno de los especialistas que está ayudando a la víctima a recuperar su vida digital.
Ya con la certeza de que no iba a poder hacer nada por su cuenta, Sol decidió ir a la Justicia. Recorrió varias comisarías y fiscalías de la zona que no quisieron tomarle su denuncia hasta que finalmente la causa fue aceptada por la fiscalía federal de la zona a cargo de Adrián Rigonato.
Si bien aseguran fuentes judiciales que se trabaja en el tema, la pandemia y las urgencias propias de la cuarentena (la Justicia federal se encarga de las violaciones del DNU presidencial) hacen que todo se ralentice y que por ahora no haya ningún avance significativo.