El Presidente afirmó que en el mundo “no hay vocación” de financiar a la Argentina si no se demuestra que se va a recortar el gasto público y llamó a un gran acuerdo político, en el que incluyó a la CGT y los empresarios, para definir cómo hacerlo. Dio por superada la crisis y ratificó al equipo económico. Volvió a defender el tarifazo.
Durante una conferencia de prensa ofrecida en Olivos, el presidente Mauricio Macri dio por superada “la turbulencia cambiaria”, que le costó al país 10.000 millones de dólares en las últimas semanas, definió al déficit fiscal como “una mochila que nos ha aplastado” durante más de 70 años, advirtió que el mundo “ha desaprobado la velocidad con la cual estamos reduciendo nuestro déficit”, prometió 20 años de crecimiento continuo, y convocó a la oposición, a los empresarios, a los sindicalistas y a las organizaciones sociales a un gran acuerdo nacional.
Luego de reconocer falta de coordinación entre la autoridad monetaria y el equipo económico, Macri confirmó lo que ya había adelantado el ministro Hacienda, que habrá “más inflación y menos crecimiento”, y delegó la lucha contra la inflación en el Banco Central.
Respecto de la media sanción que ya consiguió la oposición en la Cámara baja a su proyecto de retrotraer las tarifas de la luz, el gas y el agua a diciembre de 2017, el Presidente repitió que “hay que pagar lo que cuesta la energía”, y afirmó que será la Argentina la que decida cómo llegar a las metas que el Gobierno acuerde con el Fondo Monetario Internacional. “Fuimos nosotros los que fuimos a pedir dinero”, y el Fondo, “como cualquier prestamista, querrá saber cómo le vamos a devolver el dinero”, agregó el mandatario, quien definió el Stand-By del organismo internacional como una “una gran oportunidad, una herramienta que nos dará más estabilidad”.
Sin aludir en ningún momento el costo que debió pagar el Gobierno para frenar la corrida, Macri dijo que la única autocrítica que se haría era “haber sido demasiado optimista”. Entre las razones de la crisis mencionó el aumento de la tasa de interés en Estados Unidos, que absorbió parte de los capitales especulativos que estaban en la Argentina, razón por la cual su ministro de Finanzas colocó más deuda de la necesaria a principios de enero en el mercado internacional «previendo lo que pasaría». “Nadie puede vivir gastando más que lo que gana», insistió más adelante.
Por último, defendió la transparencia de la negociación con el FMI, dijo que “ahora no hay nadie tirando bolsos en un convento”, y negó que el organismo internacional fuera a imponer condiciones. En relación a su exhortación a un gran acuerdo nacional, sostuvo que “estamos más abiertos que nunca” y reclamó a la oposición que respetara el presupuesto que se votó en diciembre pasado, cuya meta de inflación (del 10 por ciento) modificó el propio Ejecutivo menos de 24 horas después de que hubiera sido aprobado en el Congreso Nacional, llevándola al 15 por ciento, meta ya incumplible teniendo en cuenta que la inflación del primer cuatrimestre ya trepó al 9,6 por ciento.