Para prometer la meta de llegar a Pobreza 0, como lanzó en la anterior campaña electoral, el Presidente Mauricio Macri tendría que haber hecho crecer la economía del 3% anual durante este mandato, y continuar igual en el siguiente, al ser reelecto. Asimismo hubiera necesitado reducir la inflación respecto de la heredada, y aún con todas estas condiciones, en 8 años la pobreza podría haber llegado, en el mejor de los casos, al 20/25%.
De todos modos, también requeriría el complemento de políticas destinadas a la asistencia, transferencias monetarias, salud y educación pública gratuita, programas de vivienda y articulación al trabajo. Un trabajo presentado en el XXXIII Seminario de Presupuesto Público, organizado por ASAP, coincide básicamente en tal sentido con el diagnóstico formulado por el economista del IAE Business School de la Universidad Austral, Eduardo Fracchia.
La Administración Macri podría haber estado terminando el primer período con la pobreza no en el 0, pero sí en un 25%, con sólo haber hecho crecer la economía al 3% anual en los 4 años.
Y, en ese caso, como el éxito le aseguraría la reelección, llegaría al medio término del 2° tramo con 10 puntos menos que cuando asumió en 2015, en torno del 20%.
Pero para llegar a 1 dígito, se necesitarían por lo menos otros 20 años de palo y palo con el vector del PBI empinado constantemente hacia arriba, para de ahí recorrer otro trecho hasta que en 2043 se podría alcanzar el 0 prometido en la anterior campaña.
La simulación se extrapola de un estudio sobre pobreza por ingresos efectuado por el Centro de Estudios Distributivos (CEDLAS) de la Universidad de La Plata, y presentado en el XXXIII Seminario de Presupuesto Público organizado por ASAP.
El director de CEDLAS, Leonardo Gasparini, expuso los datos, pero lejos de hacer proyecciones fantasiosas, se mostró preocupado por la consolidación de la pobreza dentro del país, cuyo último índice, presentado por el INDEC el mes pasado, dio como resultado un 32% de la población.
Confirmó un diagnóstico estructural de pobreza similar al que viene signando los últimos 40 años y que lo torna casi imposible de bajar del 20%.
El estudio considera que el crecimiento económico es más efectivo para reducir la pobreza que la redistribución de la riqueza y desde 1974 la producción agregada por habitante promedió 0,7 puntos del PBI al año.
De haber estado alineado con el resto de la región (52%), la pobreza debería rondar el 14%. Hubiera sido mucho pedir emular el 135%, ya que hubiese hecho descender la pobreza en la Argentina a un 6%.
Peor habría sido la proyección de la híper de 1989, porque con la actual medición del INdEC el índice se hubiera disparado al 57.8%, y ni hablar del estallido de 2001, que lo impulsaría al 66,2%.
En Latinoamérica, desde los ´80 a la actualidad, sucedió al revés: bajó del 71,8% a 55,3%.
Gasparini demostró que el problema argentino no está en la insuficiencia de políticas destinadas a asistir la pobreza, como transferencias monetarias, salud y educación pública gratuita, programas de vivienda y articulación al trabajo, sino que falta que la economía crezca.
E inclusive remarcó el considerable esfuerzo fiscal que realiza el Estado, que se traduce en un gasto público que supera el 40% del PBI consolidado.
Recesión e inflación fabrican pobres
En cambio, el director del Área Economía del IAE Business School de la Universidad Austral, Eduardo Fracchia, atribuye el incremento de la pobreza y su estancamiento en torno del 30% a la inflación entre 20% y 50% anual que se instaló hace varios años y la recesión-estancamiento del 2do gobierno de Cristina Kirchner y el de Mauricio Macri.
Si bien se la modera con los planes sociales, como es el caso de la asignación universal por hijo, se trata de “un lugar común que la población en villas de emergencia ha crecido y mucho desde los ’90. En la capital federal, en particular, este aumento ha sido muy importante”, sostuvo –según publica Urgente 24-.
Sin embargo, va más allá que de una clasificación realizada a partir de la metodología oficial que toma como referencia la línea de ingresos y su acceso a la canasta básica, ya que la complementa con la existencia de una cantidad importante de indicadores complementarios, como la pobreza subjetiva, la vulnerabilidad social y la pobreza multidimensional.
Parafrasea a Peter Drucker, cuando dice que «es un fenómeno de naturaleza cultural y por eso es relevante romper el círculo perverso de la falta de educación y salud».
Por otra parte, como afirma Abel Albino, fundador de Conin: «no es solo de ingresos, es de proyectos, de vida, de horizontes y de afectos».
De modo que, además de crecer, es menester educar, y un punto básico es acceder a cloacas, gas y agua potable.
Fue en ese aspecto donde el presidente Mauricio Macri hace poco se mandó un blooper, al responder a una pregunta sobre la agudización de la pobreza al ritmo de la crisis: “Hay un millón y medio de personas que tienen cloacas y que antes no tenían, y convivían literalmente con la mierda”, espetó, casi como coro griego, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo repitió durante su informe al Congreso: “La pobreza está en el mismo lugar que en 2015, pero con una diferencia: nosotros pusimos cloacas”, señaló.
El INdEC desmintió a ambos casi de inmediato al publicar un informe titulado “Indicadores de condiciones de vida”, basado en la Encuesta Permanente de Hogares, donde se consignan datos oficiales respecto de la cobertura de servicios esenciales como agua potable, cloacas y red de gas natural.
La conclusión es lapidaria: ninguna de esas 3 redes mejoró su cobertura territorial en los últimos 2 años.
Los datos actualizados corresponden a áreas urbanas –a 31 aglomerados específicos- y al 2do semestre de 2018, muestran que el 89.8% de los hogares censados tiene acceso a agua potable, el 70% tiene cloacas y el 70.4% está alcanzado por las redes de gas natural.
Los números son prácticamente idénticos a los relevados en diciembre de 2016, cuando había 89.4% de acceso al agua, 70.1% de acceso a las cloacas y 71.4% de acceso a gas natural.
En el marco del Plan Nacional del Agua para 2019, el gobierno se había propuesto alcanzar el 100% de acceso a agua y 75% de acceso a cloacas.
La educación y el aumento del empleo privado formal e informal, por más precario que sea, están en el centro de la cuestión social.
Fracchia le recomienda al próximo Gobierno fijar como meta para el 2023 que se llegue con un 20% de hogares pobres, un desafío que considera ambicioso pero posible para la próxima gestión.