La intención del Gobierno de reforzar su vínculo con un sector que constituyó desde el principio la base de apoyo político del PRO, y que en los últimos tiempos había manifestado una desilusión con el macrismo, no tuvo éxito. Según un estudio de la Universidad de San Andrés, la aprobación de las clases medias bajó del 41% al 35% en el último mes del año.
Tras el cierre del G20 varios analistas se enfocaron en la intención lograda o no del Gobierno de reconciliarse con la clase media. Más precisamente, la intención de reforzar su vínculo con un sector que constituyó desde el principio la base de apoyo político del PRO, y que en los últimos tiempos había manifestado una desilusión con el macrismo.
Lo dijeron los líderes de opinión en las redes sociales: hay un clima de reconciliación, cierta sensación de orgullo nacional recuperado.
Y, sobre todo, abundaron los recordatorios entre el contraste de estilo entre Mauricio Macri y el de Cristina Fernández, de tono agresivo y rebelde, que en sus participaciones en el G20 siempre marcaba discursos de tono crítico hacia las potencias.
Y, una vez más, se habló de la corrupción a la hora de negociar inversiones extranjeras: «Nosotros tenemos las manos limpias y está todo claro», dijo el Presidente.
Macri apeló al factor emocional, a la recuperación del optimismo y del orgullo nacional, frente a una tropa que venía alicaída por la sucesión de malas noticias en la economía y por el desplome de la imagen de Macri ante la recesión y el aumento de la presión impositiva.
El analista Jorge Asis analizó con agudeza que el llanto de Macri en el Colón podía tener en el Gobierno un efecto comparable al que tuvieron los festejos del Bicentenario para Cristina Kirchner.
«Con la húmeda emoción del final, El Ángel Exterminador conmovió a su electorado hasta el exterminio. Desde el beso de la señora Juliana en el debate con Scioli que no se registra un hallazgo escenográfico de semejante magnitud. Felicitaciones», escribió en su cuenta de ‘Twitter’.
Pero, ¿realmente Macri logró reconectar con su electorado en un plano emocional, algo que hasta ahora le había costado, y que puede recordar al tipo de conexión emocional que lograba Cristina con su militancia cuando, con su vestido negro de luto, lloraba en los actos públicos?
Según un estudio de la Universidad de San Andres, la respuesta a priori sería que «no». La última ‘Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública’ que realizó arrojó un dato duro sobre la aprobación de la gestión del presidente en la clase media.
Realizado sobre 1.015 casos entre el 23 de noviembre y el 6 de diciembre, revela que la aprobación de ese sector social bajó del 41% en octubre al 35% en diciembre.
El doctor en ciencia política (UBA) Diego Reynoso, director del estudio, aseguró en diálogo con el sitio ‘Letra P’ que Cambiemos ha llegado a su piso en diciembre, identifica a la situación económica como el debate más negativo para el oficialismo y pronostica que Cambiemos encuentra ante la encrucijada de sustituir el malestar económico con el relato sobre la seguridad y el orden, en un marco de prioridades donde también podría consolidar su base antiperonista.
«La tendencia indica que la imagen del Gobierno se ha erosionado más en las clases medias que en las altas y en las bajas. Y esa tendencia está fuertemente asociada a lo económico, donde la inflación es lo que más repercutió», manifestó, y aclaró que «hubo otros (factores), de orden más simbólico que material. En los sectores más bajos el gobierno se cayó a mitad de año y ya no volvió a recuperar. De todas formas, el 35% de aprobación promedio es la resultante de muchos factores. Hay un efecto de compensación, donde se conjuga el «me puede ir mal en la economía, pero creo que en materia de seguridad están haciendo las cosas bien», por ejemplo. Sin dudas la economía afecta a todos los sectores pero, para sintetizar, en los diferentes segmentos hay otros factores que pueden compensar el mal desempeño como la seguridad o el G20 en los sectores medios y bajos, por poner un ejemplo».
Además, explicó que «desde la mitad de año en adelante el «efecto dólar» tuvo un impacto directo en la percepción de los sectores medios, tanto en temas vinculados a sus condiciones materiales de vida como a las expectativas de las clases medias. Lo cierto es que afectó mucho y la sensación de malestar fue y es muy grande, incluso en los sectores que de algún modo se benefician, especialmente aquellos que tenían dólares. Para ellos, la percepción sobre la gestión de economía sigue siendo igualmente mala», sentenció.