Cuentan que el Presidente tuvo un ataque de furia al quedar offside tras anticipar una baja de la inflación que fue desmentida un día después por el INdEC. Ahora, busca noticias positivas para generar una agenda de «la felicidad» con la cual encarar las elecciones.
«El que se quema con zapallo sopla hasta la sandía», reza un dicho rural en el sentido de evitar -como dice otro dicho- «tropezar 2 veces con la misma piedra».
Pero en el gobierno de Mauricio Macri no escarmientan y vuelven a girar sobre los mismos errores de comunicación. Aunque el Presidente se puso como objetivo no hacer previsiones sobre la economía, pasó por encima de esa regla autoimpuesta y la semana pasada -mal asesorado- se envalentonó al asegurar que la inflación «ya está bajando».
Menos de 24 horas después, el INdEC informó que la suba de precios de enero fue de casi del 3%. O sea, la inflación no sólo no bajó en relación a diciembre, sino que subió frente a ese mes y a enero de 2018, cuando fue del 1,8%.
El golpe no sólo se sintió en el discurso, sino también en la práctica, ya que la interrupción de la desinflación que se venía produciendo desde octubre obligó al Banco Central a revertir su postura de recorte de tasas y las subió en las últimas 2 ruedas. Los altos rendimientos financieros son unas de las trabas de la actividad económica ya que encarecen los créditos a la producción.
Al igual que la alta inflación, la recesión será una constante este año. Economistas de consulta del Presidente -ajenos al Palacio de Hacienda- ya le anticiparon que de producirse un crecimiento económico no será suficiente como para que eso solo le garantice la reelección. En cuanto a la inflación, nadie le promete a Macri que será inferior al 30% anual. Incluso, podría ser más.
Cuentan que el affaire de la inflación de enero puso de muy mal humor al Presidente, que habría pedido un inmediato cambio de agenda. Esto no implica ninguna modificación a la gestión de la economía -Macri se cansa de repetir que «este es el camino»- sino de aplicar un giro en la conversación. Dejar de hablar de inflación, dólar y recesión (la agenda negativa), y tratar de instalar una agenda positiva del crecimiento.
«Macri analizó que el cambio de agenda económica, dejando de lado la fiebre cambiaria por una discusión que vuelva a incluir capítulos como producción, empleo, exportaciones y, quizá, crecimiento, es lo que debe primar desde la semana próxima. Y que todo el Gabinete debe concentrarse en este tipo de medidas. Y buscarlas donde las haya», cuenta este martes Carlos Burgueño desde su columna de Ámbito Financiero.
Lo que busca Macri es cambio de humor bastante complicado de alcanzar, porque implica -otra vez- promesas sobre la realidad concreta de erosión de los salarios, sólo para citar un caso.
Tapar el bosque de la recesión y la inflación con algún brote verde.