Las zoonosis son las enfermedades infecciosas que se transmiten de animales a personas. El Coronavirus es una de ellas. Pero en los 20 años que llevamos del Siglo XXI, desde Oriente y México se desataron 4 pandemias. El SARS, la Gripe Aviar, la Gripe Porcina y el Covid-19. Los mercados de animales en China y el pangolín como probable factor de contagio. Informe completo del sitio web Infobae:
El olor es como un puñetazo en medio de la cara, aturde y hace tambalear al que ingresa. El piso de cemento apenas se ve. Está cubierto de plumas, escamas, piel rugosa, vísceras. Cada unos cuantos metros hay charcos de sangre. Cada centímetro está mojado. En los tachos desbordantes, restos pudriéndose. En cocinas improvisadas, conectadas a unas especies de garrafas, animales se van cociendo. En largas mesas se amontonan los cadáveres de distintas especies: esperan un comprador, que seguramente encontrarán antes de que termine el día. Las jaulas apiladas parecen infinitas. Hay perros y gatos. También murciélagos, camellos, koalas, cachorros de lobo vivos, cigarras, escorpiones, ardillas, zorros, salamandras, tortugas, serpientes, cocodrilos, civetas, puercoespines, pangolines, ratas de bambú, pavos reales, avestruces y aves de todo tipo.
Así era el mercado de Wuhan y así eran cientos de mercados de venta de animales salvajes y domésticos, vivos y muertos, en China. A esas especies se las utilizaba como alimento o para algunas prácticas de medicina china. El gobierno de ese país ordenó su cierre hace un tiempo, desde que se desató la ola de Coronavirus que se transformó, a toda velocidad, en pandemia. Los científicos creen que el Coronavirus, la primera infección, el comienzo de la diseminación se produjo en el mercado de Wuhan. Esos mercados húmedos (se los llama así porque el suelo está cubierto casi en su totalidad por sangre y agua) constituyen una doble amenaza. Por un lado se somete a los animales a un trato cruel y por el otro son perfectos hábitats, la atmósfera ideal para la transmisión de enfermedades zoonóticas.
Las zoonosis son las enfermedades infecciosas que se transmiten de los animales a las personas. El coronavirus es la cuarta pandemia de origen zoonótico del Siglo XXI. El SARS, la gripe Aviar (H5N1), la gripe porcina (H1N1) y ahora el Covid-19. Luego del cambio de milenio, los especialistas eran optimistas. Consideraban que las enfermedades originadas en los países orientales, alejados y con otras costumbres, no podrían afectar en Occidente si se establecían protocolos adecuados y gracias a sus desarrollados sistemas sanitarios y a la especialización de su profesionales médicos. Se equivocaron.
Los microorganismos que provienen de los animales tiene la virtud maligna de multiplicarse con una facilidad atroz (lo pueden hacer más de un millón de veces en un día) y encuentran con rapidez cualquier resquicio o debilidad del sistema inmunológico para ir dañando.
Las investigaciones más avanzadas hasta el momento en la búsqueda del animal que originó el Covid-19 apuntan a los pangolines. Estos habrían adquirido el virus, que luego mutó, de los murciélagos. La secuencia sería así: un murciélago mientras vuela elimina sus excrementos sobre la vegetación, tiempo después un pangolín en busca de hormigas y otros insectos (que constituyen su principal alimento) al comer alguna de ellas también ingiere parte de lo eliminado por el murciélago, y por ende, en su cuerpo ingresa el virus; luego ese pangolín entra en contacto uno de esas mercados de animales con un humano, el virus sufre otra mutación y se desparrama entre la humanidad.
El pangolín es un animal en peligro de extinción porque es muy solicitado en Oriente. Se lo utiliza en la medicina china, se lo consume como alimento y además su piel y sus escamas son valoradas y solicitadas.
Al principio, los investigadores creyeron que los murciélagos habían sido los que directamente contagiaron el virus a los humanos. Los estudios más recientes (en realidad todos lo son) afirman que el pangolín fue el segundo huésped y que de allí el virus se transmitió a las personas.
Los científicos todavía no pudieron probar de forma definitiva que ese animal transmisor fue el pangolín aunque todo parece indicarlo. Lo que sí demostraron es que el coronavirus tiene origen animal. Dato que los amantes de las teorías conspirativas prefieren obviar. Los consparanoicos no desean escuchar razones ni investigaciones fundadas. Necesitan a quien culpar, tejer una narrativa que concuerde con sus prejuicios.
A esa lista se puede sumar a algunos funcionarios chinos que en las últimas semanas trataron de difundir el rumor que el virus fue una creación de laboratorio de Estados Unidos para minar el poder económico y social de su rival oriental. Esta teoría conspirativa choca o en realidad marida con la que sostiene lo inverso: que los chinos crearon y diseminaron el coronavirus para poder mandar en el mundo.
En este siglo, la primera alarma ocurrió en el año 2002 con la irrupción del SARS, un coronavirus bastante parecido al actual. Tuvo su origen en otro de esos animales salvajes que circulan por los mercados chinos, la civeta. Los contagios fueron poco más de 8400 pero lo que sorprendió fue su alto poder letal. Más del 10 % de los contagiados murieron. Hubo casos en 29 países diferentes.
Luego de que se desató esa pandemia, los mercados de animales salvajes fueron prohibidos en toda China, en Vietnam y en otras partes del sudeste asiático. Sin embargo volvieron a resurgir muy pronto.
Luego del SARS, en 2005 apareció la Gripe Aviar (H5N1). Se originó en la provincia de Cantón, también en China. Era un tipo de gripe que afectaba a las aves y traspasó a los hombres. Los casos no fueron demasiado: un par de centenares de pacientes. Aunque el índice de mortalidad fue altísimo. El 59% murió luego del contagio. Se diseminó por al menos 13 países. Debió entablarse una campaña muy estricta y se dispuso el sacrificio de 120 millones de aves para evitar la propagación.
Esta variante no se contagia entre los humanos. Sólo se da de aves a personas, lo que disminuye sensiblemente los números de casos. Sin embargo, luego del 2005 hubo varias olas más de contagio.
A principios de 2017 China padeció la sexta ola de la Gripe Aviar. Fueron menos de mil casos pero el porcentaje de fallecimientos siguió siendo muy alto, cercano al 50%. La Organización Mundial de la Salud estimó que en el último lustro murieron 615 personas por esta enfermedad. La OMS también lanzó un llamado de atención respecto al gran poder de mutación de este virus que en cualquier momento puede convertirse en transmisible entre los humanos con el grave riesgo que conlleva.
En el 2009 se declaró otra pandemia. La de la Gripe Porcina (H1N1). O la Pandemia de la Gripe A. La gripe que concientizó a las poblaciones de todo el mundo de lavarse las manos y que puso en primer plano al alcohol en gel. La infección no se daba a través del consumo de carne de cerdo. El camino de ese virus fue intrincado. Una cepa aviar, con dos porcinas que se terminaron combinando con una humana. Primero en los cerdos, luego el contagio a un humano y al final la transmisión entre personas. Esa serie de mutaciones produjo un virus que se propagó velozmente. El origen estuvo en México y en el Sur de Estados Unidos. Allí se conocieron los primeros casos. De allí se esparció hacia el resto del mundo. Otro de los nombres con los que se la conoce: la Gripe Norteamericana. El número de víctimas es impreciso. Oscila entre los 200 mil y los 500 mil según la fuente. Los contagiados fueron millones por lo que no tuvo tanto poder letal. Las estimaciones hablan de que entre el 10 y el 20 % de la población mundial contrajo esta gripe.
Las enfermedades provenientes de animales, las zoonosis, son unas de las amenazas más importantes que enfrenta el mundo. Así lo ha sido a lo largo de la historia. Cuando estas se manifiestan y se diseminan por el mundo provocan desastres. Dolor, enfermedad, muerte, estrago económico, pérdidas de trabajos, crisis sociales.
A las enfermedades ya mencionadas se pueden agregar, entre otras, en los últimos 100 años a la (mal) conocida como la Gripe Española, la pandemia de Gripe de 1968, el HIV, “la Vaca Loca”, MERS o el Ébola. Más de cien millones de muertos. Todas comparten un origen común. Un virus que se encuentra exclusivamente en animales que luego muta, ingresa en personas y se produce contagio como patógeno nuevo humano.
Como se ve China no tiene el monopolio de ser la cuna de este tipo de enfermedades. Algunas tuvieron su punto de partida en Estados Unidos, en México, Gran Bretaña o África, entre otros lugares (hasta hay algunos científicos que sostienen que la Gripe Española no estaría mal bautizada y tuvo origen en España).
La transmisión de enfermedades entre animales y seres humanos no sólo se produce pro mutaciones genéticas. Pueden ser provocadas también por mordeduras o picaduras. O por la ingesta de alimentos y agua con parásitos (como la Peste Negra, la malaria o el Dengue, por ejemplo).
La OMS en 2004, luego de la irrupción del SARS, lanzó una contundente advertencia a través de Francois Meslin, el en ese entonces coordinador de control de enfermedades zoonóticas: “Una de las conclusiones es que las enfermedades animales que se pueden transmitir a personas están surgiendo como una grave amenaza regional y mundial, cuya magnitud es muy probable que aumente”.
La relación con los animales es inevitable pero el riesgo sólo irá en aumento debido a las conductas humanas. Ya sea por la vida con animales domésticos, las modificaciones que provoca el cambio climático, o la intrusión por parte de las personas de los espacios salvajes.
Los naturalistas sostienen que las infecciones se producen, por lo general, por el avance de la humanidad sobre los espacios silvestres, por la invasión de los lugares que los animales habitan: la población crece y cada vez se urbanizan más espacios verdes. También por su comercio y por el consumo indiscriminado de ellos.
El profesor Edward Holmes, prestigioso virólogo evolutivo, publicó recientemente un trabajo en el que señala al pangolín como el más que probable origen del Covid-19. En su escrito exige que las autoridades de salud pública de todo el mundo se avoquen a controlar y prohibir el comercio de animales salvajes y exóticos y que se retiren de la venta a las mamíferos silvestres y aves.
El doctor Holmes, como varios de sus colegas, lanza una advertencia sobre el futuro. Exige que se tomen medidas para evitar que la actual pandemia no vuelve a repetirse. O al menos dificultar el escenario de su aparición. “Está claro que la vida silvestre contiene muchos coronavirus que podrían surgir potencialmente en humanos en el futuro. Una lección crucial de esta pandemia para ayudar a prevenir la próxima es que los humanos deben reducir su exposición a la vida silvestre, por ejemplo prohibiendo los mercados y el comercio de vida silvestre”.