Los secretos de la fortuna de Shaquille O’Neal: cómo logró ganar más dinero que cuando brillaba en la NBA y por qué no lo comparte con sus hijos

La faceta empresarial de uno de los 10 mejores jugadores de la historia. Qué consejos escuchó, qué decisiones tomó y en qué invirtió para tener hoy una fortuna que supera los 400 millones. Cuáles son…

lunes 23/05/2022 - 9:10
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La faceta empresarial de uno de los 10 mejores jugadores de la historia. Qué consejos escuchó, qué decisiones tomó y en qué invirtió para tener hoy una fortuna que supera los 400 millones. Cuáles son las reglas que rigen su vida

Shaquille O’Neal fue uno de los jugadores más dominantes de la historia de la NBA y, sin dudas, uno de los 10 más importantes. Con 2m16 y cerca de 150 kilos, con una movilidad y velocidad de alguien 20 centímetros más bajo y con 40 kilos menos, el pivote impuso su ley desde que llegó a la mejor competencia del mundo, en 1992, con apenas 20 años, según publica Infobae.

La combinación de habilidades físicas, sumada a su agresividad en el juego, lo convirtieron en una fuerza intimidante.

Shaq, luego de amagar con conquistar la NBA con aquella hermosa dupla que hizo con Penny Hardaway en Orlando Magic –fue finalista en 1995-, lo terminó haciendo cuando se fue a los Lakers en 1996 y formó un dúo aún mejor, aquel mítico con Kobe Bryant, que tuvo enormes resultados en la cancha y más de una pelea afuera. Un tricampeonato entre 2000 y 2002 lo catapultó a la cima de la NBA.

En el 2000, por caso, fue el mejor (MVP) de la fase regular, el All Star y las Finales. Un dominio absoluto. Premios que repetiría en las definiciones del 2001 y 2002. En 2004 se fue a Miami, donde volvería a ser campeón en 2006, y en 2011 cerró una carrera majestuosa de 19 temporadas, con promedios de 24.6 puntos, 58% de campo, 11.2 rebotes y 2.3 tapas.

Una vez retirado, Shaq comenzó a navegar por distintas facetas, incluyendo su época de músico. Grabó cinco álbumes de estudio y otro de recopilación. Actualmente, esta de DJ en algunas fiestas electrónicas.

Pero en lo que más se interesó este ex jugador, fue en cómo invertir su dinero y de qué forma convertirse en un empresario exitoso. No quería seguir el camino de otros jugadores que una vez retirados, perdían toda su fortuna.

Shaq, en este sentido, supo aumentar su patrimonio, convirtiéndose en uno de los ex atletas que más dinero embolsan, después de Michael Jordan.

O’Neal gana cerca 25 millones de dólares al año gracias a los acuerdos de patrocinio que tiene con empresas como Icy Hot, Gold Bond, Buick y Zales, entre otras. Además, es accionista de 155 restaurantes Five Guys Burgers, 17 restaurantes Auntie Annie’s Pretzels, decenas de sucursales de la famosa pizzería Papa John’s, 150 lavaderos de vehículos, 40 gimnasios de 24 horas, un centro comercial, un cine y varios clubes nocturnos de Las Vegas, según el portal Celebrity Net Worth.

También tiene participaciones en Apple y Ring, compañía que Amazon compró por 1.000 millones de dólares. Pero, como pasó en su carrera, O’Neal siempre va por más. Como segundo mayor accionista del conglomerado Authentic Brands Group (ABG), en agosto del 2021 terminó comprando Reebok, la primera marca que confió en él cuando llegó a la NBA en 1992. Shaq cumplió su sueño –y objetivo- pagándole 2500 millones de dólares a Adidas, su dueño anterior, y ahora se enfrenta a un nuevo desafío.

“En 1992, cuando firmé, Nike era el gigante, porque tenía a Jordan, pero Reebok estaba muy cerca. Luego vi su decadencia y el surgimiento de otras marcas. Fue cuando le dije a Jamie –Salter, el CEO- que debíamos conseguirla. Él me miró, para ver si lo decía en serio y sólo me dijo okey», explicaba el ex jugador.

»Meses después se lo repetí y tiempo después, cuando yo ya me había olvidado, me dijo que tenía una sorpresa, que sólo debía firmar sin mirar lo que era… Lo hice y entonces me dijo ‘felicitaciones, somos los dueños de Reebok’. Fue una gran alegría, uno de los mejores días de mi vida… Ahora quiero devolver a la marca adonde pertenece”, contó Shaq.

El ex jugador contó por qué decidió sumarse a este grupo de inversores, dando una pista de qué lo mueve a la hora de los negocios.

“Yo quería ser parte de una compañía así, poner mi nombre y muchas vinieron a verme. Pero cuando vi a Jamie y su familia entendí que era el lugar correcto para mí. Se trata de un gran líder, nunca duerme y lo puedo llamar a cualquier hora. Yo he estado por años en los negocios y es la única persona a la que le puedo decir ‘haceme esto’ y lo hace. Nadie trabaja más que él”, explicó sobre su decisión.

Shaq nació en Neward, New Jersey, como hijo de una madre (Lucille) soltera que tenía 17 años, creció bajo la tutela de su abuela y tías, en un barrio peligroso donde era habitual la venta de drogas, las peleas y los asesinatos.

Cuenta la historia que su abuela, de fuerte personalidad, corría a los dealers de la vereda cuando le ofrecían droga. “Vayansé, déjenlo en paz, este niño será un gran basquetbolista”. No fueron años fáciles para la familia, en especial para una madre sola, tan joven. “Le puse Shaquille Rashaun que, en el Islam, son nombres que significan ‘Pequeño Guerrero’. Sabía que necesitaría esa fuerza y yo siempre le decía que lucharía por él, aunque debía saber que debía hacer lo suyo”, recordó.

Ella, dicen, le dio la fuerza y el padrastro, la disciplina. Como buen militar, el Sargento Phillip Harrison, impuso una ruda rutina, que incluía consejos, retos y hasta algunos golpes, a los que Shaq no recuerda mal “porque siempre tenía razón”.

Los cambios de trabajo de Harrison hicieron que O’Neal viviera en muchas ciudades, incluyendo en Wildflecken, Alemania, en una base militar que tiene USA. Allí, cuando lo vieron trabajar, a los 13 años y con un físico portentoso de 1m96, le recomendaron abandonar el básquet y dedicarse a ser arquero de fútbol. Propuesta que Shaq analizó pero dejó de lado cuando al año siguiente regresó al país, puntualmente a San Antonio, y empezó a mejorar en el secundario Robert Cole.

Allí sólo perdió un partido en dos años (68-1), con un físico portentoso de 2m08 y 108 kilos. Dale Brown, coach de la Universidad de Lousiana State, fue quien lo sedujo. Lo había conocido en aquella base militar en Alemania y, durante años, lo ayudó a progresar, con consejos y planes de trabajo. Shaq, convertido en una estrella nacional, no dudó en respetar su palabra, pese a tener propuestas de universidades mucho más importantes y prestigiosas.

Durante sus 19 temporadas en la NBA, Shaq ganó 292.198.327 dólares en contratos (el mayor fue 27.7 en Miami, en la 04/05). Pero, lejos de quedarse con eso, ha ido por más. “No se trata del dinero que puedas ganar. La cuestión es si eras suficiente hábil como para mantenerlo”, es la máxima que resume su filosofía.

No sólo lo hizo sino que ha incrementado su patrimonio. “Una vez conocí a un caballero que me habló de la importancia de la inversión. Con un trozo de papel me lo explicó. ‘Hacé de cuenta que esto son 100 dólares’. Entonces partió el papel por la mitad y dijo: ‘La gente inteligente invierte estos 50 dólares y se queda con los otros 50, pero los ricos se llevan la mitad de esos 50 dólares y los guardan’. Me pareció interesante lo que me dijo, así que comencé a hacer eso”, recordó sobre un momento que, asegura, le cambió la vida.

Desde ese momento, la agresiva estrategia de O’Neal consiste en invertir el 75% de sus ingresos. Ahí, justamente, ha estado otra virtud: tomar consejos de personas adecuadas y no tener miedo de aplicarlos. Claro, a veces no todo sale tan bien.

“En 1993 me reuní con Harold Schultz, el dueño de Starbucks, y me contó que quería abrir sucursales en comunidades afroamericanas. Yo, como nunca había visto a los negros tomar café, le dije que no iba a funcionar. Hoy, cuando voy a Starbucks y veo a los negros tomando café, me agarro la cabeza”, contó entre sonrisas, admitiendo que a veces ha perdido.

Shaq no siempre fue un visionario para las inversiones. Cuando llegó a la NBA era un chico impulsivo que amaba los lujos y por eso se gastó su primer cheque en “autos de lujo, joyas y un viaje a Las Vegas”, como él mismo admitió. En ese sentido escuchó, como siempre, los consejos de especialistas.

“El gerente de mi banco me advirtió que me arruinaría si seguía gastando como un loco porque no contabilizaba cosas como el impuesto a la renta y cosas así”, admitió. Hoy en día no sólo cuida esa parte sino que ha aprendido a diversificar inversiones y a prepararse para tomar decisiones. Por eso no sorprende que sus ganancias ronden los 20 y 25 millones de dólares por año.

Otra de las decisiones que tomó Shaq tuvo que ver con sus familiares, incluso sus hijos, a la hora de tocar el dinero que hay en los bancos. O’Neal entendió, siempre escuchando consejos sabios, que no hay fortuna que aguante si hay despilfarro.

“Mis hijos son mayores ahora. Se enojaron conmigo; yo no estoy realmente molesto con ellos, pero no entienden. Les digo todo el tiempo que no somos ricos, que yo soy rico”, confesó en el podcast Earn Your Leisure. Repitió la regla interna que tiene, algo que ya había contado en otros programas.

“Para que toquen el queso (significa dinero en su jerga), tienen que presentarme títulos universitarios. Debés tener una licenciatura o una maestría y luego, si querés que invierta en una de tus empresas, vas a tener que presentármela”, admitió que les dijo.

En ese sentido, sostuvo que siempre le hace saber a sus hijos que el dinero que ganó a lo largo de su vida es suyo y que “no les voy a dar nada porque sí”. Sus seis hijos son Shareef, Shaqirl, Me’arah, Myles, Taahirah y Amira O’Neal, “algunos tienen espíritu emprendedor, pero el camino tendrán que hacerlo solos, como fue mi caso”, dijo, volviendo a la regla primordial que tiene la familia.

“La educación. No me importa si jugás al básquet. No me importa nada de eso. Tengo seis hijos. Me gustaría tener un médico, un farmacéutico, un abogado, alguien que sea dueño de un fondo de inversión, alguien que sea dueño de varios negocios y que se haga cargo de los míos. Yo no se los voy a dar, tienen que ganárselo”, sostuvo.

Por último, por más inversiones exitosas que tenga, por más dinero que acumule, Shaq tiene clara cómo debe ser en la vida.

“Vengo de la nada, pero sólo porque logré mucho no significa que sea más grande que vos. O más inteligente. Y sólo porque tenga más dinero tampoco significa que sea mejor que nadie. Nunca he sido así y nunca seré así”, es el mensaje final de este personaje que se divierte cuando debe y se pone serio cuando debe.

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