Por Raúl Fernández
La rememoración el fin de semana de los hechos trágicos del 22 de agosto de 1972, con la denominada “masacre de Trelew”, vuelve a poner sobre la mesa de debate, al menos de sectores militantes, la verdadera acción del Peronismo en su historia en general, y su grado de Revolucionario en particular.
Ese hecho, tan luctuoso como impune, fue quizás el elemento desencadenante de lo que posteriormente se instalaría como la dictadura más cruenta de la historia Argentina y del continente.
Diecinueve dirigentes de organizaciones que habían optado por enfrentar la dictadura del General Lanusse por medio de la guerrilla armada, fueron fusilados en un dibujado “escape” que no llegó a concretarse porque, producto del apuro y la soberbia militar, dejó tres de ellos mal heridos, quienes luego dieron cuenta de la verdad.
Días antes habían intentado una fuga del penal de máxima seguridad en Rawson y sólo un puñado había podido formar parte del secuestro del avión que los dejó en Chile, cuando el resto debió ser trasladado nuevamente a la ciudad capital y fueron desviados hacia la base Almirante Zaar con sede en Trelew, donde ocurrió la masacre.
Los actos “diferentes” promovidos durante el fin de semana, con el mismo objetivo de mantener viva la memoria de los hechos para, fundamentalmente, buscar justicia y que no vuelva a repetirse; promovió ese debate entre sectores dirigenciales tanto sociales como políticos.
La Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia, que conduce con un notable empeño y dedicación Juan Arcuri en correlato por lo hecho por Elisa Martínez, realizó el recordarlo el día 21 en el Museo Aeropuerto Viejo, mientras que el Movimiento Evita con dirigentes nacionales se reunió el domingo por la mañana en la misma base. Por la tarde, estudiantes universitarios también sumarían su protagonismo al recordarlo.
¿No hubo acuerdo previo?, ¿son diferencias entre los interesados?, ¿expresan visiones diferentes sobre un mismo hecho o las diferencias son en la actualidad?
La otra gran cuestión es ¿por qué no es masiva la participación de la sociedad?
Sin duda son respuestas complejas y sólo podrían darla los propios protagonistas. Lo cierto es que no hubo un criterio común de recordar el hecho como un elemento de sostén de la memoria sino de mostrar la acción de diferentes ópticas.
La cuestión de fondo aquí planteada vuelve a ser el carácter revolucionario del Peronismo, aún a causa de cierto “escozor” que puede causar esta palabra.
Desde la concepción militante la Revolución es el cambio profundo de las cosas y, como lo demuestra no sólo la historia sino el relato de quienes vivieron esa época, el Peronismo alcanzó un avance notable en la década del 45 al 55 con un Argentina que modificó su presente y cambiaría su historia.
De manera pacífica, a cuento de que las revoluciones en el mundo fueron mediante lucha armada y con enfrentamientos complejos, el Peronismo instaló una visión diferente de los cambios profundos, pero para ello contó con una liderazgo en la conducción impresionante.
Hizo falta una masacre con los bombardeos a Plaza de Mayo para sacar a Juan Domingo Perón del poder, quien prefirió su retirada a una guerra civil de proporciones.
Siempre la vía democrática puso al PJ al frente de los gobiernos y debió soportar penas, muertes, exilios, torturas y desapariciones para mantenerse en pié.
Este debería ser, a mi modo de ver, el sustento Revolucionario de nuestro movimiento.
Más allá de quienes lo integramos y nuestras tendencias ideológicas, aún sosteniendo que Perón marcó claramente ese surco, el respeto y la consideración por quienes dieron su vida para buscar un mundo mejor, más justo y más equilibrado, es la base de la Revolución inconclusa.
Muchas de las medidas y acciones del actual gobierno nacional tienen esa concepción.
La asignación universal por hijo, la vuelta de los fondos de las AFJP al Estado, más de tres mil nuevas empresas metalúrgicas desarrollándose en todo el territorio, la repatriación de los científicos y la recuperación del CONICET, la argentinización de empresas en manos de capitales extranjeros, el Plan Argentina Trabaja, el programa de remedios a Jubilados, la baja en la deuda externa, las mejoras salariales de los trabajadores, las miles de viviendas y obras de servicios de agua, cloacas, gas; la recuperación del Banco Central o la integración del continente Latinoamericano, son sólo algunas muestras del camino.
Hay errores, es verdad, y falta mucho, también; pero en la medida que la sociedad respalde democráticamente estas acciones, las fortalezca y las profundice, iremos hacia el camino inexorable de la Revolución donde un niño argentino, sin importar donde nazca, cumpla sus sueños en todas sus etapas, porque hay un Estado con memoria, sin tener que disparar un solo tiro, que otorga justicia con su accionar.