En los últimos 4 años cerraron 33 mil kioscos en todo el país, según informó la Unión de Kiosqueros de la República Argentina. De los 120 mil kioscos que había en 2015, hoy queda 87 mil, lo que significa una caída del 28 por ciento. Los motivos son el derrumbe del consumo que derivó en una caída de las ventas, el aumento de los alquileres y de las tarifas de los servicios públicos.
En marzo, la cantidad de locales cerrados era de 28 mil, y en los últimos 4 meses se sumaron 5 mil locales. Este aumento se dio más allá del congelamiento en las tarifas de luz que realizó el Gobierno y la estabilidad del dólar, lo que permitió que las listas de precios no tuvieron fuertes alzas. Estiman que se perdieron al menos 33 mil puestos de trabajo, si se tiene en cuenta que en cada kiosco trabaja al menos 1 persona, según informó la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA). Los cierres se dan en su mayoría en la Ciudad de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
Las causas son diversas. “El poder adquisitivo de los trabajadores disminuye y el consumo no se activó. Nuestros comercios son para darse un gusto”, afirmó Adrián Palacios, presidente de la UKRA. Según los datos que manejan en la entidad, alquilar en la Ciudad de Buenos Aires cuesta entre 20 mil y 40 mil pesos por mes y la tarifa de electricidad es como mínimo de 10 mil pesos para un comercio pequeño con dos heladeras de bebidas. Además, registraron un aumento en la carga impositiva, dado que por el valor de los cigarrillos, comerciantes que eran monotributistas pasaron a la categoría de responsable inscripto, lo que significó perder la obra social y tener que sumar el servicio de un contador a los costos. Y, como en cualquier comercio, se ven perjudicados ante altos costos para financiar la compra de mercadería, con tasas de interés de referencia del 60 por ciento.
También, entre los kioscos se genera una competencia salvaje, según coincidieron desde la Unión de Kiosqueros y desde la Cámara de Kiosqueros Unidos. Esto se da por un lado porque en el último año se sumaron a tener comercios personas que se quedaron desempleadas e invirtieron su indemnización en esta actividad. Y por el otro lado, porque locales que debieron cerrar sus puertas reabrieron en forma de kioscos-ventana, es decir, mediante la venta de mercadería desde sus mismas casas.
Los kioscos registran en la actualidad una fuerte competencia por parte de supermercados y farmacias, que en los últimos años se sumaron a la venta de golosinas y galletitas y pueden ofrecer mejores promociones por tratarse de comercios más grandes –según publica Página 12-.
Aumentos
Eduardo Medina tiene un kiosco en el barrio porteño de Monserrat. Para captar la atención de clientes, comenzó a poner mayor cantidad de ofertas. “El que antes compraba unos cigarrillos y unos chicles, ahora sólo le vendés el atado”, explicó. Para bajar los costos del local, debió llevar a cabo medidas como ponerle un timer para la heladera de las bebidas para apagarla durante la noche. Aún así, paga 5 mil pesos de luz, un 525 por ciento más que hace 4 años, cuando la boleta de electricidad era de 800 pesos. En lo que se refiere al alquiler, pasó de pagar 18 mil pesos en 2015 a 37 mil pesos en la actualidad, un aumento del 105 por ciento. A pesar de la estabilidad del dólar, que se encuentra en alrededor de 44 pesos desde marzo de este año, Medina registra aumentos en los precios de las listas de entre 5 y 20 por ciento, según la marca. “La última semana aumentó Arcor, Coca Coa y nos adelantaron que se espera una suba del 25 por ciento en Mondelez”, informó Medina.
Medina preside la Cámara de Kiosqueros Unidos, que agrupa a casi 5000 kioscos de la Ciudad de Buenos Aires. En el grupo de Whatsapp que tienen registra un cierre de kiosco por día. “Antes se vendía el fondo de comercio con la mercadería y las instalaciones, como heladera, estanterías y carameleras. Hoy se vende en cuotas y en forma individual, porque sino no se venden”, aseguró Medina. Una de las medidas que llevó a cabo para abaratar los costos es que cada kiosquero haga su propio servicio de logística y se establecieron cinco puntos de entrega de mercadería en toda la Ciudad. “Ahora voy en subte y llevo las cajas en bolsas, sino se nos hace imposible pagar la logística por la suba de los costos, como la nafta”, aseguró Medina.
Estrategias
En la búsqueda por la supervivencia, los kioscos llevan a cabo distintas estrategias, según un recorrido realizado por este diario por distintos comercios en la zona del centro porteño. Agregan mayor cantidad de promociones, como la venta de tres turrones por 30 pesos; suman la venta de sándwiches y panchos para captar el almuerzo de los oficinistas; abren más horas por día; despiden empleados y suman a otros miembros de la familia; incorporan servicios que dejan comisión, como recibir paquetes del Correo Argentino de productos comprados por comercio electrónico, tarea por la que reciben 11 pesos por paquete; también incorporan otros servicios, como la carga de SUBE, que aunque no deja ganancia, atrae clientes; agregan otros rubros, como productos de librería; y en algunos casos despachan cerveza, aunque la venta de alcohol en estos canales está prohibida.
El consumo de golosinas de los argentinos cayó 13,5 por ciento en los últimos 5 años, según difundió la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Galletitas, en base a la consultora Euromonitor. El volumen de ventas al consumidor final pasó de 164.100 a 141.900 toneladas en el último lustro. Esa disminución refleja que el consumo per cápita bajó de 3,9 kilos en 2013 a 3,2 kilos en 2018.
En el top 10 de galletitas dulces que incrementaron sus ventas entre 2018 y 2019, sólo hay 3 que son de primeras marcas. En el top 10 de galletitas saladas que aumentaron sus ventas, no hay ninguna primera marca. Así se desprende de un informe publicado por la consultora Focus Market, elaborada en base a 915 puntos de venta, entre kioscos y supermercados.
La baja en las ventas y el cierre de kioscos van de la mano con el cierre de marcas históricas como Mielcitas o los problemas económicos que atraviesan fábricas de grandes jugadores del mercado, como Arcor, Balcarce, Tía Maruca y Vauquita.