El programa de austeridad fiscal comandado desde el Ministerio de Hacienda y Finanzas tiene como correlato al sostenido incremento en los intereses. La explosiva dinámica de endeudamiento asumida por el Gobierno convirtió a los vencimientos en el segundo rubro más importante del gasto. La carga de la deuda desplazó a los ajustados subsidios, servicios sociales y salarios estatales para ubicarse solo detrás de la seguridad social que se mantiene como el ítem más significativo de las finanzas públicas.
Los datos oficiales muestran que, a lo largo de los primeros siete meses del año, 15,3 de cada 100 pesos del presupuesto fueron destinados a hacer frente a los intereses. Las cifras duplican los registros observados antes de la llegada de Cambiemos a la Casa Rosada. A lo largo del mismo período de 2015, los pasivos consumieron 7 de cada 100 pesos. Al escalar un 119 por ciento en tres años, los vencimientos de la deuda adquirieron una dimensión similar a la registrada antes del colapso de 2001.
Los funcionarios del Palacio de Hacienda celebraron el viernes el “sobrecumplimiento” de las metas fiscales comprometidas para garantizar el financiamiento del Fondo Monetario Internacional. El ministro Nicolás Dujovne informó que el déficit acumulado durante los primeros siete meses ascendió a 1,1 por ciento del PBI mientras que la meta prevista en el acuerdo con el FMI alcanza a 2,7 por ciento del producto para el cierre del año 2018. Los recortes definidos por el funcionario como “un programa de austeridad que nos permite recuperar la confianza” tienen cuatro ingredientes: las transferencias a las provincias, profundizar la quita de subsidios, reducir el empleo público, ajustar el sistema de la seguridad social y recortar el gasto en obra pública. El ajuste tiene como objetivo liberar fondos para garantizar el repago de la deuda pública. Cuando se incorpora la carga de los intereses el resultado financiero marca un rojo de 2,4 por ciento del PBI –según publica Página 12-.
Desde el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala advierten que, en el derrotero que llevó a la crisis de 2001, el resultado primario nunca alcanzó terreno negativo. Durante el 2000 el país registró un superávit primario de 0,9 por ciento del PBI y en 2001 el resultado llegó al 0,5 por ciento del producto. En cambio, el resultado financiero que contempla la carga de los intereses de la deuda mostró un escenario completamente diferente. En el 2000 el resultado financiero fue de 2 por ciento del PBI y en 2001 de 3 por ciento. En medio de los sucesivos programas de ajuste implementados entonces, los intereses de la deuda llegaron a representar entre 13 y 15 por ciento del gasto público nacional. “Las metas fiscales están pensadas desde el resultado primario que omite el creciente peso de los intereses de la deuda. Si los vencimientos ganan peso le quitan espacio de financiamiento a otras partidas. Por ahora, la gran víctima son los subsidios a la energía y el transporte. Pero, si la deuda va a seguir creciendo, tienen que avanzar sobre otras partidas. El gran componente del gasto sobre el que avanzará el Gobierno es el sistema jubilatorio donde ya empezaron a ajustar a partir del cambio en la fórmula de movilidad”, señaló a PáginaI12 el economista del ITE, Juan Ignacio Belisani.