Es el secretario general y el líder de los petroleros privados. Desde esa condición puede garantizar la paz social en la estratégica industria de los hidrocarburos o, por el contrario, convertirla en una hoguera de conflictos. Una huelga ahora en ese sector, con los ingresos del Estado Provincial ya disminuidos por la reducción de regalías, le significaría al Gobierno una enorme complicación, que condicionaría todas sus acciones. Por estas y otras razones, Jorge «Loma» Avila el secretario general de los Petroleros Privados se ha convertido en un hombre clave para la política chubutense.
En un análisis del portal informativo rawsonline.net la consideración de Avila en la política provincial ha venido subiendo de manera casi geométrica, casi desde el mismo momento en que le ganó sorpresivamente la conducción del gremio a Mario Mansilla y ahora es, para el Gobierno de Martín Buzzi, un actor central en su estrategia de incrementar por donde se pueda la explotación petrolera para aumentar los ingresos por regalías.
El estallido de un conflicto en esa industria sería para el Gobierno una verdadera catástrofe, puesto que todavía está sufriendo en sus arcas las consecuencias de la vandálica huelga en el yacimiento Cerro Dragón, que le ha atraído una complicación doble: no sólo ha tenido que ajustar sus cuentas, por ejemplo retrasando el pago a proveedores, sino que además debe auxiliar a los municipios más pequeños, que no tienen manera de reemplazar esos ingresos perdidos durante muchos meses.
Pero Avila no sólo es estratégico para Buzzi y su Gobierno. También lo es para la Corriente Sindical, que aspira a incorporarlo como un aliado a su proyecto político, ese que contempla la creación de un nuevo partido en Chubut bajo la sombra de Hugo Moyano.
El conductor de los Petroleros Privados tiene además diálogo fluido con otro de los protagonistas del poder en Chubut, como el ex-Gobernador Das Neves y es un interlocutor obligado para la conducción de la YPF «nacionalizada».
Avila es el único dirigente con poder real que le ha reclamado a YPF que eleve el nivel de sus inversiones en la provincia y también el único que ha expresado en voz alta sus críticas por la incoherencia entre lo que dice y lo que efectivamente hace la petrolera estatal en Chubut.
En un escenario en el que los dirigentes sindicales constituyen una realeza no simbólica sino concreta, en la que incluso al igual que los reyes se pasan los cargos de padres a hijos, la aparición de una figura nueva ha servido para refrescar las caras y algunos de los ejercicios del poder en Chubut.
No es poca cosa.