El corte de pelo no fue lo único que cambió durante esa visita al salón para animales, la dueña se llevó una gran sorpresa.
Tykesha Cherry fue a recoger a su perro de la veterinaria en Virginia, Estados Unidos, y en el auto antes de irse a su casa notó que el animal no se comportaba de manera usual. Según la mujer, el cachorro era «la cosa más dulce», pero no repondía a su nombre y le hacía caras «raras» cuando lo llamaba.
Lucky, de 10 meses, es una mezcla de caniche y maltés que se ganó el corazón de Tykesha, pero por desgracia no logró la atención del staff del salón para mascotas de Chesapeake, Virginia, a donde lo envió la mujer para que le cortaran el pelo.
«Fui a buscar a mi perro, entré al local y la mujer que atendía me dijo: ‘¿viniste por Bentley?’. Dije que no«, relató Tykesha según el sitio The New York Post.
«Cuando se fue a buscarlo me quedé lidiando con el pago. Levanto la vista y tengo un perro en la cara. No tuve oportunidad de mirarlo bien, sólo vi que era blanco. Lo llevé al auto, lo acomodé, se dio vuelta y me miró. Pensé: ‘qué distinto se ve, ¿me lo estoy imaginando?'», contó la mujer.
Para más seguridad Tykesha llamó a su novio, Quinn, quien le sugirió que no se fuera a su casa con el perro. «Creo que ese no es Lucky», le dijo el hombre.
El patrón de pelaje, aunque blanco, no era el mismo. Las almohadillas de las patas no tenían el color rosado del cachorro sino que eran callosas, como las de un perro adulto.
Tykesha se bajó de su auto y llevó al perro hasta el local: en la puerta la saludó la misma recepcionista con un dulce «¡Hola, Bentley!».
«Definitivamente sentí alivio cuando me reencontré con Lucky», contó la mujer, que además compartió el episodio en Facebook y logró la risa de sus contactos al notar la desconfianza con la que Bentley la miró cuando todavía estaba en el lugar del cachorro de la suerte.
Fuente: MinutoUno