«No nos hemos separado nunca» dice Xavier Antó, esposo de Carmen Panzano, quien vive en un hogar para ancianos de la ciudad de Barcelona.
Xavier Antó tiene 90 años y unas tres o cuatro veces a la semana, visita el hogar de ancianos de Barcelona donde reside el amor de su vida, Carmen Panzano, de 92 años.
El hombre llega, le facilitan una silla y la coloca frente a una ventana, donde los trabajadores del geriátrico llevan a Carmen para que puedan pasar un momento juntos, aunque separados por un vidrio.
“No nos hemos separado nunca”, cuenta Xavier a un medio local. Más allá de la distancia física, ellos siguen juntos, como hace 65 años atrás.
Allí le muestra con su celular las fotos de sus nietos y sus hijos, y le habla a través de señas que Carmen a veces no entiende, pero sonríe.
La administración del hogar de ancianos puso en funcionamiento una sala donde las visitas están separadas por una mampara de los ancianos residentes, aunque Xavier prefiere seguir teniendo contacto a centímetros, apartados por un vidrio pero bien cerca.
Carmen sufre Alzheimer, pero esto no le impide en lo más mínimo disfrutar de cada visita de su amado. “Suelo venir siempre que puedo y mientras el cuerpo aguante, intentaré que siga así. Porque si fuera yo el enfermo, ella haría lo mismo o más”, dijo finalmente el esposo.