Julieta Poggio, Nacho Castañares y Marcos Ginocchio son los finalistas de Gran Hermano. Esta noche, después de cinco meses, abandonarán la casa más famosa del país convirtiéndose en los favoritos del público. De alguna u otra manera, y aunque solo uno de ellos se llevará el premio mayor (una casa y una importante suma de dinero) los tres ya son victoriosos por haber llegado a esta instancia y recibir el cariño del público que los apoya desde octubre del año pasado salvándolos en cada duelo telefónico para que permanezcan allí dentro.
Así las cosas, cada uno de ellos llega a la final gracias a sus participación dentro de la Casa y habiéndose ganado el cariño de la gente. Por caso, el programa fue el más visto de la televisión argentina y recién tomarán conciencia de su popularidad una vez que atraviesen la puerta en el orden que el público lo desee.
Antes y después de Nacho: a la izquierda, el día que ingresó a Gran Hermano; a la derecha, una foto de él mirando a cámara, cinco meses después
Juan Ignacio Castañares Puente -tal es el nombre completo del participante- fue el primero en entrar a la casa. Tiene 19 años y en su casting contó que nació en Madrid (España), que vive en la Argentina desde sus cuatro años, que trabajaba en una agencia de autos, también era creador de contenidos digital para redes, y que fue futbolista en Ferro, Comunicaciones y Racing.
Que vivía seis meses en Buenos Aires con su madre -que falleció meses antes de que ingresara a la casa- y seis meses en Madrid junto a su padre, quien formó pareja con un hombre a quien el joven considera un segundo papá. “Mi estrategia sería ser como soy. Me encantaría mostrarme así porque siempre es lo más natural y lo que mejor sale. Y, según los participantes que haya, obviamente, practicar alguna estrategia, pensar a ver con quién tengo más finalidad. También soy una persona muy competitiva, y una vez que esté adentro, me encantaría ganarlo”, dijo por ese entonces quien se mostraba confiado en llegar a la final.
El camino de Nacho a la final tiene todos los condimentos: es el único “sobreviviente” del primer grupo que se formó en la casa, llamado Los Monitos -liderado por Juan Reverdito-. Y a medida que sus compañeros se fueron yendo gala a gala entendió que el juego debía ir por otro lado, que el público no apoyaba lo que hacían ellos. Entonces, comenzó a acercarse a Julieta -con quien hoy tiene una cordial relación de amistad- con el fin de mostrarse más cerca de los otros integrantes, y probar suerte allí, buscando que se lo dejara de relacionar con todos los que habían sido eliminados anteriormente.
Por su parte, es el participante que más placas superó, y eso lo terminó haciendo más fuerte. Aprendió a leer el juego, hacía cálculos para ver a quién nominar y también encontró lo que el público buscaba de él, por eso logró permanecer. En un principio, coqueteó con Martina, pero luego se enamoró de Lucila Villar (La Tora), con quien mantuvo una relación hasta que ella abandonó la casa, y le dejó en claro que lo esperaría y que continuarían su vínculo afuera.
Hasta que concretaron -luego de que ella reingresara-, el público lo relacionó con Thiago Medina, por la excelente relación que se veía del otro lado de la pantalla. Y bajo el nombre Nachiago -por la fusión de sus nombres- comenzaron a viralizarse distintas secuencias que hacían pensar que pasaba algo más entre ellos, ya que más de una vez habían bromeado al respecto. Incluso se dieron un beso. Mora -quien entró unos días antes de que finalice el certamen para hacer campaña por los finalistas junto a Martina y Holder- le contó de este shippeo y él se sorprendió y se lo tomó entre risas.
Cuando contó su historia familiar conmovió e hizo llorar a todos, así como tampoco pudo contener las lágrimas al ver ingresar a su padre, Rodolfo, cuando llegaron los familiares de visita. El hombre viajó especialmente desde España para acompañar a su hijo durante una semana y hasta se animó a jugar y a realizar estrategias pensando en que Nacho llegara lo más lejos posible en el certamen.
Además, le llevó de regalo una foto de su madre que el joven llevaba consigo cada vez que viajaba a España a visitarlo. Nacho no la había puesto entre sus pertenencias cuando entró a la casa pensando que no lo dejarían, y rompió en llanto cuando tuvo el marco en sus manos. Desde entonces, lo tiene consigo y se convirtió en una pieza fundamental en su camino hacia la final.
Recientemente, recibió la visita de su abuela materna y de Jesús, el español a quien considera un segundo padre. Aquel reencuentro fue uno de los que más conmovió al público y él lloró mucho al ver a los dos, a quienes los abrazó y les expresó cuánto los extrañaba, destacando, además, el gesto de haber ingresado a la casa y exponerse en televisión para verlo.
Sin dudas, Nacho es el participante que más se reconvirtió dentro de Gran Hermano logrando superar las críticas del principio, cuando era parte de Los Monitos, hasta ser uno de los más imbatibles en el duelo telefónico.
El antes y después de Julieta Poggio
Julieta Poggio no era una persona anónima cuando ingresó a Gran Hermano: había trabajado como actriz, modelo y era influencer en sus redes sociales. “Mi lugar en el mundo son las cámaras y el escenario”, dijo en su presentación la joven que por ese entonces tenía 20 años. “Les advierto que no me gusta cocinar, limpiar, lavar los platos. Que de eso se ocupe otro”, advirtió sobre cómo sería la convivencia con ella dentro de la casa.
Con su carta de presentación hecha, la actriz ingresó para darle frescura a la casa: siempre alegre, enérgica y buscando sacarle una sonrisa a todos sus compañeros. Cuando se despierta, lo primero que hace es maquillarse, es muy coqueta al punto tal que en las primeras semanas lloró cuando se le manchó una pollera. Y logró captar la atención de sus compañeros, que se pusieron a disposición para ayudarla. Y Wanda Nara -cuando entró de visita junto al jurado de MasterChef-, delantó que la quería como figura para promocionar sus maquillajes en sus redes sociales.
“Me parece que lo que están buscando es a una persona que sea real. Siento que soy muy genuina con todo. Si tengo que llorar, me pongo a llorar y se me salen las lágrimas. Si tengo que decir algo, no me lo puedo guardar porque me queda atravesado. Si tengo que pelearme, me peleo. Soy muy real con todo lo que me pasa y siento que eso la gente lo ve, lo reflejo y todos me dicen que soy muy sincera y honesta. También soy muy graciosa”, agregó Julieta en su casting.
Y cumplió con todas y cada una de las situaciones que planteó antes de entrar a la casa: además de buscar alegría, pedir fiestas (celebró sus 21 años con una pool party), tuvo una fuerte pelea a los gritos con Coti, cuando le reclamó que la había traicionado, lo que generó que la otra participante le reprochara -siempre levantando su voz en el medio del living, delante de sus compañeros- que el programa no se llamaba “Gran Amigo”.
Entró al reality estando en pareja y pese a que el público -y algunos de sus compañeros- quisieron relacionarla con Marcos, ella jamás demostró interés por otro hombre y esperó con ansias el reencuentro romántico que tuvo con su novio Lucca días atrás. En tanto, sufrió con los gritos que llegaron desde el exterior, en los que le advertían que el joven la había engañado durante su estadía en la casa. Sabe, además, que intentan desestabilizarla. Pero no lo lograron, ella confía.
Es profesora de danza y mostró sus dotes cuando la producción le propuso el desafío de armar una coreografía: logró hacer bailar a todos sus compañeros al ritmo de Daddy Yankee. Por su parte, es la que menos se queja del aislamiento: por caso, cuenta que está cómoda ahí adentro de la casa a la que califica como “mágica” (porque les piden que se queden dentro de una habitación y cuando salen, los ambientes están limpios y decorados según la ocasión) y que no quiere irse.
Formó su propio grupo con Romina y Daniela, a quienes considera grandes amigas y con quienes le gustaría mantener una relación por fuera del reality. Por caso, cuando fueron sus padres a visitarla -el mismo día que su novio- lo primero que hizo fue preguntarle a su madre cómo estaba y si había conocido a Daniela, quien había abandonado el certamen semanas antes.
En noviembre pasado, las mujeres se dieron un apasionado beso en el marco de una celebración que organizaron con la temática mundialista. Quisieron divertirse y lo reflejaron de esa forma sin saber que dicho festejo se estaba transmitiendo en vivo en la gala de los viernes que conduce Robertito Funes.
También se lleva muy bien con Nacho, hacen chistes y comparten el mismo sentido del humor . Y durante un tiempo de su estadía compartió con Alfa una relación como la de un padre y una hija.
Con respecto a su participación en la casa, desde un principio, la mayoría de las personas que nominaba terminaban en placa, lo que despertó el análisis de los comentaristas del programa al destacar la manera de ver el juego y realizar estrategias, sin ser sancionada por complot.
Y aunque siempre se atrevió a más, haciendo la espontánea y analizando por demás cada jugada, fue la única que hizo la fulminante (a Camila), pero no le salió bien y terminó lamentando la salida de su amiga Daniela, quien había ido a placa y el público decidió que volviera a abandonar el certamen (había reingresado con otros participantes).
En la llegada de los familiares que jugaron durante una semana disfrutó de la visita de su hermana mayor, Camila, y sintió que el público le había soltado la mano cuando se fue, pero luego entendió que eventualmente iba a suceder y cuando fue al duelo telefónico luego, supo que seguía teniendo apoyo.
A la izquierda, el día que Marcos entró a la casa; a la derecha, una imagen actual
Marcos Ginocchio es el participante que más costó descifrar. Su forma de ser, sus silencios y sus intervenciones justas y necesarias, en tanto, lo posicionaron como uno de los favoritos entre el público de las redes sociales. Su vida es un misterio: se sabe que es de Salta, que estudia abogacía (le falta un año para recibirse), que entrena cuatro veces por semana, que practica artes marciales, que es muy familiero, y que sus hermanos viven en el exterior.
También ha trabajado como modelo para campañas publicitarias, pero ese dato no lo quiso dentro de la casa, sino que quedó a la vista por las fotos que ha compartido anteriormente en su cuenta de Instagram, red social que incrementó sus seguidores y que maneja su familia desde el exterior, agradeciendo el cariño que reciben a diario.
Mantiene un extremo bajo perfil y fueron muy pocas las veces que se abrió adentro de la casa más famosa del país. Tuvo una charla con La Tora en la que se refirió a los problemas alimenticios que tuvo en su adolescencia cuando sus padres se divorciaron y sus hermanos Valentina y José se fueron a vivir al exterior. Al respecto, su padre contó a Teleshow que le costaba digerir la comida y que un año después logró recuperarse gracias a la disciplina que mantiene en su plan de alimentación a base de proteínas, frutas y verduras, tratando de no correrse demasiado de dicha dieta.
La visita y estadía de su hermana Valentina fue reconfortante y lo ayudó para seguir adelante cuando estaba a punto de bajar los brazos, según él mismo contó, aturdido por el encierro y extrañando demasiado a los suyos.
Su vida sentimental es otro misterio: él contó que se separó antes de ingresar a la casa más famosa del país, pero hay versiones que indican que lo hizo para mantener a su novia fuera del foco de los medios y que ella lo está esperando afuera. Su familia, en tanto, sostiene las palabras de Marcos: que él les dijo que estaba separado. En tanto, les avisó que entraría a Gran Hermano cuando ya era un hecho, horas antes de aislarse por completo, en octubre del año pasado.
“Pienso que yo vivo para mí, no vivo para los demás. No me interesa lo que los demás piensen de mí porque yo soy natural y, de alguna forma, eso muestra confianza en mí mismo. Todos en algún momento nos vamos a morir y siento que lo peor que nos puede pasar a nosotros es llegar a viejos y darnos cuenta que perdimos muchas cosas por ocuparnos en pensar en lo que pensaba la gente de nosotros”, reflexionó Marcos en el casting que hizo para entrar a la casa.
Una vez adentro, tuvo mayor afinidad con Agustín. Por caso, cuando el participante reingresó, lo hizo corriendo y gritando el nombre de su amigo, quien le dio un abrazo fraternal cuando lo volvió a ver. Recuperó el alivio y a un compañero. Y cuando entró su hermano José -que viajó especialmente desde los Estados Unidos- en las redes sociales se habló de la similitud física con su amigo y entendieron el cariño de Marcos.
Es uno de los que más usó el gimnasio y entrenó a diario, así como también le mostró sus habilidades con el deporte cuando le enseñó a entrenar a Thiago, quien quería tonificar sus músculos.
“Pierdo mucho la paciencia con la gente que trata mal a los demás, los pienso tratar de la misma manera o peor”, había dicho Marcos en su presentación y aplicó su forma de ser a la hora de nominar dentro del confesionario: lejos de planificar alguna estrategia en particular, se basó en lo que le dictaba su corazón y lo hacía según la convivencia o la afinidad.
Su manera de actuar, el respeto con el que se expresa hacia el otro, cómo habla de su familia, los vínculos, sus amistades y el cariño que tiene hacia los animales lo posicionaron como uno de los favoritos dentro del certamen. En las redes sociales tiene numerosas cuentas de fanáticas, así como también hubo quienes insistieron en algún tipo de shippeo con Julieta, pese a que ambos se encargaron de aclarar que no era más que una amistad.
Fue el primer finalista de esta edición de Gran Hermano: le ganó a Romina en un juego de preguntas y respuestas y se emocionó al saber que está entre los mejores del certamen, que ahora -como desde siempre- está en manos del público, y está expectante por lo que sucederá esta noche cuando se reencuentro con su familia. Extraña mucho y los necesita cerca, ellos fueron el motor que lo impulsó a permanecer en la casa, aún cuando la estadía se extendió más de lo que pensaba.