Le operaron los genitales masculinos, sus padres la anotaron como mujer y a los 22 años descubrió su historia

Sus padres le ocultaron a Sophie la verdad y la descubrió de casualidad luego de una consulta médica. Ahora cuenta el calvario que atravesó.

jueves 07/09/2023 - 0:43
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Sophie Ottaway nació en 1986 con una exstrofia cloacal que requirió una cirugía inmediata y terminó escondiendo un secreto que sus padres le guardaron por gran parte de su vida.

La condición es bastante extraña y se da cuando los órganos en el abdomen no se forman correctamente en el útero. Como resultado, los bebés nacen con, por ejemplo, la vejiga o los intestinos fuera del cuerpo.

Los médicos tuvieron que operar a Sophie para poder salvar su vida. Originalmente era un niño cuyo miembro viril estaba dañado, por ende la sugerencia que le dieron a sus padres, Karen y John, era la de retirarle su genitalia masculina para evitar todo tipo de complicaciones a futuro.

Sus padres decidieron ocultarle la verdad y ella la descubrió luego de una visita médica (Foto: Sophie Ottoway)
Sus padres decidieron ocultarle la verdad y ella la descubrió luego de una visita médica (Foto: Sophie Ottoway)

Como el bebé debía ser registrado al día siguiente debieron enfrentarse a la decisión de cómo anotarla: si bajo el género masculino o femenino.

Ottaway, ahora una mujer de 37 años, confesó que sus padres fueron aconsejados por los profesionales para que no la expusieran a la verdad y así permitirle vivir una vida sin ningún tipo de problemas. Por ende no siempre supo cuál había sido su realidad.

A los 22 años debió consultar a un médico por un cuadro de amigdalitis y descubrió en uno de los monitores del consultorio que tenía un cromosoma X y otro Y, tal como se da en los hombres. Así se enteró que tan solo horas después de su nacimiento había sido castrada y que le habían realizado una incisión.

Atravesó la pubertad como mujer y ahora usa su caso para ser un ejemplo (Foto: Sophie Ottoway)
Atravesó la pubertad como mujer y ahora usa su caso para ser un ejemplo (Foto: Sophie Ottoway)

Descubrí que cuando nací me habían hecho unos genitales femeninos. Me enteré por mi madre que me lo habían insertado cuando tenía dos días de vida y que un día se salió y lo encontraron en mi pañal”, confesó Sophie. Los cirujanos lo reemplazaron durante una operación posterior, lo sellaron y lo abandonaron, por ende su abdomen contuvo una masa que le habían insertado y que comenzó a pudrirse, expulsando un líquido marrón pútrido que no se detenía.

En ese momento explotó contra sus padres debido a la magnitud del descubrimiento. La revelación supuso un momento difícil para la relación tan cercana que mantenían.

El hallazgo tan fuerte la llevó a una negación que durante 13 años no pudo asimilar, pero que terminó implosionando tras enterarse que en sus intestinos se había desarrollado una sepsis, complicación que aparece frente a una infección. Durante ese período de tiempo, no se lo comentó a absolutamente nadie, ni siquiera a sus amigos más cercanos.

Al haber nacido biológicamente varón y no tener ovarios (ni testículos, luego de la operación), le indicaron a los 11 años que debía tomar estrógeno de por vida para producir testosterona. Y actualmente, habla desde su experiencia preocupada por los jóvenes y niños que son “persuadidos” para tomar bloqueadores para su transición de género.

Durante 20 años tomó hormonas de estrógeno que decidió dejar de ingerir luego de cumplir los 32 porque estaba segura de que muchos de los problemas de su vida estaban siendo ocasionados por ellas. “Pesaba 4 kilos más que ahora y no estaba comiendo bien. El dolor de vejiga constante hacía que estuviera fatigada y bastante enojada la mayor parte del tiempo”. Ahora declara que sus síntomas mejoraron.

Sophie cuenta su historia para que sirva de ejemplo para madres, padres y niños que se enfrenten a una decisión que los ponga en jaque al sentir que tienen que tomar una resolución temprana. Su consejo es que no se dejen presionar por el tiempo sino esperar a llegar a la adultez para poder contar con la madurez suficiente como para procesar la información necesaria y, a su vez, poder dar o no consentimiento a cualquier modificación que se realice en sus cuerpos.

Le operaron los genitales masculinos, sus padres la anotaron como mujer y a los 22 años descubrió su historia

Aclara que el proceso que tuvo que atravesar nunca es recomendable para los niños. “Yo tenía un plan para mi vida y lidiar con esta monstruosidad no estaba en el plan”, reflexionó. También se ocupó de aclarar cómo se autopercibe a sí misma: “Con frecuencia se asume que soy una mujer transgénero, pero no me gustan las etiquetas”.

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