Las elecciones que ganó el veterinario Gerardo Merino el domingo 16 en Trelew fueron de un impacto muy significativo en la política provincial. El escenario político cambió de golpe. Vayamos directo a las consecuencias: Al senador del PRO Ignacio «Nacho» Torres se le simplificaron todas las ecuaciones políticas, introduce la columna De Puño y Letra de diario El Chubut.
La UCR «orgánica» está en proceso de digerir el resultado de Trelew. Merino es radical y fue presidente del Comité Departamental de la ciudad. Pero llegó a las elecciones locales como candidato a intendente luego de enfrentar al postulante «oficial» Federico Massoni, al que venció en una interna cerrada. El mayor mérito de haber sostenido a Merino y haberlo rodeado de una lista competitiva fue de Nacho Torres.
El triunfo de Merino daría por cancelada la candidatura a gobernador de Damián Biss. El presidente de la UCR e intendente de Rawson recibió de varios intendentes radicales el pedido de bajar la espuma, evitar internas y enfrentamientos, y de encolumnarse en una propuesta única de Juntos por el Cambio. Obvio, ello será detrás de la candidatura de Torres a gobernador.
Biss irá por su reelección en la ciudad capital. Aún debe terminar de organizar la comunicación de todo esto, pero la decisión está tomada: no será candidato a gobernador. Y el ex diputado nacional Gustavo Menna que lo iba a acompañar en la excursión electoral, podría ser finalmente el compañero de fórmula de Torres, como candidato a vicegobernador.
Torres lo tiene en cuenta para el binomio. Otra figura importante sería la ex diputada radical y ex presidenta del partido Jacqueline Caminoa, como probable cabeza de lista de los diputados provinciales.
La alianza opositora en Chubut es la que hoy luce con más fuerza ante un peronismo que pasa momentos de mucha confusión. Ya sea por la indefinición de las candidaturas a gobernador y vicegobernador entre Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre, como por la forma definitiva del frente oficialista-peronista, como por la fecha electoral. Que no es una cuestión de almanaques.
Desdoblar las elecciones al 30 de julio podría salvar al peronismo, al arcionismo y a sus aliados de una derrota posible. Pero votar el 22 de octubre con candidaturas nacionales «pegadas» a la boleta provincial, podría dejarlos incluso terceros detrás de las boletas de Juntos por el Cambio, y del libertario Javier Milei.
El peronismo chubutense, el Frente Renovador, Chubut al Frente y Chusoto tienen la vocación de confluir en una lista única. Pero no es Nacho Torres el único adversario. Si la crisis política del Frente de Todos y la inflación entran en espiral ascendente con el dólar blue orillando los 500 pesos, todo será mucho más difícil para cualquiera de los candidatos peronistas, ya sean Juan Pablo Luque o Ricardo Sastre.
DESGLOSAR EL VOTO
El voto de Trelew demostró primero que nada que la gente no quiere ser rehén de nadie. Mucho menos, de sistemas clientelares. También es prueba de que hay voluntad de cambio. Hay un voto enojado, rebelde, y ya ni siquiera oculto. Por eso Javier Milei es el precandidato a Presidente que más mide en la mayoría de los distritos, incluso en Chubut.
En Neuquén, el mismo día que se votaba en Trelew, los ciudadanos de esa provincia eligieron por primera vez en 60 años a un gobernador que no es del MPN, Rolando Figueroa. El último fin de semana, hubo cierre de listas en la provincia de Mendoza. Los máximos referentes peronistas se «guardaron» y no se expusieron en las candidaturas. Temen una catástrofe electoral. Dice el refrán que cuando «ves a tu vecino recortar, pon las barbas a remojar». En política también sucede.
El cambio en Trelew no fue sólo de quién gobierna, sino también de oposición. El oficialismo madernista quedó cuarto. El ex intendente y ex vicegobernador Gustavo Mac Karthy, de larga experiencia, fue tercero. Y segundo quedó un joven del que hasta hace meses, poco se sabía: Emanuel Coliñir. Es de esperar que Merino cuente tanto con Mac Karthy como con Coliñir para implementar políticas públicas de utilidad para la ciudad. Políticas de Estado, permanentes.
Lo que está claro después del voto de Trelew, primera fecha electoral del año en Chubut, es que está dando vueltas un voto castigo al peronismo.
El PJ está en estado de ebullición. Pero las burbujas de vapor nublan la vista. No hay un acuerdo aún respecto de quién va a liderar la fórmula. A Ricardo Sastre se lo ve más proclive a «bajarse» que a Luque. Pero el vicegobernador habría recalculado.
Le habrían caído muy mal las maniobras de ciertos «nuevos operadores» del peronismo, intentando instalar como candidata a vicegobernadora de Luque a la funcionaria Ivana Papaianni, a cargo del Instituto Provincial de la Vivienda. En el golfo dejaron trascender este fin de semana que Sastre se estaría alejando de un acuerdo con Mariano Arcioni y Juan Pablo Luque.
Mientras tanto, en el PJ siguen presionando para que Arcioni decida la fecha electoral. Hoy, tanto la fecha del 30 de julio como la del 22 de octubre junto a las nacionales son posibles. Incluso circuló un rumor de que se habilitarían listas «colectoras», pero que ello estaría descartado.
Las colectoras (tener un candidato a gobernador con muchas listas de candidatos a diputados) podrían resolver cuestiones internas de los partidos, principalmente del peronismo. Pero no aseguran un triunfo. Además, como a nivel nacional no están permitidas, ello obligaría a tener dos urnas si se vota en octubre, o a adelantar las elecciones. Hoy estarían descartadas, pero parece que hubo un borrador dando vueltas.
Vale la pena detenerse en la elección de Trelew. Gerardo Merino ganó con algo más del 30 % de los votos. Si el peronismo hubiese concurrido unificado a las urnas, tal vez habrían tenido una chance de ganar. Pero la fragmentación fue un error. Y el candidato de JxC prácticamente dobló al peronista mejor posicionado, Emanuel Coliñir.
La política no es aritmética. Pero los peronistas habrían tenido alguna posibilidad juntos, y no separados. La enseñanza que dejó el electorado de Trelew es importante para el armado provincial peronista.
El PJ pasó antes por un congreso que terminó expulsando de la arquitectura partidaria a cuatro de las cinco opciones que se presentaron, incluyendo al oficialismo madernista. Repetir un error semejante en la provincia podría hacerles perder la elección de gobernador, o incluso terminar terceros o cuartos.
Hay quienes dicen que la estrategia madernista de adelantar la elección, desdoblarla, y promover la división de la oferta peronista -todas estrategias que en los cálculos propios les favorecían- en varias fracciones, fueron un error.
Con el «diario del lunes» es más sencillo de ver. Pero la verdad es que el madernismo estaba condenado a una derrota muy dura. De hecho, voceros del sector piensan que si votaban en octubre junto a las elecciones nacionales, la derrota podría haber sido mucho peor.
Claro que en el «cambio» que votó Trelew hubo muchos actores. La política jugó su rol habitual. Pero fue el «boca en boca», el hartazgo de gente que no quiere seguir siendo esclavos por 35.000 pesos, y la evidencia clara de la bancarrota social, productiva, industrial, comercial, laboral y cultural de la ciudad, las que empujaron un resultado tan contundente.