Las chicas que se desesperaban para estar con sus ídolos musicales se popularizaron a fines de los 60. La historia de Pamela des Barres, la groupie más famosa. Los moldes de yeso que hacía Cynthia Caster Plaster de sus amantes. La leyenda de Led Zeppelin y el tiburón. Hoy, la nueva mirada de conductas abusivas que se naturalizaron durante décadas.
En febrero de 1969, la revista Rolling Stone, todavía en blanco y negro, publicó en su portada la foto de una chica joven, hermosa e ignota, con rulos, una sonrisa seductora y ojos vivaces. No era la revelación del rock de ese año, ni una cantautora que prometía ser la nueva sensación. Era la representante de un nuevo fenómeno. O de algo no tan nuevo pero que se manifestaba abierta y masivamente en esos tiempos: las Groupies, según publica Infobae.
Las groupies seguían a sus cantantes y bandas a cada lugar al que tocaban. Trataban de colarse en los camarines o en el hotel. Algunas conseguían tener algún contacto sexual fugaz con su ídolo en el lugar del recital, otras conseguían ser llevadas a la fiesta posterior al show y pasar la noche con su conquista.
El premio mayor era ser incorporadas a la gira, ser una más, sin función alguna, del personal del tour.
Pamela des Barres es considerada la reina madre de las groupies. Una de las primeras en singularizarse dentro de esa masa excitada de chicas en busca de rockeros y sexo, de acceder a un mundo vedado, algo mágico y peligroso. Consiguió lo que las demás también buscaban, pero sólo pocas consiguieron: fama.
Escribió varios libros sobre sus experiencias como groupie. El primero de ellos, I’m With The Band (Estoy con la banda, la muletilla que orgullosas esgrimían ante los guardias de seguridad para ingresar en las zonas vedadas en los shows) se convirtió en una especie de clásico. El último, Let’s Spend The Night Together, es como un catálogo de su gremio; son entrevistas a otras groupies célebres de la historia del rock.
Por otro lado, Cynthia Caster Plaster Albritton encontró un método original para conseguir llegar hasta los músicos y, a la vez, conjugarlo con su vocación, las artes plásticas. Se dedicó a coleccionar miembros viriles de músicos reconocidos. No era una mutiladora. Tan sólo sólo una groupie con aficiones artísticas.
Incluso, una de las historia más legendaria que los músicos nunca desmintieron ni confirmaron es la que se conoce como el Incidente del Mud Shark.
Los Zeppelin, que estaban de gira con Vanilla Fudge, pescaron un pequeño tiburón de un metro y medio de largo. Utilizaron la bañadera como acuario. En medio de la noche, una groupie pelirroja y desnuda fue atada a la cama. Luego abusaron de ella y la penetraron por todos sus orificios con la pesca del día mientras Carmine Appice, el baterista de Vanilla Fudge, filmaba el incidente. Frank Zappa, dos años después, popularizó la situación al narrarla en una canción. Appice confirmó la historia tiempo después.
Hoy, el fenómeno groupie, encontró un freno. Se tomo conciencia de las situaciones normalizadas que podrían llegar a ser un delito gracias al cambio de época.