Hubo dos hitos en el derrumbe de los precios de las acciones argentinas: el fin de las metas de inflación y las PASO.
La promesa de Macri como un giro promercado tuvo un resultado adverso. Pasaron cosas desde la euforia de 2015 -cuando en las PASO mostró que tenía posibilidades de llegar al ballotage y que elevó el índice Merval un 30%- al derrumbe de casi el 44% desde que en las PASO de 2019 evidenció que estaba lejos de repetir la hazaña.
Lo primero que sucedió fue un período de fuerte expectativa que se tradujo en precios cada vez más altos de las acciones entre la asunción y el 26 de enero de 2018, el día en el que el Merval llegó a los 35.334 puntos básicos y se pinchó hasta el día de hoy. Dos eventos fueron claves en que ese enero encontrara un punto de inflexión.
El primero fue uno interno: el 28 de diciembre previo el Gobierno hizo público que no iba a hacer el ajuste fiscal que había prometido a los mercados cuando asumió. En cambio iba a relajar las metas de inflación y seguir por el camino del endeudamiento externo. Para los desmemoriados ese enero Luis Caputo se apresuró a colocar 9.000 millones de dólares de deuda externa, en ese momento se vio la primera aceleración del riesgo país desde su valor mínimo de la era Macri (346 puntos básicos el 20 de diciembre de 2017 a los 426 el 9 de febrero siguiente).
El segundo punto, vino por el frente externo: la Reserva Federal de los Estados Unidos subió la tasa de interés en diciembre de 2017 y adelantó que la volvería a subir, no lo hizo en febrero sino en abril, pero su anticipación retiró liquidez de los mercados emergentes y dejó en la cuerda floja a los países más endeudados en moneda fuerte y con mayores necesidades de financiamiento: Argentina y Turquía.
Esto suponía que para las empresas el costo financiero sería cada vez más alto y sin crecimiento en el mercado interno. Con atraso cambiario -lo que les complicaba la salida a otros mercados- y una devaluación en ciernes, las perspectivas pasaban de gris oscuro.
La tormenta se confirmó con la suba de tasas de interés de la Fed en abril de ese año, la confirmación de la imposibilidad de refinanciación y la ida al FMI. El riesgo país se aceleró a los 500 puntos y desde entonces solo se espiralizó. El peso argentino se convirtió en la moneda más devaluada del año detrás del bolívar venezolano, el ajuste en el mercado local pasó a ser la norma y las empresas se resintieron violentamente.
Sin más, la acción del Grupo Financiero Galicia -que mueve habitualmente un volumen similar a la mitad de la bolsa local- pasó de valer 73,45 dólares el 18 de enero de 2018, a menos de 23 dólares en septiembre de ese mismo año. La burbuja se había pinchado, el equilibro macroeconómico se iba a hacer «por las malas» y los valores de la compañía valían menos que los 24,60 dólares que cotizaba el 10 de diciembre de 2015. Hoy vale 11,07 dólares, menos de la mitad de lo que valía en ese entonces. Y habiendo perforado el sostén de los 12 dólares por papel, el análisis fundamental sugiere que puede ir a los mínimos de 2012.
Si bien el papel del Galicia es representativo por su volumen, su evolución no fue la del conjunto del mercado. Por ejemplo, el ADR de la acción del banco Francés pasó de valor 13,4 dólares cuando asumió Macri al doble (USD 27,45) el 19 de enero. Desde entonces se desplomó hasta los magros 3,06 dólares. Es decir que hoy no vale ni un cuarto de lo que valía cuando asumió el presidente.
Entre septiembre del año pasado y la situación actual restaba entonces una recuperación notoria en enero y una fuerte caída en agosto tras las PASO que se llevó puesta toda la mejora previa. Desde valores de remate, en el primer mes de este año las acciones notaron una rápida recuperación que se sostuvo en febrero, se licuó en parte en marzo y se retomó en abril hasta julio, cuando la incertidumbre por las elecciones detuvo el alza de las acciones hasta un episodio puntual en la víspera de la veda electoral.
En una conference call de la consultora Elypsis con inversores, el ex funcionario macrista Luciano Cohan sostuvo que Macri le había dado ganador, lo que hizo trepar la bolsa 7,5% en una única rueda. Sin embargo, el domingo 11 de agosto se impuso Alberto Fernández como favorito y la corrección en el Merval fue inmediata: perdió el 46,2% en las siguientes dos semanas.
El caso de las energéticas fue similar. Si se toma la empresa del mejor amigo del presidente, «Nicky» Caputo, Central Puerto, -que salió a cotizar en la bolsa de Nueva York en la cresta de la ola justo antes de que la burbuja se pinchara- se observa que de valer 2.680 millones de dólares hoy ronda los 477 millones de dólares. un quinto de su mejor valuación bursátil.