Eran diez bolsas que simulaban contener cadáveres y cada una representaba a un muerto por coronavirus que no se había podido dar la vacuna porque había sido otorgada a «los amigos de Alberto», «el hijo de Moyano», «la familia Duhalde» y otros dirigentes.
Una al lado de la otra, fueron dispuestas en la vereda y luego colgadas en las rejas de la Casa Rosada, como una «intervención» que buscaba plantear una queja por el uso irregular de las vacunas contra el coronavirus, según publica La Nación.
Anoche, la agrupación Jóvenes Republicanos, que pertenece a la Unión Republicana y que fue responsable de dicha puesta en la marcha #27F de ayer, la reivindicó a través de un comunicado. Dijeron que los bultos representaban «a los argentinos que murieron» y consideraron que «barbarie es robarle las vacunas al pueblo».
Es que la acción derivó en el repudio de parte del arco político y de actores de la sociedad civil -quienes, en su mayoría, lo asumieron como una muestra de odio o como algo inadmisible- y hasta del mismo presidente de la Nación, Alberto Fernández, pidió: «No callemos ante semejante acto de barbarie».
«El Presidente vuelve a mentir y busca, a través del relato, convertirnos en lo que no somos», comienza el comunicado, bajo el título «En vez de escuchar, Alberto elige seguir mintiendo», publicado en el Twitter de Jóvenes Republicanos, que dice pregonar «los valores liberales» y muestra en las redes una abierta oposición a la administración del Frente de Todos.
«Hoy dejamos bultos en la puerta de la Casa Rosada. El texto muestra claramente que representan a los argentinos que murieron por su irresponsable manejo de la pandemia y los nombres de los políticos son los de aquellos que recibieron las vacunas que deberían haberse aplicado a la población de riesgo y no a los privilegiados del poder», agregan, en referencia al esquema de vacunación paralela donde una decena de personas se vacunaron en la sede del Ministerio de Salud y otras más en el Hospital Posadas, sin respetar el esquema oficial.