Desde la noche que se escapó en el baúl de un auto hasta los ‘sanguchitos’ que le pidió a una azafata antes de un vuelo, historias de gente común recopiladas en una cuenta.
Damián es el creador de la cuenta Proyecto Pelusa, una idea que nació en 2010 con la masividad de Facebook -ahora en Instagram- y tiene como finalidad recorrer la historia de Diego Maradona a través de fotografías en las que aparece con la gente que lo idolatró. Esta iniciativa llega para comprobar una especie de hipótesis que Cukierkorn tenía: “Estaba convencido que era la única persona del mundo a la cual se le podía reconstruir su vida a partir de las fotos que se sacó con la gente”, explica.
Cómo nació la idea. “Diego era la única persona que podía juntar la cuestión de ser un ídolo popular, caminar por la calle, aceptar que te saquen fotos y que la gente te ame. Además cada una de esas fotos para esas personas se convertía en un momento único que atesoraban por siempre. En el momento que empezó el proyecto, las redes sociales no estaban presentes en nuestras vidas, solo existía Facebook y me demandaba mucho tiempo, entonces decidí abandonarlo”, contó a TN Deportes.
Cómo se mantiene Proyecto Pelusa. “El año pasado durante la pandemia, salía a caminar con Sebastián Schor, un amigo de la secundaria, y fue entonces cuando decidimos retomarlo. Lo publicamos en Instagram y creció mucho, por eso, estamos pensando en hacer algo mucho más integral como un documental o un Podcast porque las historias son increíbles”.
¿Cuál es el espíritu? “La mayoría son historias inéditas y eso es lo lindo de todo esto. También es muy lindo ver la evolución de esas fotos. Desde las cámaras de rollo de los 70, siguiendo con las pocket de los 80 y llegando a las digitales. Hay una evolución en la imagen y desde ya en los looks de Diego. Empezamos con fotos de amigos y a medida que empezó a crecer fueron llegando más”.
El álbum de fotos virtual, se va completando todos los días a las 10:10 de la mañana cuando una nueva historia es revelada al mundo. El repertorio es variado, desde encuentros casuales hasta cumpleaños y eventos en los que el astro del fútbol se presentaba. Las publicaciones tienen rigor periodístico, Damián y Sebastián se encargan de averiguar la fecha exacta en la que fue tomada la foto e intentan darle un contexto y narrar una breve historia.
“No pongas cubiertos distintos, quiero comer como un ser humano normal”
En Enero de 1995, Maradona arrancaba a dirigir en Racing. En uno de esos torneos de verano, la Academia se enfrentaba a Independiente en Mendoza. En medio del revuelo por su llegada a esa provincia, alguien se acercó y le comentó que en el Barrio Alimentación de Guaymallén vivía la familia López, que eran todos fanáticos de él.
El Diez confirmó su presencia y esa noche armó un operativo para despistar a la gran cantidad de periodistas que se habían acercado a la concentración. Salió escondido en el baúl de un auto y a las pocas cuadras, cuando vio que no había nadie acechándolo se subió a otro auto. Luego de unos minutos, llegó a la humilde casa de la familia López. Allí compartió un asado y una charla que incluyó las infaltables anécdotas. Al momento de sacarse la foto en la habitación del cumpleañero, Maradona se tiró en la cama y la rompió. Y por pedido del dueño así quedó intacta, sostenida por un par de ladrillos durante 9 años.
Así lo cuenta Estela, la madre de los chicos de la foto: “Me llamó en la mañana, me dijo que nos quería visitar”.
-¿Cuándo querés venir?
-Esta noche.
-¿Y qué querés comer?
-¿Puedo elegir? Bueno, quiero comer un chivo. Pero no me pongas un cubierto diferente, no me hagas nada distinto. quiero ser igual que todos. Quiero comer el chivo con la mano como un ser humano normal.
Diego llegó a las 10 de la noche y nadie lo podía creer. El asado fue todo risas, fotos y charlas sin parar. Familia, amigos, el carnicero del barrio.
Un momento inolvidable para Gonzalo fue cuando le pidió una foto en su habitación. Así lo recuerda: “Cuando entramos a la pieza, se tiró en la cama de una y la rompió. Yo tenía 14 años y me fui de mi casa a los 23; en todos esos años no permití que la arreglaran: dejé los ladrillos de apoyo puestos 9 años”.
A la 1.15am, ya cerca del final de la noche, Estela le dijo que ellos eran muy humildes y Diego, tan Diego siempre, respondió: Por eso vine”.
“Tocala, Sebas”
Era mediados de Enero de 1999, se terminaba un día más de playa en Punta del Este y apareció Maradona. Firmó algunos autógrafos y decidió meterse al mar. Todos los presentes se quedaron en la arena siguiendo sus movimientos hasta que en un momento un grupo de chicos decidió ponerse a jugar a la pelota. Cuando Diego salió del agua se prendió al picado informal. Les enseñó a parar la pelota y se divirtió intentando embocarla en un tacho de basura.
“¿Y los sanguchitos?”
En el verano del 2001, Natalia trabajaba en el Aeropuerto de Ezeiza para Cubana de Aviación. Desde hacía un año la aerolínea se había revolucionado con los viajes periódicos de Maradona a Cuba. Esa noche, Natalia fue la última en entrar al avión, Maradona ya estaba en su asiento pero estaba inquieto, buscaba algo, hasta que en un momento reclama que no había sándwiches como solía haber en sus vuelos. Advertida de esto, Natalia salió rápidamente en búsqueda de los sándwiches. Cuando regresó al avión, un tanto desarreglada porque había tenido que correr, Maradona le sonrió y le pidió que se sentara con él para sacarse una foto.