El presidente Alberto Fernández cuestionó el costo de la ropa tras el significativo aumento que registró en abril.
El sector textil, indumentaria y de calzado tuvo nuevamente en los últimos días un nuevo protagonismo mediático, tras difundirse el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec de abril, porque dejaron de ser marzo y septiembre los meses de fuertes aumentos por los cambios de temporada, según publicó Infobae.
En este caso, la variación fue 9,9% respecto de marzo -ya ese mes había arrojado una suba de 10% frente a febrero- y 73,4% en términos interanuales.
“No lo esperábamos”, dicen en la industria, mientras intentan explicar los motivos que están detrás de estos incrementos y aspirar a una desaceleración para los próximos meses. Apuestan a un aumento de la oferta a partir de las inversiones que están en ejecución, pero la transición será difícil. Y lo saben.
La Fundación Pro Tejer aprovechó el cambio de presidente de la institución -el jueves último asumió Luciano Galfione, en reemplazo de Yeal Kim- para inaugurar el ciclo de encuentros “Abro hilo”, pensado para dialogar con periodistas y actores de las redes sociales sobre la realidad del sector, con sus dificultades y potencialidades.
Y la primera reunión, de la que participó Infobae, se produjo justo a horas de que el presidente Alberto Fernández cuestionara duramente la suba de precios del rubro en declaraciones radiales. “Uno los protege y cuida, pero después eso se vuelve en contra de la gente. Hay un desmadre de los precios entre el que confecciona y el que vende”, remarcó el jefe de Estado. Se refirió así a los precios de la indumentaria, a la que calificó de “histórica”, pero dijo también que se ve más en los comercios que en la producción.
“Claramente tenemos un problema, pero ese problema está en la situación estructural que tiene la Argentina y es transversal a todos los sectores. Me cansé de defenderme. Explico las razones”, enfatizó, enérgico, Galfione. “¿Los precios de la ropa son caros? No, los sueldos son bajos. No puede ser que hoy una persona que trabaja sea pobre. Nosotros somos eficientes hasta la puerta de la fábrica, pero somos víctimas como todos los que producen algo en este país”, se sumó el tesorero de la entidad, Pedro Bergoglio.
Pero más allá de esta realidad, en la que el poder adquisitivo se destruyó en los últimos cuatro años, otros factores incidieron para que la inflación del sector supere el promedio del IPC. Por un lado, participan de ese índice rubros con precios regulados que han sido pisados por el Gobierno; en segundo lugar, la medición que hace el Indec con la indumentaria y el calzado no refleja, según el sector, el consumo tal cual es hoy.
La economista y directora ejecutiva de Pro Tejer, Priscila Makari, explicó que “el organismo estadístico hoy usa, para la ponderación, lo que las familias consumían en 2004. Si bien la inflación en el rubro es menor en mercados como los locales de Flores o Avellaneda, pondera mucho más en el índice el consumo en shoppings, cuando hoy se compra mucho más en comercios de barrio o en esas zonas, además de las plataformas online”.
“Nos influye mucho que se tomen los shoppings como representación del consumo de la gente”, planteó el presidente de Pro Tejer. La indumentaria pondera cerca del 8% en el IPC del Indec.
Los costos más representativos
Sin querer inmiscuirse en la clásica disputa textil-indumentaria, los empresarios reconocieron, de todos modos, que si bien hubo incrementos importantes en los insumos a partir de la pandemia, y luego con la invasión de Rusia a Ucrania, la incidencia de los aumentos en el primer eslabón de la cadena tiene muy bajo impacto en el precio final de la prenda. Lo que más influye -afirman- son los valores de los alquileres, los impuestos y los gastos de comercialización y marketing. Como lo han repetido incansablemente, la industria incide en apenas el 8,5% del valor de una prenda.
Sucede que el sector tiene hoy una particularidad, y es la falta de oferta. “Actualmente, el cuello de botella más grande está en la indumentaria, en la confección. Hay más consumo que producción. Destrozamos el entramado productivo entre 2018 y 2019, luego vino la pandemia y trabajadores de países vecinos se volvieron a sus países porque ya no les rinde el tipo de cambio para mandar dinero”, explicó Galfione.
Según datos oficiales, entre 2015 y 2020 cerraron 1.200 talleres registrados, y en el sector de la confección el 80% está en la informalidad, por lo que el número sin dudas es ampliamente mayor.
Esta falta de talleres hace que los pocos que resistieron estén super demandados y, por ende, suban sus precios. En los últimos tres meses, confeccionar un jean pasó de costar $180 a $500, mientras que una remera subió de $50 a $120, explicaron los dirigentes de la fundación.