Ricardo Alfonsín no usa twitter. Hay equipos que difunden su actividad por la red social. El prefiere los libros: se levanta antes para dedicarle 40 minutos a leer. Tiene pilas de libros y propuestas de gestión para 2011. Estudia y se prepara en secreto para ser presidente.
Hace una intensa campaña al viejo estilo: recorridas, actos chicos. Crece en la encuestas. “No todo lo viejo es malo. Hay una ponderación exagerada por lo moderno ”, suele decir el hijo del fallecido Raúl Alfonsín. Cree que nada reemplaza el contacto directo con la gente.
Hay tres datos que le hicieron sentir que primero le ganará la interna a Julio Cobos, y que tiene posibilidades de llegar a la Casa Rosada. El primero es lo que siente en la calle.
“No te digo que sea como en el 83’ pero pasa algo parecido: se me acerca gente que no es radical y me dice que me va a votar. Hasta peronistas”, le contó a un amigo-político en el departamento de su padre.
El otro síntoma que le da confianza es que lo llaman los encuestadores.
En reserva, algunos lo visitaron en el departamento donde vivió Raúl Alfonsín. El diputado radical no cree en las encuestas, pero escuchó.
Y el último dato, quizá el más inquietante, es un mensaje que llegó de que podría sufrir alguna “operación” en su contra por parte del kirchnerismo. “Eso es que estás creciendo”, le señaló un viejo amigo.
El diputado radical está por estas horas molesto . Es difícil verlo enojado. Le preocupó leer alguna información negativa atribuida al cobismo sobre su persona. “Me parece grave, pero no sé quien lo hizo. Todo falso”, dijo en la oficina donde está el escritorio de su padre. Fuma y fuma. Camina de una punta a la otra de la habitación.
La relación entre Alfonsín y Cobos es cordial . Hacen lo que deben, lo políticamente correcto. Pero compiten. Hace más de 10 días compartieron un encuentro en Tucumán donde se anunció que acordaron las reglas de la disputa interna. Fueron a la casa del senador radical tucumano José Cano pero no habrían hablado de la interna en particular. “Si hay que fijar reglas para la competencia interna quiere decir que uno tiene problemas personales para cumplirlas . Acá no se necesita eso”, se habría quejado Alfonsín en privado días después.
Pero igual la prioridad del hijo del ex presidente es no generar fisuras en el partido.
Y menos con Julio Cobos a quien considera un hombre valioso para la política.
El vicepresidente ya dijo que los equipos técnicos de ambos precandidatos trabajan para tener un plan de gobierno en marzo del año próximo.
Otra de las preocupaciones de Alfonsín es un viejo rumor que circula entre algunos peronistas que trabajan en la provincia de Buenos Aires: le adjudican vínculos con el kirchnerismo, los rumores hablan incluso de una visita a la Quinta de Olivos. “ Qué disparate , ya no saben qué decir”, dijo cuando escuchó esa versión.
Su búnker de campaña y de trabajo como precandidato presidencial es la casa de su padre. Ahí las cosas han cambiado. Pasado el tiempo, ya el escritorio del ex presidente está sin sus últimos papeles. Pero allí hay mucha actividad. Margarita Ronco, fiel y antigua colaboradora de Raúl Alfonsín, no para un minuto y le avisa a “Ricardito” reuniones y pasa los mails.
Ricardo Alfonsín imagina que los otros candidatos también están como él: estudiando para 2011. El le dedica horas.
Tiene reuniones con especialistas en cada tema, con intelectuales, con economistas.
En lo último que trabaja es en un plan para recuperar los trenes y otro para el desarrollo de las pymes . Pero uno de los ejes de su propuesta presidencial es la convocatoria a un “acuerdo republicano” para “sanear el daño a las instituciones resultado de ocho años de los Kirchner”, según ha explicado en la intimidad de su oficina. Alfonsín hijo sostiene que si llega a la presidencia convocará a todos los partidos a sellar un pacto de “lealtad democrática” , en defensa del cumplimiento de la ley y el compromiso de la lucha contra la corrupción.
También sus equipos técnicos que dirigen Agustín Campero y Carlos Urlich diseñan la otra parte de un acuerdo en materia de seguridad, salud y energía .
Ahora que está afianzado como precandidato presidencial extraña más a su padre. “Sobre todo sus consejos”, se lamenta en privado. Volvió al cementerio hace un tiempo a dejar unas flores, pero no le gusta ir. Prefiere recordarlo de otro modo. Siente la precandidatura como una responsabilidad y sabe que gran parte de su potencial político se basa en las cualidades personales de su padre que la gente proyecta en él.
Sabe que lo criticarán por no tener experiencia de gestión . En su círculo íntimo cuentan lo que dijo: “No me quiero comparar. Pero si la falta de gestión sería una condición clave no hubieran sido presidentes John F Kennedy, Lula da Silva, Felipe González, Barak Obama”.
En lo que cree es en que para gobernar un país hace falta mucho más: capacidades éticas, de liderazgo, de tomar medidas, y de elegir colaboradores confiables.
Dicen que está listo para enfrentar una campaña negativa . “Los voy a estar esperando”, le dijo Alfonsín a un colaborador. Como muchos, cree que Néstor Kirchner será el candidato.
Lo que admiten en su entorno es que lo que podría complicar una victoria del Acuerdo Cívico y Social sería una candidatura de Daniel Scioli : porque el PJ se encolumnaría y por los sectores de poder que lo acompañarán.
En una semana donde volvió la violencia sindical en su peor modo, se habla cada vez del hombre que hoy acumula más poder en la Argentina: Hugo Moyano. A Alfonsín le preocupa el tema -su padre enfrentó 14 paros de la CGT- pero cree que no tendrá problemas con el sindicalismo . “Van a estar bien los trabajadores, así que Moyano no tendrá motivos para hacer paros”, dijo.
Hasta marzo, como todos, Alfonsín no definirá la fórmula con la que pretende ganar, pero la información indica que avanzó más de lo que se sabe con el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. Nadie sabe que hará Elisa Carrió. Alfonsín hace tiempo que no habla con ella. Nunca entendió por qué se fue del Acuerdo Cívico y cree que puede volver. “Lilita” está encerrada por estos días, ocupada en un libro que escribe.
Fuente: Clarín