La masiva movilización de hoy en repudio al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional marcará el tono del cuarto paro general de la CGT contra la política de la alianza gobernante, mientras el primer mandatario promete en Estados Unidos que la Argentina no volverá a caer en default.
El líder político frente al pueblo en la Plaza de Mayo es una tradición argentina. Esta vez estaba el pueblo en la Plaza pero la casa de Gobierno estaba vacía. La postal del día fue: un acto de soberanía en la Plaza frente a otro acto de entrega de la soberanía por parte del que tendría que haber estado en los balcones de la Casa Rosada. Fue el pueblo contra la deuda externa y un presidente pasando la gorra a la desesperada en Estados Unidos. El pueblo contra el hambre y el ajuste y un presidente negociando más hambre y más ajuste con el FMI. Una postal, una pantalla compartida, que quedará para la historia.
Se dice que entre los líderes y las masas se establece un diálogo que produce una síntesis. Entre Mauricio Macri y los actos de masas no hay diálogo sino discusión. «No hay chance de que la Argentina vaya a un default» dijo en el canal Bloomberg, en Nueva York. Cualquiera sabe que si alguien sale a pedir prestado, no debe pronunciar esa palabra, y como la dijo, quedó sobreentendido que esa posibilidad existe. La televisión pasaba esa entrevista y al mismo tiempo masivas columnas de los movimientos sociales y los sindicatos comenzaban a confluir sobre la Plaza de Mayo para el acto contra el Gobierno. Macri se jugó personalmente como garantía de que no habrá default y anunció que se presentará a la reelección. En ese momento la Plaza de Mayo y las calles adyacentes estaban desbordadas por una multitud que gritaba MMLPQTP. La garantía, como en general las promesas del Presidente, no es sólida.
Después de largas negociaciones, en agosto, en plena crisis de devaluación del peso y fuga de dólares, la CGT decretó el paro de mañana. Las dos CTA, dirigidas por Pablo Michelli y Hugo Yasky habían decretado paro activo por 36 horas. Hubo muchas críticas en ese momento porque la convocatoria aparecía muy lejana. Como siempre los tiempos de la crisis son diferentes a los de la política. La fecha se mantuvo y finalmente las dos convocatorias se complementaron.
El masivo acto en Plaza de Mayo, donde los oradores mencionaron a Perón, a Néstor y Cristina Kirchner, a Milagro Sala e incluso a Raúl Alfonsín y criticaron duramente al gobierno, se convirtió en el marco político de la huelga de mañana. Los realineamientos en la CGT se producen rápidamente. Los sectores del moyanismo, más la Corriente Federal y las dos CTA y los gremios de la industria que se fueron sumando como el SMATA, terminaron por darle el marco político a un paro que estaba destinado a ser más bien dominguero, sin movilización ni demasiada campaña.
Los dirigentes más conciliadores que habían presionado para que el paro se realizara con esas características, aduciendo una responsabilidad por la «gobernabilidad del país», fueron superados por esta movilización previa hacia Plaza de Mayo y por el acto con sus oradores. Paradojas de la vida, si no hubieran bloqueado la realización de un acto, hubieran tenido más posibilidades de disputar el tono político del paro.
El acto popular se realizaba frente a la Casa de Gobierno, mientras el inquilino estaba pasando la gorra en Estados Unidos. El pueblo contra la deuda externa y Macri en el país del Norte para enterrar aún más al país en una deuda monumental que condiciona sus decisiones y las de los próximos presidentes argentinos. Fue un acto de soberanía popular frente a una Casa Rosada vacía que está cediendo soberanía. Macri volvió a anunciar por enésima vez el acuerdo con el FMI que todavía no se acordó. El organismo financiero se toma su tiempo. No le alcanza la garantía que le ofrece Macri y quiere más seguridad.
Es evidente que los astros ya no le sonríen. Una fecha que había sido decidida con la esperanza de que se produjera cuando hubiera pasado lo peor de la crisis, finalmente se produce cuando se está por discutir en el Congreso el proyecto de Presupuesto que incluye los ajustes –planteados por el macrismo, y aceptados por el Fondo–, a la salud y la educación pública, a la obra pública y en perspectiva a las jubilaciones. La inmensa movilización se produce cuando algunos gobernadores están negociando el respaldo a ese presupuesto.
Y entonces ese acto, que no estaba previsto del todo como parte del paro del día siguiente, se convierte en un sólo hecho. Son 36 horas de paro con una masiva movilización de protesta contra las medidas económicas del gobierno macrista. Reafirma que esas medidas que Macri ofrece al FMI no tienen el respaldo de la mayoría. Y de esa manera demuestra que ni siquiera Macri como candidato es garantía de que se mantendrán esas políticas.
Además queda la pantalla compartida, esa figura no buscada pero ominosa de un presidente buscando deuda y dependencia en Estados Unidos y un pueblo que las repudia. El espacio de la Plaza otra vez aparece en ese imaginario histórico de los argentinos.
Y de ese plano simbólico, más estratégico si se quiere, pasó a un plano más terrenal e inmediato para convertirse en un fuerte factor de presión en medio de la negociación del Presupuesto. Cientos de miles de trabajadores en la Plaza de Mayo y un paro cuyo acatamiento ya se advierte como masivo enfrenta a los legisladores que se dispongan a aprobar el Presupuesto que Macri envió al Congreso.