La oficial que comandó a una patrulla del Ejército aislada durante tres días en la nieve

La Subteniente María Gruttulini dirigió a un grupo de cuatro militares en una misión de refugio, después de que el camión que los tansportaba se quedara varado en la nieve. Los secretos de la brigada…

lunes 03/08/2020 - 10:10
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La Subteniente María Gruttulini dirigió a un grupo de cuatro militares en una misión de refugio, después de que el camión que los tansportaba se quedara varado en la nieve. Los secretos de la brigada que asiste a las casas rurales azotadas por el frío extremo.

Las nevadas y el frío extremo venían azotando la zona de Cañadón de Vaca Muerta, en Neuquén, desde hacía días. Faltaba un poco para las nueve de la noche, de ese jueves 23 de julio, cuando la subteniente del Ejército María de los Ángeles Gruttulini se puso en contacto con la base del Regimiento de Infantería de Montaña 10 de Neuquén Tte. Gral. Racedo, para informar: “No podemos regresar. Hay demasiada nieve y se nos quedó atascado el Unimog. Vamos a pasar la noche en un refugio. Quédense tranquilos por nosotros que estamos bien”.

La oficial de 28 años había partido a la mañana de ese día al mando de una patrulla del Ejército de asistencia logística para los habitantes de las pequeñas casas rurales aisladas entre sí a lo largo del Cañadón de Vaca Muerta.

La cuadrilla suele asistir a los hogares aislados por la nevada en la montaña
La cuadrilla suele asistir a los hogares aislados por la nevada en la montaña

Gruttulini, acompañada por el Cabo 1º Omar Gordillo y los cabos Leandro Antigual, Víctor Flores y Marcelo Curin, habían partido a bordo de un camión Unimog en medio de la nieve para asistir a aquellos residentes rurales que habían pedido ayuda debido a su imposibilidad para poder salir de sus casas y conseguir suministros para subsistir.

Ninguno de los cuatro militares creía en ese momento que tendrían que pasar tres días aislados en un refugio antes de poder emprender el regreso a la base de la localidad de Covunco.

“La nuestra, la sexta brigada de montaña, trabaja en coordinación con el Gobierno provincial y el del Municipio de Mariano Moreno para dar un apoyo logístico ante la emergencia climática”, le explicó el jefe del Regimiento, el Teniente Coronel Carlos Fraquelli, a Infobae en un diálogo telefónico.

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La imagen de un Unimog

“La mayoría de los pobladores que atendemos son crianceros. Ellos nos dicen lo que requieren y nosotros vamos y los asistimos. Es clave la asistencia porque hay veces que hay que llevarles alimento o leña para poder mantener el calor de sus casas. Si no reciben esta ayuda, se pueden morir”, completó.

Ese jueves, la patrulla comandada por la oficial Bruttulini se preparaba para acudir a un último pedido antes de emprender el regreso a la base. Eran cerca de las 17.

“Habíamos repartido víveres en diferentes puntos. Nos quedaba sólo uno. Esa última casa estaba a unos 10 kilómetros hacia adentro. Era un señor bastante mayor que se había quedado aislado con sus tres nietos que lo fueron a visitar. No tenía suficiente leña como para hacer fuego y necesitaban pasar la noche. Llegamos, cortamos con nuestra motosierra algunos troncos, y resolvimos su problema”, le explicó Gruttulini a Infobae.

“Ahí emprendimos el retorno a la base”.

La imagen del Unimog aislado en la nieve
La imagen del Unimog aislado en la nieve

Pero los planes se vieron alterados por la fuerte nevada. Precisamente hasta ese mismo jueves 23, la Patagonia había registrado uno de sus inviernos más duros en los últimos 20 años, con temperaturas de hasta 20 grados bajo cero.

“Sabíamos que no podíamos regresar con el Unimog por el mismo camino. En el sendero de ida, el Unimog ya se había quedado atascado y tuvimos que ayudar con una pala para remover un poco la nieve y la tierra. Si volvíamos por ese terreno, se iba a atascar en los mismos lugares y con esa tierra ya removida iba a ser imposible poder salir”, relató la oficial.

“Tuvimos que tomar una nueva ruta. Era un camino un poco más largo pero al menos tenía las casas más cerca entre sí. Fue ahí cuando nos dimos cuenta de que el Unimog ya no podía seguir. Entonces, buscamos un refugio donde pasar la noche y poder retomar el regreso al otro día”, completó.

Durante la ida, los integrantes del ejército debieron recrear zanjones con las palas para poder mover el vehículo
Durante la ida, los integrantes del ejército debieron recrear zanjones con las palas para poder mover el vehículo

Los cuatro militares encontraron una casa vacía y de inmediato ingresaron. Fue entonces cuando la Subteniente decidió dar aviso a la base y comunicar que todos se encontraban en buen estado y que no era necesario que recurriera a la unidad de emergencia para que salieran a buscarlos.

Durante la comunicación, la patrulla aislada se puso en contacto con Aurelio Oporto, uno de los empleados más veteranos de la Municipalidad de Mariano Moreno, quien se encargó de contactarlos con el dueño de ese domicilio.

“Gracias al señor Oporto, nos enteramos de que la casa pertenecía a un hijo de un anciano conocido como El Negro Don Milla. Precisamente, el hijo de Don Milla había ido a la casa de su padre para cuidar que no le faltara nada”, relataron.

Desde la base se informó a la patrulla que la casa de Don Milla, donde se encontraba el dueño del hogar que habían adoptado como refugio, estaba apenas a un kilómetro de distancia.

“Cuando nos dijeron que estaban a unas diez cuadras, armamos un grupito reducido para trasladarnos a pie en esa misma noche a la casa de Don Milla y así comunicarles que nos íbamos a instalar en la casa de su hijo hasta que amaneciera y pudiéreamos regresar a la base. La nieve nos llegaba a la cintura y tardamos entre tres y cuatro horas poder hacer esas diez cuadras”, relató Gruttulini.

«Llegamos y nos encontramos a Don Milla, que estaba con Don Parra, un amigo que lo había ido a visitar y que también se había quedado aislado en esa casa», completó.

Durante el proceso de movilización del Unimog varado
Durante el proceso de movilización del Unimog varado

El viernes siguiente, la oficial y su equipo notaron que todavía resultaba imposible emprender el regreso. Según la jefa de la patrulla, si bien la situación no era la más cómoda, tampoco había lugar para el nerviosismo.

“Cuando uno elige esta carrera sabe que este tipo de cosas pueden pasar y se prepara para enfrentarse a cualquier desafío. En un momento pensás en la familia, pero yo soy hija de un militar y de a poco te vas acostumbrando a que cuando un militar se va de casa puede pasar mucho tiempo sin verlo. Es parte de nuestra rutina”.

«Además, tuvimos la fortuna de que el señor Don Milla nos trajo algo de comida al otro día gracias a la tracción de un caballo. Entonces, estuvimos contenidos con víveres y un techo».

En el interín, desde la base el Tte. Cnel. Fraquelli comandó una primera misión de rescate, pero el resultado fue una frustración.

“En uno de los intentos de rescate yo me adelanté pero no pudimos llegar. Tuvimos que descender unos 4 km esquiando debido a la enorme cantidad de nieve que había en el lugar”, expresó Fraquelli, quien también es instructor de andinismo, de esquí y realizó un curso de manejo de avalanchas en Suiza.

Parte de la patrulla aislada, durante los 6 km de regreso a pie en el medio de la nieve
Parte de la patrulla aislada, durante los 6 km de regreso a pie en el medio de la nieve

Después de otros intentos sin éxito, finalmente la solución llegó de la mano de un experto en los caminos de la zona, el sargento baqueano Sebastián Espinoza. Ese hombre, con su caballo, logró conducir a un nuevo equipo, comandado por el Teniente 1º José Ramos y el suboficial principal Ricardo Arce hacia el punto de contacto con los compañeros del ejército que se encontraban aislados.

Ese primer contacto se dio recién el sábado por la noche, 48 horas después de que la primera patrulla se había quedado varada en la nieve.

Así, la Subteniente Gruttulini decidió que el regreso se llevaría a cabo a partir del día siguiente, domingo. Todos los integrantes de la patrulla aislados recibieron unas raquetas con la que podrían desplazarse a pie, pese a la enorme cantidad de nieve.

El grupo varado tuvo que transitar entre 5 y 6 kilómetros a pie, con las raquetas puestas, hasta llegar al primer punto de control donde podían ser recogidos por un nuevo Unimog y regresar a la base”, recordó Fraquelli.

Una vez retornados al Regimiento, las autoridades felicitaron a la oficial por las decisiones tomadas y por cómo mantuvo el control durante los tres días de aislamiento.

“Acá las instrucciones no tienen distinción de género. La capacitación es la misma y la montaña no reconoce la diferencia de los sexos. El personal es igual y estamos luchando todos por la misma causa”, explicó Gruttulini acompañada por el Tte. Cnel. Fraquelli.

La alegría por la misión cumplida no duró mucho, porque pronto recibieron nuevas instrucciones. El Regimiento de Infantería de Montaña empezó a prepararse nuevamente para asistir a los residentes aislados en las casas rurales de zonas como Primeros Pinos el Copahue, todavía azotados por las tormentas de nieve.

Fuente: infobae.com

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