Empezaron las contracciones y el tiempo corría, había que salir de inmediato porque la intensa tormenta de nieve que afectaba a la zona volvía todo muy peligroso. Sandra avisó que la pequeña Abigail venía en camino y así fue como Luis, junto a su copiloto y las enfermeras, llegaron para iniciar el traslado, sabiendo que les esperaba una dura travesía de 50 kilómetros tapados por una nieve demasiado alta.
«La ruta estaba horrible, no sabíamos qué iba a pasar, tenía mucho miedo», contó Sandra a Telefe Noticias. El viaje arrancó y la ambulancia se hizo camino ante un horizonte completamente blanco en el que sólo estos dos experimentados conductores lograban ubicarse. Detrás de ellos iba un patrullero como escolta, dispuesto a ayudar en caso de ser necesario.
Luego de algunos kilómetros, la nieve pudo más y tanto la ambulancia como la camioneta de la policía quedaron atascadas. Hubo que sacar las palas y tratar de remover la nieve con la presión de que en el interior de la ambulancia las contracciones de Sandra se volvían cada vez más constantes. «Fue horrible», confesó la mujer, que todavía sufre por aquellos momentos de incertidumbre total.
Por suerte para ella, Luis ostenta una sobrada experiencia en esta clase de odiseas, ya que casi todos los años debe afrontar algún viaje urgente en medio de una nevada, la diferencia es que esta vez la tormenta era más fuerte que de costumbre: «Nunca hubo tanta nieve, hubo muchos temporales en los últimos días y encima en estos casos no queda opción: hay que salir o salir».
En diálogo con Rodolfo Barilli, Luis explicó que en condiciones normales el viaje puede durar 40 minutos, pero esta vez «llevó casi 3 horas». Y mientras los policías y los ambulancieros paleaban la nieve rezando para que Abigail aguantara un rato más, en el interior de la ambulancia las enfermeras contenían y trataban a la futura mamá.
«El camino lo conocemos bien, lo hacemos casi siete veces por semana, sabemos cada curva, cada bache. Hay cañadones y lugares en los que, si te vas a la banquina no podés volvér nunca más, no la podés sacar a la ambulancia», relató Luis remarcando que aquel lugar en que quedaron atascados no era tan difícil y, tras algunos minutos de trabajo, lograron regresar al camino.
De todos modos los problemas siguieron, ya que el temporal era tan intenso que la nieve se acumulaba en el parabrisas tapando casi por completo la visión y al mismo tiempo se volvía demasiado pesada para las escobillas del limpiaparabrisas. «Mi compañero tuvo que bajarse y caminar para poder guiarme. Después él sacaba la cabeza y me iba indicando el camino», rememora Luis. La ruta estaba completamente cubierta de blanco solo algunos puntos de referencia les daban a los conductores la ubicación para mantenerse dentro de la ruta.
Y entonces, cuando parecía que nada podía sacar el color blanco del frente, la travesía terminó. Llegaron a la ciudad de Chos Malal y Sandra pudo dar a luz a Abigail en el hospital y sin ningún problema.
Para Luis y todo el equipo de la ambulancia no hubo tiempo de relajarse, debían volver al pueblo para estar listos por si algún otro paciente necesitaba de su ayuda en medio de aquella dramática e inolvidable nevada.