Un camionero partió desde Mendoza con rumbo hacia Buenos Aires, pero a poco de andar sintió dolor en el pecho. Eso empeoró cuando le faltó el aire. Se hizo a un costado de la ruta y segundos después se desvaneció en la banquina. Otros choferes lo ayudaron. En ese momento comenzó la odisea de Martín Samia, un trabajador considerado esencial, pero en riesgo.
La ambulancia tardó una hora y media en llegar a Balde, una localidad muy cerca al límite entre Mendoza y San Luis. Los médicos lo trasladaron de inmediato al hospital más cercano, en la provincia puntana, y allí siguió su pesadilla.
Si bien los especialistas del Hospital de San Luis le diagnosticaron que había sufrido un preinfarto en la ruta, se negaron a dejarlo internado por protocolo de coronavirus.
En consecuencia, los profesionales subieron a Samia a otra ambulancia y lo dejaron en Desaguadero, otra pequeña localidad ubicada en el límite entre las dos provincias.
Sergio Ollivencia, dueño de la empresa donde trabaja el chofer, explicó en TN: “Simplemente me dijeron que esa persona no podía estar allí, lo sacaron del hospital, se lo llevaron en una ambulancia y lo dejaron sentado en una silla en Desaguadero. El oficial del pueblo me dijo que no podía ingresar a Mendoza por cuestiones de protocolo, pero tampoco nos permitían entrar a nosotros, que lo esperábamos a tres metros con una camioneta para llevarlo a otro hospital”.
Ollivencia, que también es miembro de la comisión directiva de la Asociación de Propietarios de Camiones de Mendoza (Aprocam), debió hacer valer sus contactos: en plena madrugada llamó al jefe de la Policía de Mendoza Roberto Munives y se comprometió con él a que llevaría al chofer a un hospital público. Al final pudieron enviarlo al Hospital Hungría, de Guaymallén, que pertenece a la obra social de Camioneros, pero, de nuevo, rechazaron internarlo y revisarlo en la guardia. “Si el dolor en el pecho no lo tiene ahora vuelva mañana”, le dijeron, según las palabras de su compañero.
Ante semejante odisea, Ollivencia intentó radicar una denuncia en la comisaría novena de Guaymallén, pero allí tampoco lo escucharon: según el fiscal de turno, Nadia había incumplido el protocolo.
“Nos consideran como actividad esencial, pero nos expusieron a todo esto porque las provincias no acuerdan entre sí para que nosotros podamos trabajar. Los camioneros, como los empleados de la salud, hemos sido héroes de la pandemia porque también llevamos los suministros que necesitan en los hospitales, pero a nosotros no nos respetan. Quiero que el país se entere lo que padecimos”, lamentó.
Ollivencia, indignado, advirtió que la odisea todavía no terminó: “Han pasado más de 16 horas y todavía no logramos que le hagan los estudios a este hombre”.