En 1943, Mariya Oktyabrskaya vendió todas sus posesiones y se unió al Ejército Rojo después de que su esposo muriera en combate.
¿Hasta dónde puede llegar el amor? Responder a esta pregunta es, a día de hoy, algo casi imposible, pues cada uno cuenta con su propia vara de medir. No obstante, personas como la soviética Mariya Oktyabrskaya demostraron que es posible dejarlo todo para vengar a un ser querido.
Es que, cuando esta mujer contaba con 38 años, decidió vender sus posesiones, comprar un carro de combate medio T-34 y lanzarse al combate en plena Segunda Guerra Mundial para vengar a su marido, al que los nazis habían asesinado en el frente varios meses antes. Su curiosa historia ha trascendido gracias a los libros de Historia.
Tal y como explica el investigador Henry Sakaida en su libro ‘Heroines of the Soviet Union. 1941-1945’, la historia de esta soviética comenzó cuando Crimea (una región de Ucrania tristemente famosa en la actualidad) la vio nacer. La que en un futuro sería una de las tanquistas más famosas de la Unión Soviética no era por entonces más que uno de los diez hijos de una familia venida a menos.
Así pues, y si consideramos la escasa riqueza que atesoraba por entonces la U.R.S.S., lo cierto es que su futuro no parecía muy halagüeño. No obstante, esta joven logró superar la escuela primaria y conseguir un trabajo como telefonista.
En 1925, Mariya contrajo matrimonio con un oficial del ejército al que, durante muchos años, siguió en sus destinos por varias bases militares. «No contenta con ser la esposa de un oficial, Oktyabrskaya empezó a tener interés por el trabajo de su marido y le pidió que le enseñara a conducir vehículos pesados y a usar armas de fuego «, explica el investigador en su libro.
No obstante, y a pesar de sus conocimientos militares, cuando comenzó ‘La gran guerra patria’ (nombre que dieron los soviéticos a la Segunda Guerra Mundial) esta mujer fue enviada lejos de la batalla, a Tomsk (en Siberia). Su esposo, por el contrario, fue uno de los millones de combatientes a los que Stalin llamó a combatir contra el ejército nazi.
Los meses fueron pasando hasta que, en abril de 1943 (cuando contaba 38 años) Oktyabrskaya recibió una horrible carta en la que se le informaba de que su marido había fallecido combatiendo contra los nazis en Kiev en 1941. Al parecer, esa noticia fue más de lo que pudo soportar la soviética, que decidió cometer una locura.
«Ansiosa de venganza, vendió todas sus posesiones para conseguir dinero con el que comprar un carro de combate para dárselo al Ejército Rojo. La única condición que puso es que ella debía estar a los mandos en batalla», añade Sakaida. La idea fue inmediatamente aceptada por el Comité Estatal de Defensa, que hizo de Mariya una abanderada de la causa y de la lucha contra Adolf Hitler.
El carro de combate que esta mujer seleccionó fue un T-34 , un tanque medio ideado por los soviéticos que se fabricó en masa durante la Segunda Guerra Mundial. «El T-34 era un carro de combate casi invulnerable al fuego de los cañones contra-carro alemanes más usuales por entonces, los de 37 milímetros y los de 50 milímetros», explica Douglas Orgill en su dossier ‘T-34. Russian armor’.
Tras cinco meses de entrenamiento en su carro, bautizado como ‘La mujer luchadora’, Mariya fue asignada a la 26ª Brigada de Tanques en septiembre de 1943 como conductora y mecánica. Acababa de comenzar su carrera como carrista. La primera, por cierto, de la Unión Soviética en convertirse posteriormente en una heroína.
Comienza la batalla
Hasta ese momento, no eran pocos los militares que creían que lo de Mariya no era más que un truco publicitario ideado por Stalin. En principio fue así, pero los soldados pudieron finalmente desterrar esta leyenda cuando vieron como esta mujer combatía a lomos de su T-34.
Así lo demostró en la primera contienda en la que participó. «Oktyabrskaya fue la primera en avanzar contra las posiciones enemigas. Movió su carro de combate como toda una veterana, destruyendo varias piezas de artillería, así como otras tantas ametralladoras alemanas. Su arrojo causó daños severos en el enemigo», añade el autor.
Su valor fue demostrado posteriormente en otras tantas ocasiones. Una de ellas se sucedió entre los días 17 y 18 de noviembre de ese mismo año, cuando los soviéticos llevaron a cabo una gran ofensiva para tomar la ciudad de Novoye Selo, en Vitebsk.
En esta ofensiva, Mariya se lanzó la primera contra las defensas germanas. En este caso tuvo menos suerte, pues, a pesar del caos y la destrucción que causó, los nazis le rompieron las orugas a su carro de combate. Como mecánica, ella fue la encargada de salir a repararlas mientras el enemigo lanzaba decenas de disparos contra ellos. Tuvo suerte y pudo sobrevivir a la batalla. Se unió a su unidad dos días después.
No obstante, su dicha se terminó el 17 enero de 1944, en otro pueblo de Vitebsk llamado Shvedy. Aquella jornada, la soviética se lanzó durante una acción nocturna contra los alemanes.
Sin embargo, estos lograron destrozar nuevamente las orugas de su T-34 cuando la mujer llegaba a su posición de trincheras. Una vez más, y como si viviera un recuerdo, Mariya salió a realizar las reparaciones pertinentes. Sin embargo, tras completar su tarea una mina le estalló cerca de la cara y le produjo heridas letales. Tras permanecer en coma dos meses, falleció el 15 de marzo, recibiendo el título póstumo de heroína de la URSS.
Fuente: El Correo