La decisión que tomó la Presidenta de la Nación para fortalecer la iniciativa y la soberanía del Estado, planificar el manejo estratégico de los recursos naturales y encaminar al país hacia el autoabastecimiento de hidrocarburos constituye la medida más trascendente de los últimos cincuenta años en materia energética.
Al enviar al Congreso Nacional el proyecto de ley destinado a expropiar la mayoría accionaria de YPF SA, la Presidenta ha resuelto con extraordinario equilibrio varias cuestiones relevantes para el futuro argentino, y ha profundizado la autonomía del país frente a la comunidad internacional.
En primera instancia, este decidido curso de acción evitó que la empresa siguiera conduciéndose con lógica predatoria, enviando cuantiosos dividendos hacia el exterior mientras dejaba de realizar inversiones en el país. Resultaba inaudito, además, que la compañía adujera falta de capital para operar las áreas concesionadas.
La empresa actuó, mientras permaneció en manos extranjeras, con el objetivo casi exclusivo de lograr la mayor ganancia inmediata. Así, obtenía aquí inmensos réditos, sin reinvertir prácticamente nada en la ampliación de las reservas.
El Gobierno Nacional no estuvo dispuesto a convalidar esas conductas, mientras desde las provincias petroleras observábamos el creciente desinterés productivo y social de Repsol en nuestras áreas. La gerencia española, en verdad, fue tomando una distancia cada vez más grande de nuestro territorio, hasta iniciar un abandono progresivo que resultó el detonante final para estas decisiones.
Al jerarquizar el rol de las provincias productoras de petróleo como accionistas que totalizarán el 49% de la parte estatal de YPF, el Estado nacional reafirma su carácter federal y brinda una respuesta histórica a las expectativas de Chubut y los demás estados que integran la Ofephi.
Desde mi provincia interpretamos con nitidez, desde un comienzo, el rumbo estratégico que trazaba la Presidenta, conscientes de la significación que tendría en el futuro inmediato. Por eso, el acto de reversión de áreas realizado el 14 de marzo que llevamos a cabo en Ramón Santos había tenido el respaldo de miles de chubutenses y santacruceños esperanzados.
Nuestra provincia y los demás estados petroleros tomamos la iniciativa de caducar concesiones en aquellas áreas donde el abandono de la gestión española se hacía evidente, ya que estaban pobremente atendidas o eran sistemáticamente dejadas de lado.
Es probable que Repsol hubiera obtenido ya las ganancias previstas en esas áreas, o que las considerara poco interesantes o despreciables. Para nuestras provincias, sin embargo, constituyen recursos estratégicos fundamentales, que aportarán un mayor nivel de ocupación y producción, además de ingresos crecientes en impuestos y regalías.
La Presidenta planteó con precisión los lineamientos que tendrá la empresa controlada por el Estado, una herramienta formidable para recuperar el autoabastecimiento. Sabemos que apelará a un gerenciamiento profesional y económico-financiero de primer nivel, y al mismo tiempo se instrumentarán objetivos estratégicos de largo plazo.
Es pertinente destacar que la empresa seguirá operando como una firma privada, y que los accionistas -incluido Repsol- participarán de los resultados. Se cortará de raíz -es bueno enfatizarlo- la lógica perversa del vaciamiento. Una empresa petrolera que no invierte en exploración termina desapareciendo, más temprano que tarde.
Se establecerá una política para el reparto de ganancias en un marco de razonabilidad, pero siempre marcando como prioridad la búsqueda de nuevas reservas que valoricen a la empresa. Ha terminado la fase en que Repsol desmantelaba la compañía en Argentina para premiar a una central multinacional y a sus inversores globales.
Con los nuevos criterios firmemente establecidos, esta nueva etapa de YPF nos permitirá aumentar la producción y reducir progresivamente la importación de hidrocarburos. De esa manera podremos cerrar un círculo vicioso que debilitaba las finanzas de la Nación.
Quienes nacimos en Comodoro Rivadavia -y en todo Chubut- conocemos desde chicos la epopeya del petróleo, y la historia legendaria iniciada a comienzos del siglo XX. Estoy convencido de que, un siglo después, estamos dando un gran paso rumbo a una nueva etapa de crecimiento sostenido que puede emular a aquel momento. Quizá se trate de una nueva epopeya de la Argentina moderna.
Ahora se trata de expandir la producción, pero especialmente de incentivar al máximo la exploración y ampliación de reservas en cada punto del territorio. Será un desafío coordinar el manejo de tecnologías de última generación para acceder al petróleo y al gas, aunque no podemos descuidar la reparación del pasivo ambiental que deja Repsol -quien deberá responder por eso, si es necesario ante la Justicia– y la preservación de la naturaleza para las generaciones futuras.
Los trabajadores tendrán un fuerte protagonismo en esta etapa que recién comenzamos. Como pude comprobar cuando recorrí la emblemática administración de YPF en Comodoro Rivadavia para tomar posesión en nombre del Estado, tanto operarios como profesionales, técnicos y empleados están dispuestos a aportar lo mejor de sus conocimientos y experiencias para alcanzar los objetivos que se fijaron para YPF SA.
Argentina participará por pleno derecho del negocio petrolero en el mercado interno y en el mundo. Queda muy claro que siempre habrá un lugar para recibir a todos los empresarios que quieran invertir, asumiendo riesgos y obteniendo las ganancias que correspondan, pero sin vulnerar los intereses del país.
El legendario modelo de YPF inspiró exitosas experiencias de gestión mixta entre el Estado y los privados, como las de Petrobras y Pemex. Nosotros estamos recuperando esa tradición a la que dimos inicio. En ella enmarcamos esta decisión, que marcará un hito y creará las condiciones para consolidar la economía argentina.
Por Martín Buzzi Gobernador de Chubut y presidente de la OFEPHI