Celia Kohn vivió cuatro años en Afganistán estuvo secuestrada y revela cómo castigaban a las mujeres.
El retorno al poder de los talibanes en Afganistán generó una masiva huida del país asiático y también una serie de interrogantes que giró en torno a un mismo dilema: qué sucederá con las mujeres y sus derechos adquiridos durante los últimos 19 años.
En las últimas horas, tras conquistar Kabul, los talibanes aseguraron que en el país no se establecerá una democracia y que serán los “ulemas” (teólogos y juristas) quienes decidirán “si las chicas pueden ir a la escuela o no” y qué tipo de vestimenta deberán usar, “si un hiyab, el burka, solo un velo o nada”, expresó Waheedullah Hashimi, vocero de la organización. Para Estela Celia Kohn, médica argentina, quien residió en Afganistán durante cuatro años en cuatro etapas diferentes, la sentencia es irremediable: “Va a volver a pasar todo lo mismo”.
En diálogo conTN la ginecóloga de San Rafael (Mendoza) -a quien solo llaman Celia- reveló sus vivencias tras la ocupación estadounidense y su primer arribo al territorio afgano en el 2002, apenas algunos meses después del 11 de septiembre de 2001 (atentado a la Torres Gemelas). “Si un afgano te quiere, pone su pecho para que no te hagan algo. Pero si no te quiere cuidate, te puede matar. En este tipo de sociedades más primitivas las cosas son más simples, no hay hipocresía: ‘Yo te quiero, me caés bien, sabés que contás conmigo hasta el día de tu muerte. ¿No te quiero? Cuidate’”, expresó.
Kohn experimentó la cultura y las costumbres afganas durante cuatro misiones que llevó a cabo en la misma cantidad de años como miembro de Médicos sin Fronteras. “Siempre estábamos en peligro, nunca andábamos solos, siempre con guardaespaldas. Los primeros meses fueron los más difíciles, tener que aprender el idioma… Vivíamos a 400 metros del hospital y debíamos ir con varios vehículos porque había riesgos de secuestros o atentados”, indicó.
Y continuó: “Se viven situaciones muy duras. Por ejemplo, si una mujer es violada -está casada y es violada- yo, mujer, testificó que he visto el hecho. Bueno, mi palabra vale la de medio hombre. Tenemos que ir dos personas femeninas a testificar. Y si el juez no te quiere escuchar, esa mujer es considerada adúltera, entonces ahí la lapidan”.
“La lapidación es espantosa, a la mujer la entierran hasta el cuello;al hombre al menos le dejan los brazos para que se defienda. Y utilizan una piedra de un tamaño especial, que se las tiran hasta que las matan. Había menos lapidaciones cuando no estaban los talibanes, pero sé que han habido de todas maneras. Las mujeres tenían miedo y se cuidaban mucho”, reveló.
En la actualidad, la madre de Tarik y Karim es directora de urgencias del Hospital Español de San Rafael. Su última visita a Afganistán ocurrió entre 2011 y 2012. “Viví hasta los 16 en Mendoza, me fui a estudiar a Córdoba e hice la residencia de ginecología en Alemania. Luego me enamoré, me casé y viví seis años en Argelia. Allí nacieron mis hijos. Los chicos se quedaban en Barcelona y yo iba y venía cada tres meses”, contó.
“En Afganistán estuve en Kandahar, segunda ciudad más grande del país, un reducto talibán. Trabajaba en un hospital con médicas afganas y para ir desde Maternidad hasta Pediatría tenían que ponerse el burka. Hablo de 2011, eh. Ahora, sí es verdad que con los norteamericanos las mujeres comenzaron a estudiar, a independizarse. Yo no viví la época talibán más dura, pero igual había restricciones”, narró Kohn.
“A mí me angustia mucho todo lo que veo. ¿Sabés qué pasa? La sociedad occidental no entiende. Se habla de talibán y no es solo talibán, hay gente muy amable, muy hospitalaria. Algo que siempre me sorprendió es que la mayoría son analfabetos, pero poseen una cultura milenaria muy profunda. El problema de Afganistán es que geopolíticamente está en el centro de Asia. Y por allí pasan las rutas en las que se transportan las sedas, las especias, los minerales preciosos. Por eso han tenido tantas invasiones. Son gente muy torturada, venían de la invasión rusa que fue bastante desastrosa. Económicamente estaban muertos de hambre. Llegan a sufrir los 20 grados bajo cero y no tienen para comer. Gente que pasan inviernos tremendos, secan la grasa de los corderos”, agregó la médica.
Kohn recordó durante la entrevista el día en el que fue secuestrada junto al resto de la comitiva que la acompañaba: “Íbamos en un auto y distinguimos, entre las montañas, un camino estrecho. Allí vimos un grupo de talibanes robando un camión. Nos quedamos atrás y vinieron a buscarnos. Nosotras no podíamos hablar. Nos secuestraron, estuvimos unos días cautivos, hasta que se dieron cuenta de que no éramos las personas que buscaban”.
“En los países árabes, si no tenés dinero no te casás compran niñas que llegan hasta sus casas y, si no las quieren o no les gustan, se la pasan entre hermanos. Entonces esas chicas terminan siendo violadas, maltratadas, y quieren escaparse. ¿Pero adónde van a escapar si no pertenecen más al clan familiar? He visto mujeres que lo intentaron y terminaron en la cárcel”.
Kohn concluyó: “El contexto internacional es otro, lo que sucede en el mundo no es lo mismo que pasaba en 1996. Pero no creo que se hayan ablandado. Van a pasar años para que se modifique dicha cultura. A los estadounidenses se les fue la mano, porque formaron militarmente a estos chicos que estudiaban en la escuela coránica, en donde eran todos hombres y terminaron siendo los talibanes. Me preguntan qué va a pasar ahora, qué les diría a las mujeres. Les diría que lo siento mucho, porque realmente se va a poner muy duro”.