La lucha de Cata: una historia de amor, resiliencia y esperanza

A los ocho años, Catarina era una niña sana y llena de energía. Nunca había tomado antibióticos ni faltado a la escuela por enfermedad. Sin embargo, pequeños signos de fatiga y encías inflamadas encendieron las alarmas en su familia, llevándolos a realizarle análisis médicos. El diagnóstico fue devastador: leucemia linfoblástica aguda con cromosoma Filadelfia.

domingo 09/03/2025 - 21:15
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La noticia cayó como un golpe. “Fue tremendo escuchar que tenía cáncer, se me cerró el pecho, pero sabía que tenía que estar fuerte para ella y la familia”, cuenta su madre. Inmediatamente, la doctora Florencia Gutiérrez los derivó a Buenos Aires, ya que el cáncer de Cata era más agresivo y en su ciudad no contaban con los recursos necesarios para tratarlo. En menos de 24 horas, ya estaban en un avión sanitario rumbo a la capital.

El amor de Cata y su padre

Un tratamiento difícil en plena pandemia

Cata fue internada en el Sanatorio Finochietto, donde comenzó un tratamiento que, en principio, duraría entre uno y dos años. Sin embargo, el proceso fue más complejo de lo esperado. Durante la tercera fase de quimioterapia, su cuerpo quedó neutropénico y una infección por cándida dañó gravemente sus pulmones, bazo y riñón. Esto la llevó a terapia intensiva por tres meses, donde sufrió un paro respiratorio que le dejó secuelas neurológicas severas.

Los días fueron una batalla constante. “Fueron meses de mucho dolor, de ver a tu hijo sufriendo y aferrándose a la vida a la vez. No se lo deseo a nadie”, expresa su madre con el corazón en la mano.

Una niña que ilumina el mundo con su sonrisa

Una nueva vida, un nuevo camino

Hoy, Cata no habla ni se mueve, pero sigue el mundo con su mirada dulce y profunda. Su familia ha aprendido a adaptarse a esta nueva realidad, buscando brindarle la mejor calidad de vida posible. “Sobre todo, queremos llenarla de amor y decirle todos los días lo orgullosos que estamos de ella. Sabemos que lucha para quedarse con nosotros”, aseguran.

Pasaron tres años en el centro de rehabilitación Ciarec, donde aprendieron cómo manejar su nueva rutina y conocieron a otras familias en situaciones similares. “Nos ayudó muchísimo, terminamos siendo una gran familia”, recuerdan con gratitud.

La detección temprana salva vidas

Uno de los mensajes más importantes que su familia quiere transmitir es la importancia de la detección temprana del cáncer infantil, ya que puede ser tratado y tiene cura si se diagnostica a tiempo. Por ello, se esfuerzan en difundir información sobre los posibles síntomas y generar conciencia en la comunidad.

En esta lucha, han contado con el apoyo fundamental de Amazonas y Leoncitos, una organización encabezada por Valu Velarde, una madre que perdió a su hijo a causa del cáncer y que hoy lucha incansablemente por la Ley Oncopediátrica. Junto a un grupo de mujeres comprometidas, incluyendo a Marina Couchet, tía de Cata, ayudan a las familias que llegan de otras localidades, brindándoles apoyo, orientación y recursos para que el desarraigo no sea tan duro.

Familiares acompañando a los niños en tratamiento

A esta red de contención también se suman los Payamédicos, que con su alegría y empatía logran sacar sonrisas en los momentos más difíciles. “Tenemos un hermoso grupo con una calidad humana y empatía que hacen que todo sea más ameno”, destacan.

La lucha por una Ley Oncopediátrica

En este camino, se encontraron con muchas familias enfrentando no solo la enfermedad, sino también la falta de recursos y el abandono de algunas obras sociales. Esto los llevó a sumarse a la lucha por la implementación de la Ley Oncopediátrica, para garantizar que todos los niños del país tengan acceso a los tratamientos que necesitan sin trabas burocráticas.

El esfuerzo y la unión de tantas personas han logrado avances. Hoy, el Hospital Regional cuenta con un sector de oncología pediátrica con profesionales altamente capacitados. “Es invaluable el esfuerzo que hacen para atender a nuestros hijos”, destacan.

Sus padres acompañando su proceso

Un mensaje de amor y esperanza

La historia de Cata es un testimonio de amor incondicional, de resiliencia y de la importancia de una comunidad unida. Aunque el camino ha sido duro, su familia sigue adelante con la esperanza de que su lucha sirva para cambiar realidades y brindar oportunidades a otros niños que, como Cata, merecen pelear con todas las herramientas a su favor.

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