El 6 de enero de 2016, Wayan Mirna Salihin iba a reencontrarse con una amiga que había conocido en Australia mientras estudiaban en la universidad. Era Jessica Wongso, una joven que recién volvía a su país natal, Indonesia, y quería ponerse al día con sus amistades. La cita era a la tarde en el Café Olivier, un local de lujo al interior de un shopping. Jessica llegó primero, pidió los cafés para sus amigas y esperó.
Casi una hora después, se desató el caos. Mirna se descompensó en medio de la cafetería, haciendo que todos los presentes se acercaran para ayudar. Comenzó a convulsionar, tenía dificultades para respirar y en cuestión de segundos una ambulancia la trasladó a un hospital. Sin embargo, pese a los intentos, la mujer murió.
El trágico episodio abrió una serie de incógnitas que rápidamente apuntaron a su amiga, Jessica Wongso. Así, a causa de una gran cobertura mediática, la muerte de Mirna Salihin se convirtió en uno de los casos que más llegó a conmocionar al país y que hizo que Netflix lo trasladara a la pantalla chica.
Un café, una disputa y una traición
De acuerdo a la reconstrucción de los hechos, a las 16:18 horas del 6 de enero, Jessica Wongso ingresó al Café Olivier, un lugar prestigioso al que solo se podía entrar si se vestía con marcas de lujo. Allí, pidió tres cafés, uno para ella y otros dos para las amigas con las que se iba a encontrar.
Casi una hora después, Mirna y otra joven llegaron a su encuentro y se disculparon por la tardanza. Unos segundos después de dar el primer sorbo a su café, Salihin comenzó a convulsionar. Rápidamente, los empleados del lugar se acercaron para asistirla y notaron que tenía dificultades para respirar, por lo que llamaron a una ambulancia de urgencia. La chica murió más tarde en el hospital y el incidente se convirtió en un misterio, ya que se trataba de una persona joven que llevaba una vida sana.
Tres días después del hecho, la Policía de Yakarta sugirió que se trataba de un posible envenenamiento y ordenó una autopsia al cuerpo. Al día siguiente, mientras se llevaba a cabo el velorio de Mirna, los resultados reforzaron las primeras hipótesis: en su estómago, los forenses descubrieron restos de cianuro, una de las diez sustancias más tóxicas para el ser humano. De esta manera, la sospecha apuntó contra los empleados de la cafetería y las amigas que la habían acompañado, y la causa se caratuló como “homicidio por envenenamiento”.
Tras la indagatoria de los testigos, el foco se corrió de los trabajadores del local. Los videos de las cámaras de seguridad registraron algunas actitudes por parte de Jessica Wonsgo que resultaron sospechosas: antes de hacer el pedido, entró y salió varias veces del local, y, una vez que tuvo las bebidas en mano, acomodó las bolsas de las compras que había hecho en el shopping de manera que logró “tapar” el ángulo de las cámaras.
“Siempre supe que ella era la asesina”, expresó Edi Salihin, padre de la víctima, en declaraciones para el documental de Netflix, “Un sorbo frío: Asesinato, café y Jessica Wongso”. Su testimonio fue clave para entender cómo era la relación que tenían ambas.
Las jóvenes se habían conocido en Australia cuando empezaron a estudiar en la facultad y se hicieron muy cercanas. Luego de unos años, se graduaron y Mirna volvió a Indonesia, mientras que Jessica decidió continuar su vida ahí, ya que estaba de novia y quería mantener la relación. Con el tiempo, ambas siguieron en contacto, pero, según la declaración de los allegados a la joven, Wongso estaba “celosa” de Salihin porque llevaba una vida “perfecta” y “era muy feliz”.
Sin embargo, la hipótesis principal que se desarrolló fue que la motivación del crimen por parte de Jessica tenía que ver con un hecho anterior a su llegada al país asiático: en una conversación, Mirna le habría sugerido que dejara a su novio porque la trataba mal. Este intercambio habría enfurecido a la joven y fue el detonante que la llevó a planificar su asesinato.
El 29 de enero, Wongso declaró ante las autoridades: “Si hacés las cosas mal, algún día te atraparán”. Al día siguiente, la Policía la encontró en un hotel al norte de la ciudad de Yakarta, en una situación que aparentaba una fuga, y la detuvo. A su vez, se la acusó de homicidio premeditado, la cual preveía una sentencia mínima de 20 años y una máxima de cadena perpetua o pena de muerte.
Un caso que conmocionó al país
El juicio comenzó seis meses después de la muerte de Mirna. El 15 de junio de 2016, Jessica Wongso se presentó ante las puertas del Tribunal del Distrito Central de Yakarta como si fuera una celebridad. Se mostraba tranquila y sonreía a las cámaras constantemente, algo por lo cual la opinión pública la señaló aún más como la autora del crimen.
El caso se convirtió en uno de los más mediáticos del país y los detalles llegaron a transmitirse las 24 horas en vivo por 14 canales de la televisión indonesia. Poco a poco, las pruebas que se mostraron en su contra -como las grabaciones de las cámaras de seguridad de la cafetería y el testimonio de los allegados a la víctima- parecían convencer al jurado.
Sin embargo, se produjo un giro inesperado por una estrategia que llevó a cabo la defensa: según lo planteado por un médico que llamó el abogado de Wongso, no había forma de constatar que Mirna había muerto por envenenamiento ya que la autopsia solo se realizó en el estómago. En este sentido, apelaba a que podría haber fallecido por otra razón, como muerte cerebral, pero al no haber hecho los estudios en todo el cuerpo, no se podía determinar con exactitud la primera hipótesis.
Esto no solo hizo dudar al juez sino que también cambió la perspectiva de la sociedad indonesia. Muchos empezaron a apoyarla en redes sociales e incluso llevaron adelante una campaña para su pronta liberación.
Pese a ello, el 27 de octubre el Tribunal anunció su veredicto final: Jessica Wongso fue declarada culpable del asesinato de Wayan Mirna Salihin y fue condenada a 20 años de cárcel.
Actualmente, pasa sus días en la prisión de mujeres de Yakarta y, hasta el día de hoy, asegura que es inocente.