El entonces entrenador de la selección argentina no paraba de pensar en la pelota, y al estar cerca del mundial, le pidió a sus jugadores que estaban invitados a la fiesta que bailaran cerca de otros jugadores europeos para comparar sus alturas y definir quienes los marcarían en las pelotas paradas.
Carlos Salvador Bilardo es un enfermo del fútbol. Quien dirigió a la selección campeona del mundo en México 1986 y finalista en Italia 1990, no paraba de pensar en la redonda ni un solo segundo.
Esto quedó demostrado hasta en el casamiento de Diego Maradona, estandarte de la selección campeona del mundo en México.
«Sí, es verdad: en el casamiento de Maradona les pedía a los jugadores de la selección que bailaran cerca de los invitados que venían de Europa como Careca o Ferrara. Quería ver bien las alturas para saber quién los podía marcar en pelota parada en el Mundial», dijo sobre esa ocasión Carlos Bilardo, palabras que fueron citadas por el periodista Juan Pablo Varsky en sus redes.
El entrenador, apasionado por el fútbol hasta los huesos, tuvo decenas de anécdotas tanto dentro como fuera de la cancha. En otra de las más conocidas, estaba nada más y nada menos la ocasión donde se proclamó campeón del mundo en México 1986, pero no festejó el título.
«Quedó masticando bronca por los goles que le anotó el seleccionado germano -el partido terminó 3 a 2 a favor de Argentina- a través de la vía que tanto había estudiado y desarrollado con sus dirigidos», es decir, la pelota parada.
