Los precios de los bienes de consumo masivo tuvieron subas mayoristas del 25 por ciento en promedio desde comienzos de agosto. Los incrementos tienen un componente asociado al encarecimiento de los insumos importados pero sobre todo se relacionan a comportamientos masivos de protección de la rentabilidad frente al enorme grado de incertidumbre económica, en mercados oligopólicos en donde el control del Estado brilla por su ausencia.
“Los precios ya aumentaron el mes pasado un 25 por ciento en promedio. De todas formas, el consumo está estable en los últimos dos meses, aunque por debajo del año pasado. La reducción del IVA amortiguó un poco y la gente se compró todo en agosto para cubrirse ante la devaluación”, contó a Página 12 Alberto Guida, presidente de la Cámara de Mayoristas.
Entre los aumentos mayoristas de bienes esenciales se destaca el incremento de la harina en un 30 por ciento, mientras que entre los alimentos derivados de la harina, en donde tiene posición dominante la empresa Molinos Río de la Plata, se movieron entre el 15 y el 25 por ciento. En los aceites, se aplicaron incrementos del orden del 25 por ciento y además las empresas aceiteras solicitaron a distribuidores y comercios un fuerte achicamiento de los plazos de pago, lo cual redunda en nuevos aumentos por suba del costo financiero. También hubo incrementos del 10 al 30 por ciento en el arroz y del 10 al 25 por ciento en yerbas. También la carne vacuna, aviar y porcina se están moviendo en línea con la devaluación del peso desde mediados de agosto.
El efecto inflacionario de esas subas se vio algo contenido en las góndolas de los supermercados por la eliminación temporaria del IVA, que ahora se extiende a pequeños comercios (ver aparte). Sin embargo, el consumo en los supermercados registra una caída del 9,5 por ciento en agosto frente al mismo mes del año pasado, calculan en la Asociación de Supermercados Unidos. Se tratará de la treceava caída consecutiva del consumo masivo. La merma del mes pasado tuvo la particularidad de que el consumo tuvo subas en los primeros días posteriores de las PASO, ya que los hogares se stockearon como modo de cobertura frente a la inflación esperada.
El incesante derrape del consumo es resultado del deterioro de la situación social por caída del poder adquisitivo y pérdida de puestos de trabajo ante cierres de empresas, despidos y retiros voluntarios. El especialista en estadísticas sociales Diego Born explica que “en condiciones ´pre paso´ se esperaba que en la segunda mitad del año la pobreza vuelva a los valores de fines de 2018, es decir a un rango del 32 o 33 por ciento. Sin embargo, con esta devaluación ya sabemos que el piso se corrió al 38 por ciento, siempre que no haya nuevos saltos y considerando el ´alivio´ de las medidas del Gobierno”.