La inflación anual alcanzó al 62,9 por ciento. Se estima que provocará un traslado adicional sobre los precios de góndola en el mes de septiembre.
Impulsados por la fuerte devaluación del peso posterior a las elecciones primarias, los precios a la salida de la fábrica tuvieron una suba promedio del 11,2 por ciento en agosto frente al mes anterior, informó el Indec. Es el segundo peor dato de toda la gestión Cambiemos, detrás del 16 por ciento de septiembre del año pasado, en plena corrida cambiaria. El dato está muy por encima de la inflación minorista del período, que fue del 4 por ciento, lo cual implica un crecimiento de la inflación contenida que se irá trasladando a las góndolas en los próximos meses.
En la comparación interanual, la suba de los precios a nivel mayorista es del 62,9 por ciento y del 34,4 por ciento en ocho meses. Como la aceleración inflacionaria se produjo desde mediados de agosto, se espera que el traslado a los precios haya continuado en septiembre. Por su parte, el índice del costo de la construcción registró un alza mensual del 7,2 por ciento.
El indicador de precios mayorista (IPIM) mide los precios a la salida de la fábrica y se compone mayormente de bienes, mientras que el índice de precios al consumidor tiene además un contenido de servicios. Por esas dos características reacciona de manera inmediata a la devaluación del peso, que afecta a las ecuaciones de costos de las empresas por la presencia de insumos, partes y piezas importadas y por la intención de las firmas de dolarizar sus ganancias, en un escenario de fuerte incertidumbre económica.
El IPIM mostró en 2017, cuando el tipo de cambio permaneció estable, valores del orden del 0,5 al 2,5 por ciento mensual. El año pasado, de la mano de las fuertes subas del dólar, registró picos del 7,5 por ciento y 7 por ciento en mayo y junio y del 16 por ciento en septiembre. A lo largo de este año, el IPIM tuvo subas del orden del 4 al 5 por ciento hasta mayo, aunque luego se ubicó en el 1,6 en junio y en julio quedó casi estable en la comparación mensual. Con la devaluación de agosto y el descalabro de la economía nacional posterior a las PASO, el indicador volvió a dispararse.
Los precios mayoristas de los bienes manufacturados subieron en promedio un 12,1 por ciento en agosto. El mayor salto se verificó en máquinas y aparatos eléctricos, con el 26 por ciento, mientras que autos, carrocerías y repuestos subieron un 21,2 por ciento. Los productos de la siderurgia como el acero y el aluminio avanzaron un 20,3 por ciento y otros artículos de la metalmecánica lo hicieron en un 19 por ciento.
Un grado algo más bajo de dependencia del precio del dólar mostró el sector químico (suba del 16,2 por ciento), productos del papel (16,4), textiles (17,7), productos de madera (13,0), caucho y plástico (13,5) y equipos para medicina (15,6). Los alimentos y bebidas subieron en agosto un 7,2 por ciento a nivel mayorista. En ese rubro se destacó la fuerte suba de la harina, aceites, lácteos, yerbas y carnes, en línea con el alza del dólar. Sin embargo, ese impacto se vio aminorado por la reducción temporaria a cero por ciento del IVA hasta fin de año, que lanzó el Gobierno para descomprimir la situación social.
“Cabe destacar que todas las subas reflejadas por el índice fueron medidas por el Indec el día 15 del mes, apenas tres días después de la devaluación”, comentaron los investigadores del CEPA Eva Sacco y Juan Aiello. Según aclaran, es de esperar que la posterior apertura de la brecha cambiaria frente a cotizaciones paralelas del dólar tengan incidencia sobre los precios y anticipan una inflación minorista del 55 por ciento anual para diciembre.
Los productos importados registraron una suba a nivel mayorista del 28,2 por ciento en agosto, afectados directamente por la devaluación. Se trata no sólo de bienes de consumo final importados sino también insumos, partes y piezas dedicados a la producción. En tanto, los productos primarios subieron 4,3, empujados por el alza del 7,9 del sector agropecuario y 6,6 de minerales.
La comparación interanual en agosto arroja una suba de los precios mayoristas del 62,9 por ciento, varios puntos por encima de la variación del 54,5 de la inflación minorista. Esta brecha implica una presión latente sobre los precios de las góndolas. La dinámica del consumo del mercado interno y la evolución del dólar pueden marcar el ritmo de traslado de los precios mayoristas a los minoristas.