Si un ser humano registrara 36,5 grados de temperatura en las axilas y 39 grados en el recto, seguramente los médicos estarían preocupados. Entre julio y agosto pasados, en promedio y según el Indec, los precios al consumidor subieron 12,4% y los mayoristas, 18,7%. Los economistas ¿deberíamos estar preocupados?
Para salir de la duda, conversé con el argelino Francois Jean Marie Divisia (1889-1964) quien, luego de cursar el bachillerato en matemáticas y filosofía en el Liceo de Argel, ingresó en 1910 a la Escuela Politécnica, en Francia, donde estudió ingeniería civil. Durante 10 años ejerció su profesión trabajando en el sector público de Francia. Según René Francois Joseph Roy, al hacerse cargo de la administración de los puertos marítimos, Divisia fue uno de los primeros en apreciar el alcance del problema de la determinación de las rutas óptimas de transporte, contribuyendo al nacimiento de la programación lineal. Fue miembro fundador y vicepresidente de la Sociedad Econométrica, entidad que presidió en 1935.
–¿Es cierto que Clement Colson influyó decisivamente para que usted se dedicara a la economía?
–Así es. Lo sucedí como profesor de economía aplicada y hacienda en la Escuela Nacional de Puentes y Canales. También enseñé en la Politécnica. Como dictaba cursos a empresarios y estudiantes de ingeniería, me mantuve en estrecho contacto con los problemas reales, particularmente los que genera el cambio tecnológico.
–La profesión lo identifica por los denominados “índices Divisia”, incluidos en su libro El índice monetario y la teoría monetaria, que fue publicado en 1926. ¿De qué se trata?
–Tales índices expresan la modificación en el tiempo de una variable como el PBI a precios corrientes, en términos de la variación de los precios por una parte, y de las cantidades por la otra. Tales índices utilizan como ponderadores la participación del valor de cada bien dentro del PBI total y, por consiguiente, dichos ponderadores se modifican a lo largo del tiempo. Los índices incorporan el tiempo de manera continua y, en consecuencia, tienen más aplicación teórica, por ejemplo, en cuestiones de agregación, que práctica, porque las canastas que se utilizan en la confección de los índices de precios utilizan el tiempo de manera discreta.
–¿Cuál fue la recepción?
–Con excepción de Friedrich Freiherr von Wieser, la mayoría de los líderes de la escuela austríaca adoptó una actitud crítica, por no decir hostil, frente a la posibilidad de medir las variaciones en el poder adquisitivo de la moneda. Pero según Joseph Alois Schumpeter, produje la teoría del índice de precios objetivo o índice monetario, un logro de la mayor importancia,
–El Indec informó que, en promedio, los precios aumentaron 12,4%, o 18,7% en un mismo mes. ¿Cómo puede haber tamaña diferencia en la estimación de “la tasa de inflación”?
–Referida a cada variable, es importante diferenciar las cuestiones conceptuales de las cuestiones de estimación. Conceptualmente, todos los productos –menos los “males”, en vez de los “bienes”– integran el PBI, pero, en la práctica, solo indirectamente las estimaciones captan la denominada economía informal, que en un país como la Argentina es cuantitativamente importante.
–La discrepancia entre las dos tasas de inflación, ¿es conceptual o de estimación?
–Conceptual. Para el análisis macroeconómico, tiene sentido medir la evolución de los precios como la visualizan los productores, como en el caso de los precios mayoristas, y como la visualizan los seres humanos en cuanto consumidores. Le aclaro que, como ocurre con frecuencia, las importantes diferencias tienden a disminuir cuando se analizan períodos más largos. Por ejemplo, entre agosto de 2022 e igual mes de 2023, en promedio los precios al consumidor subieron 125% y los mayoristas, 133%.
–¿Qué antecedentes hay en la economía argentina de fuertes diferencias entre ambos índices?
–Le cito varios, para que vaya imaginando la causa de la discrepancia. En los ocho primeros meses de 2002, mientras los precios al consumidor aumentaron 39%, los mayoristas subieron 116%; en los nueve primeros meses del plan Austral, mientras los precios al consumidor aumentaron 21%, los mayoristas subieron 2,8%; y en los 9 primeros meses del plan de Convertibilidad, los aumentos fueron de 32% y 6%, respectivamente.
–Me imagino la causa de la discrepancia, pero prefiero que usted la explique.
La diferencia inflacionaria de los primeros meses de 2002 se debe al abandono del tipo de cambio fijo; mientras que la diferencia inflacionaria de los primeros meses de los planes Austral y de Convertibilidad se debe, por el contrario, surgió de basar la lucha contra la inflación en el congelamiento del tipo de cambio.
–¿Por qué ocurre esto?
–Porque, más allá de los cambios en los márgenes de comercialización, los índices de precios al consumidor y mayoristas se estiman utilizando diferentes canastas, como se conoce popularmente a la estructura de ponderaciones. El índice de precios mayoristas es más sensible a las modificaciones del tipo de cambio que el índice de precios al consumidor. Contrariamente a lo que sostienen muchos, tanto las mercaderías como los servicios que no son objeto de comercio internacional, no aumentan los precios en la misma proporción que aumenta el tipo de cambio. Piense, por ejemplo, en lo que cobran los peluqueros.
–Pero, si esto es así, cabría esperar que la tasa de inflación de setiembre, cuya estimación oficial conoceremos a mediados del mes próximo, sea menor a nivel mayorista que a nivel consumidor.
–Así es, porque recuerde que, luego del insólito salto cambiario dispuesto al 14 de agosto pasado, el Banco Central mantuvo fijo el nuevo nivel en términos nominales. Solo Dios sabe por cuánto tiempo, dada la tasa de inflación que actualmente padece Argentina.
–Si el aumento del tipo de cambio oficial tiene tanto impacto sobre la tasa de inflación, el gobierno de turno debería hacer todo lo posible por no devaluar.
–La clave está en qué se entiende por “todo lo posible”. Los partidarios de las teorías no monetarias de la inflación, muestran estimaciones econométricas donde existe una estrecha relación entre devaluación e inflación. Pero las implicancias de política económica se les debilitan, cuando uno les pregunta porqué el gobierno tuvo que devaluar. La historia muestra que rara vez se trató de un capricho, sino que tuvo que ver con la inconsistencia entre las políticas cambiaria, fiscal y monetaria. En términos técnicos, el tipo de cambio no es una variable exógena, sino una endógena, por lo cual quien pretenda evitar futuros golpes inflacionarios, como consecuencia de los movimientos en el tipo de cambio, tiene que ocuparse de las causas, y no sólo de los efectos.